A la derecha le llueve sobre mojado y el oficialismo demora

por Marcelo Contreras

Especialmente a Chile Vamos, que ha sufrido un nuevo traspié con la elección de la mesa del senado, que debió enfrentar dividida por la decisión del senador Manuel José Ossandón (un díscolo al interior de Renovación Nacional) de disputarle la presidencia al Evopoli, Felipe Kast, rompiendo el acuerdo original alcanzado por la derecha y el pacto de administración suscrito al principio de la legislatura. Ossandón le ofreció la vicepresidencia al senador Ricardo Lagos Weber y con ello consiguió no tan solo los votos del oficialismo sino también de republicanos, para imponerse al candidato acordado por su sector.

Pese a que Evelyn Matthei intentó restarle dramatismo al evidente fiasco, sosteniendo que habían logrado elegir a uno de los suyos en la presidencia (provocando la furia de Evopolis), no hizo más que acentuar las interrogantes de gobernabilidad de la derecha, obsequiándole un espacio impensado al oficialismo.

En Chile Vamos reina la preocupación. No tan sólo porque es evidente que deberán enfrentar en solitario la próxima elección presidencial, con la posibilidad cierta que republicanos, libertarios y social cristianosunan sus fuerzas en torno a un candidato presidencial, que sería José Antonio Kast (Johannes Kaiser, aunque elude reconocerlo, postularía al senado), y una sola lista parlamentaria, para competir con Chile Vamos.

Los dirigentes de Chile Vamos están plenamente conscientes de que es mucho lo que arriesgan en las próximas elecciones. No tan sólo la presidencia de la república, que hasta hace muy poco daban por descontada, sino también la hegemonía del sector. Ya en la elección presidencial anterior quedaron fuera de la segunda vuelta y se vieron obligados a apoyar a José Antonio Kast. Su peor pesadilla es que la historia pudiera repetirse. Y eso sería el principio del fin para Chile Vamos. Al menos, tal cual como se le conoce hasta ahora.

La preocupación se extiende a la errática campaña desplegada, hasta ahora, por Evelyn Matthei, la candidata mejor posicionada del sector. Sin un comando potente ni un programa claro, la exalcaldesa no marca diferencias suficientes con la ultraderecha. Muy por el contrario, parece empeñada en competir por mayor dureza en contra del gobierno, persistiendo en vanos llamados a la unidad del sector, recibiendo sucesivos portazos de los aludidos.

Así se continúan perfilando dos líneas en competencia por la hegemonía de la diestra, tal como sucede en la mayoría de los países europeos, en donde los partidos tradicionales compiten con la ultraderecha. En tal escenario, lo máximo a que parece postular Chile Vamos es a pactos parciales por omisión a nivel parlamentario. Nada fluye, hasta hoy, en un escenario de confrontación, que en la derecha suele ser cruenta. 

Las primarias y la primera vuelta

No es verdad que la primera vuelta sea la verdadera primaria, como reitera José Antonio Kast. La primera vuelta no tan sólo define las dos grandes opciones que se le ofrecen al electorado en programas y liderazgos para los próximos cuatro años. También dibuja un nuevo mapa político en el país y establece la correlación de fuerzas en el poder legislativo.

Las primarias, en cambio, permiten que los partidos y coaliciones puedan elegir, con la participación de su militancia y adherentes, el candidato (a) mas competitivo para enfrentar la próxima elección presidencial. Evidentemente José Antonio Kast no está dispuesto a someterse a un mecanismo que podría dejarlo fuera de la elección presidencial. Hoy apuesta, con algún viento a favor para convertirse en el candidato de republicanos, libertarios y socialcristianos.

En cambio, tanto Chile Vamos con el oficialismo, requieren realizar unas primarias lo más amplias y participativas posibles. Chile Vamos para incorporar a la centroderecha, representada por los muy marginales Demócratas y Amarillos, además de poner freno a la sangría de militantes del sector que se pasan a la ultraderecha (como podría ser el caso de Rodolfo Carter), además de legitimar la designación de Evelyn Matthei como la candidata del sector.

La hora de definiciones en el oficialismo

En el oficialismo, la necesidad de realizar primarias amplias y sin exclusiones, es aún más evidente. No existe un liderazgo capaz de unir al conjunto del progresismo que no sea legitimado por el mecanismo de primarias. Y al contrario de lo que sucede en Chile Vamos, su resultado no esta predeterminado, por más que Carolina Tohá aparezca como la figura oficialista mejor posicionada en las encuestas. Tanto el PS, como el Frente Amplio y el PC, han postergado su decisión hasta el límite de los plazos legales. Básicamente por conflictos internos y disputas de poder, sin considerar el complejo desafío que enfrenta el progresismo de parte de la derecha y la ultraderecha, asumiendo que no tan sólo se trata de ganar una primaria sino de competir, con viento en contra (según las encuestas conocidas) y por una mayoría parlamentaria que asegure la gobernabilidad futura del país

Los tiempos se acortan para definiciones nada de simples. Ni para el PS, que no tiene un candidato (a) verdaderamente competitivo, luego que la expresidenta Michelle Bachelet declinara una nueva postulación. Se habla de la presidenta del PS, la senadora Paulina Vodanovic, como una alternativa, pero, realistamente, su principal desafío parece ser mantener el sillón senatorial por la región del Maule, en donde fuera designada para reemplazar al ministro Álvaro Elizalde. Bien pudiera ser que el PS condicione su respaldo a Tohá a compensaciones parlamentarias por parte del PPD, pero, en verdad, este partido no está en condiciones de ofrecer muchas compensaciones. Una decisión del PS de levantar un candidato propio a las primarias amenaza con un quiebre del llamado socialismo democrático y, debilita la capacidad de competir en las primarias oficialistas. La decisión deberá ser adoptada por el nuevo comité central socialista, que entrará en funciones el 12 de abril, en donde se espera que se asuma una definición.

Tampoco es tarea fácil para el Frente Amplio luego que el alcalde Tomás Vodanovic reiterara su decisión de no competir por la nominación presidencial. La reelecta presidenta del PS especuló con la posibilidad de apoyar en forma conjunta a Carolina Tohá como su candidata a las primarias. Una alternativa descartada por la presidenta del Frente Amplio, reiterando la decisión de presentar una alternativa en las primarias oficialistas. Se insiste en el nombre del diputado Gonzalo Winter, que había expresado sus reservas, pero la necesidad colectiva puede tener cara de hereje cuando no surgen otros nombres suficientemente competitivos del sector partidario al que pertenece el Presidente Boric.

Daniel Jadue, una piedra en el zapato de la unidad del progresismo

Pero en donde se registran mayores tensiones es al interior del PC. Sectores identificados con la línea más dura, que tienen mayoría en el recientemente electo nuevo comité central, apoyan a Daniel Jadue, pese a los problemas judiciales que enfrenta que, si bien no le impiden postular, le imposibilita desplegar una campaña. Por estas razones, es muy improbable que la comisión política proponga formalmente su nombre. Sin embargo, en vista de las fuertes polémicas que cruzan su debate interno (algunas de las cuales han trascendido a la opinión pública, como la calificación de Jeannette Jara de “socialdemócrata) parece igualmente improbable la proclamación de la actual ministra del Trabajo (que sería vetada por los sectores más ortodoxos). Todo apunta a la búsqueda de un candidato (a) que puede generar consenso o, al menos, que no incremente las tensiones internas. Las especulaciones abundan y la tentación de un eventual camino propio de los comunistas, si no se manifiestan opciones reales de competencia en el actual oficialismo, ronda en el entorno de Daniel Jadue, complicando al timonel partidario Lautaro Carmona.

No son pocas las interrogantes y dificultades que el oficialismo debe despejar para alcanzar la unidad que le permita levantar una opción verdaderamente competitiva para enfrentar la amenaza de la derecha y la ultraderecha. Tanto a nivel presidencial como parlamentario, en donde se juega la gobernabilidad futura del país. Idealmente, en oficialismo se alienta la idea de unas primarias amplias, desde la DC hasta el PC y una sola lista parlamentaria. Pero, hasta ahora, no es claro que la DC decida participar de este proceso y podría resolver llevar a su candidato, Alberto Undurraga a primera vuelta (lo que implica enfrentar en solitario la elección parlamentaria), sin descartar la irrupción de outsiders, como Harold Mayne Nicolls o Marco Enríquez Ominami, además del eterno Eduardo Artes, el candidato de la izquierda extraparlamentaria. 

En teoría, la división de la derecha favorece las aspiraciones de los sectores progresistas de proyectarse a futuro, pero no es cuestión de coser y cantar. Se requiere articular una mayoría en torno a un programa de gobierno realista y responsable que le haga sentido al país, ofrecer un liderazgo que está a la altura de esos desafíos y construir una unidad en la diversidad del ancho campo progresista. En el contexto ya descrito, tarea nada de fácil, cuando los tiempos apremian. 

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