El escritor chileno debuta con un libro de cuentos que recoge las experiencias de individuos desesperanzados y solitarios que viven bajo el alero de una sociedad que parece no quererlos.
Siempre es bueno que aparezcan escritores, en realidad que publiquen, porque muchos de ellos, a pesar de su talento, se quedan relegados a apariciones esporádicas en talleres literarios o en publicaciones destinadas solo a un grupo restringido. Por eso es positivo que aparezcan voces como la de Adib Sade (1983), un escritor chileno proveniente de regiones, profesor de lenguaje y comunicación, que ha vivido toda su vida en el sur de Chile, entre Coyhaique y Temuco. Su libro “Las alarmas” (2022, Ediciones de la Lumbre), tiene un tono que destaca el ambiente de provincia, donde los personajes se desenvuelven en medio de carencias laborales y frustraciones. La mayoría son exconvictos, cesantes o con trabajos precarios. Los cuentos, según el orden establecido en el libro por el autor o los editores, va de menos a más, encontrando, a mi modo de ver, su mejor nivel en el relato “El galán”, una historia que muestra la vida de un profesor sin trabajo que es amante de la tía de uno de sus exalumnos. El protagonista recuerda de manera nostálgica el cine de antaño, el de las películas de bajo presupuesto que él veía en un televisor en blanco y negro a los trece años, en funciones de trasnoche, donde todo quedaba en miradas, sensaciones y movimientos de actores y parejas cinematográficas que producto de la censura televisiva terminaban sus actos amorosos en una pieza, vistiéndose.
“Quince años después observa la misma escena, pero a diferencia de lo que ocurría en aquellas producciones de bajo presupuesto, esta vez es él quien permanece en la cama mientras ella se viste. Sin el estado físico de aquellos actores prolijamente esculpidos, observa a la mujer, quien no se aleja demasiado del arquetipo cinéfilo que deleitó sus pupilas de adolescente trasnochado”.
Este párrafo describe lo que le pasa al protagonista de “El galán”. Sus sueños se han cumplido en parte, pero se encuentra cesante, sin mucho aliento, viviendo en un cuartucho. No siempre lo que se anhela se cumple de manera completa y con ese elemento fundamental Sade construye la realidad de este cuento que está hecho con sensibilidad, melancolía y que resume, a mi modo de ver, gran parte de su destreza como cuentista. El lenguaje cotidiano y los saltos narrativos, presentes en sus relatos, muestran a un autor que aporta a la escena chilena con una prosa cuidada y reflexiva.
Otra de las historias que me llamó la atención del libro fue “Proyectos”, una obra coral donde cada uno de los protagonistas cuenta su punto de vista. Se trata de la contratación de un guardia de seguridad en una librería para que no se roben los libros, asunto que desencadena una serie de acontecimientos ligados a lo que le pasa al sujeto en cuestión y donde también opinan la mujer del nuevo cuidador y el dependiente de la tienda. Los personajes van narrando sus pensamientos en primera persona y en párrafos saltados. Sade se atreve a abordar la complejidad del texto y le resulta. Quizás no llega al nivel conmovedor de “El galán”, pero la apuesta demuestra un riesgo que obtiene resultados interesantes.
“Las alarmas” emerge como un buen comienzo editorial para Sade. Personalmente, me habría gustado que el libro hubiera tenido al inicio una presentación del autor o un prólogo redactado por un escritor o tallerista cercano a su trayectoria. Al tratarse de un autor nuevo, vale la pena conocer su punto de vista a la hora de escribir sus obras, su historia personal con ellas o lo que lo llevó a narrar los diferentes cuentos que componen “Las alarmas”. Algo muy breve, tal vez una pincelada sobre sus motivaciones para escribir habría sido interesante. Me quedo entonces con las palabras de Hugo Allister, en la contraportada del libro, que se refieren a los textos de Sade como protagonizados por “Hombres y mujeres que luchan por abrirse un pequeño espacio, por obtener una mínima posibilidad pagando un alto costo”. Dos líneas precisas que resumen la vida misma o donde se vislumbra que aún existe lugar para los que quieren dejar de ser invisibles y hacerse notar. El despertar de los olvidados.