Boric: El Desafío.

por Fernando Villagrán

La sensación térmica superaba los 40 grados y la alta tensión acentuada por confusos intentos para impedir la votación masiva en comunas populares sólo se disipó con el temprano y contundente triunfo de Gabriel Boric, ineludiblemente reconocido por todo(a)s. Algunas descerebradas amenazas estaban bajo control. Pacíficamente se desató la fiesta en gran parte del país. Con la mayor votación obtenida históricamente por un Presidente de la República, Gabriel Boric (35 años) venció con idénticos porcentajes al del triunfo del No( 55,9%) -hace 33 años- en el plebiscito de 1988, que marcó el fin de la dictadura cívico militar.

El pronóstico de altas temperaturas estimuló la votación temprana. Recorriendo la ciudad se podían apreciar largas filas de mujeres y hombres esperando movilización colectiva. Lo que parecía auspicioso para una masiva votación popular, al paso de las horas se transformaría en inquietud creciente ante un evidente boicot de un importante sector de empresarios del transporte. Para el resultado presumiblemente estrecho de la votación en curso aquello se apreciaba como una señal inquietante, aunque hubiesen transcurrido ya más de tres décadas de reconocida transparencia en nuestros eventos electorales.

Todo pasó de castaño oscuro con la negación de lo evidente por parte del vocero Jaime Bellolio y la ministra de Transportes Gloria Hutt, mientras en Puente Alto,  Valparaíso y otras comunas populares la solidaridad colectiva y espontánea de ciudadanos se hacía cargo de la urgencia eludida y descalificada por esas autoridades, sumándose el nunca bien ponderado subsecretario Galli que respondía al reclamo de Izkia Siches con una burlesca y amenazante joyita de su colección: «esta es la definición de fake news. Alguien creíble esparciendo una mentira sin fundamento. Hágase cargo de sus palabras para lo que pueda ocurrir por incitar al odio y división. ¡Ah! y el acarreo sigue prohibido«…

¿En la boca del mentiroso lo cierto se hace dudoso?

Pudo más el ingenio y la iniciativa popular que el vacío de la autoridad responsable. A escasos minutos del cierre de las mesas de votación en Puente Alto la llegada de mujeres y hombres corriendo para sufragar era recibida con aplausos y gritos de aliento, incluidos los de los propios vocales de mesa. La trampita oficial fue derrotada por la solidaridad colectiva y el resultado de la votación en las comunas afectadas por el referido boicot es fiel testimonio de aquella porfía   para cumplir con el derecho eludido por la autoridad responsable.

Pudo más la conciencia y esfuerzo colectivo de quienes finalmente tuvieron sobradas razones para sumarse al festejo popular con que culminó la calurosa jornada electoral que marcó la esperanza de un giro mayor en la conducción del futuro desafiante que enfrenta Chile.

Las lúcidas palabras de Gabriel Boric al cierre de la multitudinaria celebración marcaron un nuevo sendero de conducción del país. Esa multitud autoconvocada hacía propio el proclamado cambio de época que proyecta su joven liderazgo ante los desafíos mayores que enfrenta nuestra imperfecta democracia.

En este giro histórico que marcó el hito de un domingo caluroso y desafiante han puesto atención y comprensión anteriores liderazgos, potentes en su época y reconocidos ahora, como Ricardo Lagos y Michelle Bachelet. Ciertamente en algo más significativo y relevante que una simple foto propagandística y proyectando la fortaleza del más que emergente liderazgo de Gabriel Boric, que viene sorteando pruebas mayores y complejas, como lo demostró, contra viento y marea, en el histórico acuerdo que abrió paso al inédito proceso constituyente hoy en curso para superar la más severa crisis institucional del entonces gobierno en estado terminal de Sebastián Piñera.

El liderazgo de Boric que explica, en lo esencial, su rotundo triunfo en la reciente segunda vuelta presidencial marca un desafiante y necesario cambio de época para el ejercicio de la política democrática en Chile. En circunstancias de una crisis severa en la mayoría de sus actuales expresiones partidarias y el desafío mayor para fortalecer la democracia, con sustento en la   participación ciudadana y la justicia social como condiciones esenciales para una convivencia pacífica.

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