Columna de Luis Breull. Mentiras estratégicas

por Luis Breull

El reciente y último debate presidencial de Asociación de Canales de Televisión (ANATEL) -que duró 114 minutos sin contar comerciales-, dejó un triste, patológico, peligroso y premeditado récord: el candidato de Frente Social Cristiano, José Antonio Kast fue capaz de difamar y mentirle en la cara 21 veces a su rival, Gabriel Boric, a los periodistas conductores y a los telespectadores de más de un millón de hogares que lo estaban viendo. Y lo que es peor, a razón de un embuste cada dos minutos de uso de su palabra real (considerando la formulación de las preguntas e igualdad de tiempos de respuestas), esto no tuvo trascendencia sino marginal en la agenda de esta última semana de campaña. 

Decálogo de un timador

Tal como lo explica la columnista española Marta García Aller, el foco o poder en las sombras de la asonada populista de Europa y América hay que colocarlo en el exasesor estratégico e ideólogo de Donald Trump, Steve Bannon (68 años), quien además fue fundador de Breibart News, un medio digital ultraconservador y que el 2015 se desempeñó como Vicepresidente de Cambrigde Analytica, la empresa de big data que violó la confidencialidad de los datos de millones de cuentas de Facebook para usarlos en favor de campaña del Brexit en Inglaterra y la presidencial de Trump el año siguiente. Él mismo defendió públicamente su rol argumentando que “ser oscuro es bueno… Dick Cheney, Darth Vader, Satán. Eso es poder”.

Luego de salir de la Casa Blanca, Bannon se internacionalizó para transformarse en el coaching predilecto de los partidos de derecha para ayudarles a ganar las elecciones, aunque dice no cobrar por ello: “No recibo ni un dólar de ningún Gobierno o partidos. No soy un consultor político” (ElPaís, 24/03/2019). Lo ha hecho con Jair Bolsonaro en Brasil, Rafael Bardají de VOX en España, Matteo Salvini en Italia y Viktor Orban en Hungría, además del cardenal estadounidense Raymond Burke, férreo opositor al papado de Francisco en El Vaticano.

Resulta interesante repasar parte de sus fórmulas de trabajo para observar cómo se han vuelto casi un manual de corta palos para las campañas populistas de ultraderecha en occidente, incluidas las maniobras de José Antonio Kast con su equipo de voceros y escuderos:

  • Criticar y descalificar a los medios de comunicación tradicionales (como tildar a los periodistas y la prensa de izquierdistas, manipuladores y defensores de un viejo orden o establishment).
  • Confiar solo en los medios amigos o cercanos ideológicamente, que no les cuestionen ni incomoden con preguntas.
  • Usar intensivamente las redes sociales con ejércitos de usuarios desconocidos, que puedan replicar constantemente sus mensajes contrarios a sus rivales y a manipular sus propuestas. Intoxicar el debate de ideas para impedir la deliberación racional.
  • Desprecio por la verdad y en su lugar plantear “hechos alternativos”, que no es otra cosa que mentir eufemísticamente. Ejemplo local, la insolvencia de las empresas del Estado en Chile bajo gobiernos de centro izquierda.
  • Provocar conmoción pública mediante la divulgación de datos e información falsa en redes sociales, en discursos y debates sin preocuparse por su veracidad, sino por la fuerza emocional que puedan inocular en los públicos, como efecto marca del candidato que las promueve. Por ejemplo, el diputado republicano electo, Gonzalo de la Carrera, posteando imágenes trucadas del presidenciable rival para mostrarlo como partícipe activo de hechos vandálicos o protestas violentas, como si fuera un aval y promotor de ellas.
  • Crear constantemente debates mediáticos de interés partidista que perjudiquen la posición del rival, aunque sea mediante falsas denuncias, como el caso de maltrato a mujeres (VOX lo hizo en España) o de casos de abusos mencionados por Kast.
  • Mientras más potente y escandalosa sea la falsa denuncia o denostación, más resonancia mediática alcanzará en el buzz o boca a boca de las relaciones sociales del núcleo social del electorado.
  • Escandalizar e hiperinflar falacias argumentales también como refuerzo del foco de control de los temas de la agenda. Bajada local: test antidrogas y permanencia de la sospecha de un candidato que se lo hace no para despejar las dudas sino para mantenerlas y sumarle nuevas polémicas como cuándo, dónde, cómo y por qué se lo hace.
  • Ligar situaciones de controversia que se abran como focos donde el rival cae o sigue el juego, para amplificarlas mediante nuevas afirmaciones, como las que acaba de plantear Kast llamando a su oponente a hacerse un nuevo test de droga –esta vez de pelo y no de orina-, junto con alertar lo clave que es para Chile combatir frontalmente el peligro del narcoterrorismo.
  • Alcanzar o contactar –nuevas tecnologías mediante- a los votantes indecisos mediante mensajes manipulatorios personalizados en sus propias redes sociales que provoquen un refuerzo de sus posiciones en empatía con el candidato interesado.
  • Reiterar un pool acotado de situaciones susceptibles de ser controversiales, especulando constantemente sobre la honestidad del rival al aclararlas, como signo de inconsistencia, engaño, hipocresía y riesgo potencial para el país.
  • Hacer caso omiso de las declaraciones aclaratorias del rival respecto de situaciones controversiales o errores cometidos con anterioridad, para mantener las sospechas sobre la ética, la moral, la rectitud del mismo, o mejor dicho los peligros de escoger a una persona, cambiante, errática, inestable, de criterio voluble y del que no se puede tener certeza de su comportamiento futuro. Kast denostando a su rival porque se reunió fuera de Chile con asesinos o terroristas vinculados con el crimen del senador Jaime Guzmán, por ejemplo.
  • Construirse una épica de campaña de corte heroica o salvífica, que dibuje en el electorado afín la imagen de un candidato dispuesto al sacrificio por destruir y combatir la maldad, asociada a ideologías de izquierda y al comunismo como si se tratara de una personificación maligna que genere rechazo emocional mediante el temor a ellos.
  • Plantear un programa de gobierno que incluya propuestas políticamente incorrectas, basadas en el sentido común nacionalista en tiempos complejos y temerosos, como salirse de la ONU y de los pactos sobre Derechos Humanos, rechazar la inmigración, promover la persecución de ideas y cargar ideológicamente a la izquierda como la culpable de seguir promoviendo gobiernos fracasados.

Si bien no hay huellas que demuestren la intromisión de Bannon en la disputa electoral de segunda vuelta en Chile, el rápido recuento anterior da cuenta de una forma universal de hacer campañas, si de ultraderecha se trata. Y sea cual sea el resultado del domingo 19 de diciembre, José Antonio Kast ya tiene un triunfo ganado: alinear a toda la derecha pragmáticamente en torno suyo y construirle un nuevo relato.

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