Columna de Luis Breull . Televisión 2022.

por Luis Breull

Se cierra un año televisivo de doble faz: para quienes esperaban calzar el Excel de costos e ingresos las cifras de inversión publicitaria repuntaron -gracias una economía excepcionalmente sobrecalentada-; en tanto, para los que pedían una pantalla de mayor calidad y diversidad, esta se siguió reduciendo miserablemente, cuestión que unida a la fragmentación acelerada de sus audiencias y un inminente frenazo de la economía permite augurar un 2022 de nula innovación… Solo más de lo mismo y más barato, pero con un ineludible recambio de autoridades y ejecutivos en Televisión Nacional.

El regulador y el desafío de la TV pública

Si bien es tarea del ente regulador, el Consejo Nacional de Televisión (CNTV), velar por el correcto funcionamiento de los concesionarios de las frecuencias de libre recepción que operan tanto a nivel nacional como regional, como la plataforma de pago, la insatisfacción creciente con la calidad de la oferta y de sus contenidos abre un debate de alcance mayor. Más en el contexto de la asunción de un nuevo gobierno, que propugna un fuerte giro crítico frente a la concentración económica de los medios de comunicación y al deterioro terminal del modelo autofinanciado de la televisión pública, entregado a capturar recursos mediante el avisaje y otras acciones que han jibarizado su estructura hasta volverla irrelevante.

Una de las grades deudas del actual modelo de gestión depredadora de TVN, en manos de los ingenieros comerciales Anita Holuigue (empresaria) y Francisco Guijón, obedece a la reducción de su oferta programática a productos de bajísimo costo, tales como teleseries turcas y series bíblicas brasileñas de corte proselitista religioso del canal evangélico TV Récord.

Se trata de un hecho no menor, sino clave y que amerita una reflexión de fondo respecto de por qué la pantalla televisiva de un medio público masivo de alcance nacional renuncia a construir identidad desde la producción nacional de series y teleseries. Y sobre todo, cómo se hace cargo mediante esta política programática de los efectos negativos que genera en las industrias creativas locales, que durante las dos primeras décadas desde el retorno a la democracia marcaron un eje identitario diferenciador de la marca TVN: un pacto de confianza virtuoso que dio cabida a las productoras audiovisuales independientes, impulsando la consolidación de este campo de creación de bienes artísticos, culturales y sociales que daban cuenta de nuestra realidad y los grandes debates contingentes.

Por eso, proyectar TVN 2022 es un juego de doble cara: más de lo mismo mientras su modelo y autoridades cierran su ciclo actual de gestión de un gobierno de derecha que solo redujo costos hasta dinamitar su credibilidad y relevancia, e incertidumbre por la elección de sus futuras autoridades y la discusión de su futuro modelo de recambio en un proyecto de sistema de multimedios públicos.

La aplanadora de ViacomCBS y el resto

En el arco de los restantes canales privados de la TV abierta, algunos en manos de grandes empresarios nacionales y otros en gigantes estadounidenses de la industria de contenidos audiovisuales, la batalla será dura y sin respiros.

Algo que se ha vuelto una regla de oro de la gestión de la TV local es que todo programa exitoso se debe explotar como la mordida de un rottweiler. Es decir, emitirlo y repetirlo hasta más no poder. Una lógica también orientada en reducir la gama de formatos y quedarse con lo que probadamente funciona. Un desincentivo a la innovación.

El próximo año será de la resurrección de formatos de competencia de baile, algunos ya fracasados al inicio de la pandemia en Canal 13, y de un gesto nostálgico en TVN con otra temporada de Rojo. Los concursos como Pasapalabra, más las competencias de cocina y las reuniones para cenar con Master Chef, El Discípulo del Chef, La Divina Comida o Podemos Hablar, es probable que sigan con nuevas temporadas, lo mismo que con repeticiones de temporadas antiguas en algunos casos. La mayor parte espacios de producción externalizada.

En el campo de las batallas matinales la posición más expectante la tiene Contigo en la Mañana, líder indiscutido del año 2021, con dos de los conductores ancla más creíbles y confiables de la pantalla local: Julio César Rodríguez y Montserrat Álvarez. El desafío será para Mega fortalecer el diseño editorial de Mucho Gusto para volver a disputar el liderazgo que mantuvo desde el año 2014 hasta mediados del 2020. En tanto, TVN y Canal 13 deberán decantar sus formatos y estructuras definitivas para incrementar su competitividad horaria o bien, evaluar nuevas alternativas que aporten mayor competitividad en audiencias, visibilidad y marca. Un desafío no menor que parte por definir conceptualmente qué pantalla se quiere construir y qué tipo de línea editorial para justificar los cambios vividos este 2021.

Mega, su nueva dirección y la ficción nacional

El 2022 de Carlos Heller y Megamedia será de resolver el desafío de su estructura directiva. Acaba de concluir el período de asesoría que mantuvo gran parte de este año su exdirector ejecutivo, Patricio Hernández, fundador de este proyecto, quien migró a dirigir un canal en la TV peruana. Esto implicará definir quién asumirá su cargo en forma oficial, dejando atrás el período de interinato de un comité de gerentes. Para el cargo se encargó a una empresa de head hunter sondear alternativas de nombres, entre los que se rumoreó estuvieron Francisco Guijón (TVN) o el abogado Jorge Carey (WarnerMedia).

La pantalla de Mega seguirá afirmándose en la fórmula de ser el principal emisor de teleseries nacionales en las franjas de sobremesa, vespertina y nocturna, a cargo de la directora de su área dramática, María Eugenia Rencoret.

Canal 13 se enfrentará al desafío de saber programar de modo estratégico el lanzamiento de la ficción que prepara con Álvaro Rudolphy como protagonista, bajo la producción externa de AGTV, la empresa del exdirector de Contenidos y ex productor general del área dramática de TVN en su etapa más exitosa de los 2000, Pablo Ávila.

En tanto, la gran deuda de los canales en general será con la ficción serial chilena, que tiene escasas posibilidades de ser solventada por los canales actualmente, si no vienen con el patrocinio y el cofinanciamiento de los fondos concursables del CNTV.

Esta tendencia programática requiere un debate aparte en una futura columna, porque impacta negativamente en la industria independiente local, que ha visto reducidas sus ventanas de exhibición y la posibilidad de vender sus producciones a los canales generalistas, que mantienen aún unas pérdidas nominales superiores a los 150 mil millones de pesos, acumuladas principalmente desde mediados de la década anterior. Una cifra que no podrá ser amagada por las utilidades a obtener extraordinariamente el presente año cercanas a los 30 mil millones.

Se viene entonces una nueva temporada televisiva que se resume en los cambios que se producirán en la estructura organizacional de TVN, la configuración de la futura plana directiva de Mega, la prueba de fuego de ViacomCBS para mantener el nivel de competitividad exhibido en los últimos años cuando la señal estuvo en anos de WarnerMedia y el desafío de Canal 13 por reordenar su oferta programática y recapturar audiencias largamente perdidas.

Un tiempo en que también Kantar/Ibope tendrá que comenzar a implementar su nuevo sistema de medición de audiencias televisivas que integre plataformas digitales y redes sociales, por el que acaba de ganar la licitación del gremio de canales de TV abierta. Y un período en que el empresario Juan Sutil, presidente de la Confederación de la Producción y el Comercio, terminará su mandato y podría resolver también la compra de alguno de los canales privados de la TV local para competir con los grupos Bethia y Luksic, así como con los gigantes de contenidos de la industria estadounidense.

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