Cultura y el Presupuesto de los Mil pesos

por Felipe de la Parra Vial

Cuando un parlamentario propuso en el hemiciclo chileno Mil pesos para el Presupuesto de Cultura, la política chilena encendió una vez más la hoguera de los libros de las Torres de San Borja y dictó nuevamente el bando que prohibía el Charango como un instrumento de música subversiva. 

 Alguien -sin pena ni gloria- pretendía apagar la luz de un pueblo que canta, baila, escribe, hace teatro y que se distingue con dos premios Nobel, con una Violeta Parra y una Alia Trabucco, entre miles de talentos.

 Las voces de la ignorancia, del fanatismo y de la codicia ideológica, sin límites, finalmente, perdieron la batalla en el Parlamento.

 El acuerdo alcanzado en el hemiciclo hace pocos días, dice que se aumenta los fondos sectoriales y fortalece las bibliotecas públicas, los museos nacionales y regionales y otros programas desarrollados en conjunto con la sociedad civil, como es el caso de Puntos de Cultura Comunitaria. Además, suma la creación del Pase Cultural, beneficio económico que se entregará por una sola vez a jóvenes que fueron o son estudiantes prioritarios, al cumplir 18 años y a mayores de 65, que reciban PGU. Con un monto de 50 mil pesos, que se pagará a través del bolsillo familiar electrónico.

 Puntos más, puntos menos, lo cierto que las movilizaciones de las organizaciones culturales que se desarrollaron durante el periodo de debate en el Parlamento, que demandaban el 1 % del Presupuesto Nacional, quedaron reducidos a la mitadUn lamentable récord.

 Una alegría parecida a la Selección chilena de fútbol que se entusiasmó de golear a Venezuela y quedó en el penúltimo lugar de la tabla de clasificación para el mundial. 

 Todo sigue igual, la perversa concursabilidad financiera, las apreturas presupuestarias de las organizaciones sociales de los trabajadores de las artes, el apoyo fantasmal a las Pymes del mundo cultural y el paupérrimo sostén a las culturas territoriales.

Las organizaciones de los Trabajadores de la Cultura quedaron con sabor amargo con los resultados del presupuesto para el 2025. “Faltando 2 años para el término del actual gobierno, este compromiso parece haber sido abandonado”, señalan más de 250 organizaciones culturales… “muy lejos del 1% comprometido por el Presidente Gabriel Boric”, afirman.

 La sensación del Presupuesto de Mil pesos, de todas maneras, quedó flotando en el aire con el olor a libros azumagados.

“El alma del pueblo” con que se reconoce a las Artes, las Culturas y el Patrimonio quedó con un alma en un hilo

Todos los puentes llegan a Puente Alto

 Sin embargo, en el país, su pueblo, construye puentes en las Artes y la Cultura. Entienden que la política tiene una poesía a flor de labios.

 El puente marítimo más largo del mundo sobre el mar es el Hong Kong-Zhuhai-Macao, el cual mide 55 kilómetros de longitud. El puente para las Culturas, las Artes y el Patrimonio en Chile es menor. Solo se extiende a 27 kilómetros de la capital, a 40 minutos, entre el corazón administrativo del país y de Puente Alto. 

 Es un puente imaginario del imaginario cultural emergente del Chile de hoy. Un puente que las políticas culturales y el hacer gubernativo debieran asumir como prioritario.

 Aquí hay una obra de ingeniería pendiente que debieran tomar en cuenta los gobiernos.

Matías Toledo, el alcalde electo de Puente Alto, entiende la labor política, la construcción de la ciudad y el sentido social con y desde la Cultura y las Artes.

 Su experiencia es esclarecedora. Luminosa, entendiéndola como “ver claro”.

 Toledo es uno de los fundadores de la Coordinadora Social Shishigang, una organización que realiza ayuda social a partir de eventos artísticos. Su experiencia reconoce domicilio en Ignacio Araneda, el “Barbero Exótico”, que estaba frente a su casa.
 

El barbero le contó que cortaba el pelo a personas en situación de calle e incorporaba a esta iniciativa a su amigo, el cantante urbano Pablo Chill-E. Bajo la consigna “el pueblo ayuda al pueblo” construyeron una narrativa que unía la solidaridad, la estética y los sueños de la gente. La música urbana fue la llave que abrió los corazones de cada uno de los puentealtinos.

 Toledo declara la necesidad de “militar las contradicciones”, “…lo que implica, entre otras cosas, entender que la diversidad no transforma a las personas en adversarios”. Su propuesta política reivindica su derecho a construir ciudad como vida cultural. Desarrolla el saber participativo con sus habitantes, con los sectores movilizados y organizados del territorio. “Nosotros creemos que hay que estar en los territorios, que tenemos que estar con los pies en la tierra, que hay que hacer que nuestros vecinos y vecinas discutan”, señala.

 La propuesta de Toledo invita a reconocer “a este nuevo o reinventado sujeto popular” “a estar y construir con la diversidad de vecinos y vecinas”. Y hace un punto con la experiencia: “debe llevarnos a reflexionar porque muchas veces la cultura que creemos que es predominante, no lo es. Por eso, hay que hacer análisis y replantearnos si el trabajo que estamos haciendo efectivamente es para las masas populares en su conjunto o solamente para los sectores a los cuales siempre les hemos hablado”.

“En la música urbana veo la diversidad – agrega. Encuentro positivo que los pobladores estén sonando y que puedan escucharse entre sus pares contando lo que viven. Entiendo que mucho de lo que hacen los artistas está impregnado por el sistema cultural consumista-capitalista, y hablan de joyas, dinero y ese tipo de cosas. Pero también entiendo que es una realidad que existe en nuestros territorios, que si no la cantaran seguiría existiendo. Hace poco hubo una propuesta de ley que buscaba eliminar el reggaetón y el Trap de los colegios… como si no se escuchara en cada esquina de cada barrio”.

 Lo que señala la experiencia al sur de Santiago es que las políticas culturales, claramente, “le faltan palitos para el puente”.

 Hoy, la cultura popular emergente muestra las claves para trazar una política integral de las Culturas las Artes y el Patrimonio. El resto, también es verso.

 El presupuesto de la República ha puesto como gasto principal al Ministerio del Interior y de Seguridad, que recibirá $ 3.168.515 millones, en 2025. Para el presupuesto de Cultura solo cerca de 48 mil millones. 

 ¿Qué pasaría si se invirtieran los presupuestos? 

 El escritor Francisco Zañartu alguna vez me enseñó que la cultura y las artes eran el primer Derecho Humano de la Declaración de DDHH, que por estos días celebra su firmamento.

 Todo indica que la vida cultural chilena se seguirá entendiendo como si fuera un espectáculo de entretención de pasacalles y de equilibristas que cruzan los edificios del barrio cívico. Se olvidan de los territorios, de las comunidades, hasta que más de alguno cree firmemente que la cultura vale solo mil pesos.

 No obstante, a esta misma hora hay un pueblo que se resiste a la domesticación mediática y que entiende -cantando, bailando- que la ternura se devela en la creación.

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