El informe de enero del 2023 del Banco Mundial sobre las Perspectivas Económicas Mundiales (GEP) aún no habla de recesión mundial sino de desaceleración abrupta y prolongada, que ubica a la economía global en una situación tan frágil en la que “cualquier acontecimiento adverso” puede empujarla a una recesión https://www.worldbank.org/en/publication/global-economic-prospects?intcid=ecr_hp_headerB_en_ext
En sentido práctico, una estimación del producto mundial para 2023 del orden del 1,7% como hace el Banco Mundial ya es una señal de estancamiento o una declaración previa de recesión, dada la tradicional diferencia entre la tasa de crecimiento estimada para los países avanzados de 0,5%, generalmente bajas, y las de los países emergentes y en desarrollo de 3,4%, normalmente más altas, puesto que solo en grandes ocasiones registra tasas negativas como en 2009 (-1,6%) y en 2020 (-3,2%). Adicionalmente, hubiera sido más fácil anunciar la recesión diferenciada: en el área del euro, posiblemente en otros países avanzados (Reino Unido) y en algunos países emergentes (como Chile).
La desaceleración en la tasa de crecimiento del PIB se prevé en 2023 para la mayoría de las economías avanzadas (95%) y emergentes (67%), ya sean exportadoras e importadores de commodities, así como a nivel de regiones; Las Américas, Europa, Asia, Medio Oriente y África. Los escenarios para el Banco Mundial que prevé adicionalmente son de una desaceleración más acentuada o pronunciada y de una recesión global.
Gráfico 1: Escenarios del crecimiento del producto mundial
La desaceleración pronunciada significaría un escenario con un crecimiento del producto mundial en 2023 de 1,3% y un estancamiento de las economías avanzadas (0,1%), mientras que, en el escenario de recesión mundial, el producto solo crecería 0,6% en tanto que los países avanzados registrarían un crecimiento negativo de 0,5% (Gráfico 1).
La clave de la recesión la tienen los EEUU, puesto que si bien el Banco Mundial estima su crecimiento de 0,5% en 2023, hasta ahora son relativamente buenos los datos a diciembre, como el retorno al nivel prepandémico de la tasa de desempleo del 3,5%, la desaceleración del crecimiento de los salarios y de las ventas al detalle. Empero, la cifra mágica fue que desde hace dos años y medio registró EEUU una tasa negativa mensual en diciembre de -0,1% y que la inflación a doce meses cayó a 6,5% en diciembre, el nivel más bajo desde diciembre de 2021, después de haber alcanzado un máximo en todo este siglo de 9,1% en junio de este año. A estos datos se suma, según Reuters, la encuesta a consumidores de la Universidad de Michigan en la que la perspectiva de inflación a un año cayó a una lectura preliminar de 4.0% en enero desde 4.4% en diciembre, lo que indicaría una disminución en las expectativas de inflación.
Otra señal podrá ser el dato esperado del PIB al cuarto trimestre, después de haber registrado un crecimiento del 3,2% en el tercer trimestre y haber sufrido una recesión técnica en el primer (-1,6%) y segundo trimestre (-0,6%) de 2022. Empero, es la Fed la que en su próxima reunión dará la verdadera señalización si frena el alza de la tasa de interés, reduce el aumento de 50 a solo en 25 puntos básicos -como estima el mercado- o si continúa aumentando al mismo ritmo de 50 puntos básicos como en diciembre de 2022 (Gráfico 2).
Gráfico 2: Tasa de interés de la Reserva Federal de EEUU
El peor escenario es que siga la Fed en modo de línea dura (hawkish mode) y continúe el ritmo del alza de su tasa en 50 puntos básicos y que los demás bancos centrales le sigan imitando, haciendo de esta forma que se cumpla la profecía de que el aumento de las tasas de interés a nivel global conducirá a una recesión mundial, como prevé el escenario pesimista del Banco Mundial.
Gráfico 3: Tasa de interés promedio de 20 países representativos
Con datos del Banco de Pagos Internacionales (BIS) para 20 países que basan su política monetaria en tasas de interés, se encuentra que antes de la pandemia la tasa de interés promedio estaba en 4% y bajó en marzo de 2021 a un 1,88%, a partir del cual empiezan los bancos centrales a subir a nivel mundial sus tasas de política siendo Brasil el primero en marzo del 2021, luego México y Chile en junio del 2021 (Gráfico 3).
Gráfico 4: Tasas de interés de algunos Bancos Centrales
A diciembre del 2021, la tasa de interés promedio ya estaba en 2,39% y a noviembre de 2022 se trepó a 4,88%, Los incrementos más relevantes fueron en torno al 10% en Chile, Brasil y Colombia, considerados países emergentes (Gráfico 4).
La señal aparentemente positiva es que la inflación en los países avanzados (EEUU, Área del Euro) ya habría empezado a desacelerarse y a declinar. Sin embargo, es la inflación subyacente, que no toma en cuenta los precios de los combustibles y alimentos, la que se debería seguir, puesto que los precios del petróleo y de los alimentos empezaron a declinar desde junio de 2022 y están retornando a sus niveles de enero de antes de la guerra de Ucrania y Rusia, por lo que era previsible una desaceleración de la inflación.
Así, en el caso de los EEUU, la brecha entre el nivel general de precios y la inflación subyacente, que en enero de 2022 era de 1,5 puntos porcentuales, se amplió hasta llegar a 3 puntos porcentuales en junio, para declinar a diciembre a una diferencia de solamente 0,8 puntos porcentuales (6,5% menos 5,7%), por lo que la inflación que registra EEUU sería básicamente una inflación más asociada al resto de bienes y servicios diferentes a los combustibles y alimentos (Gráfico 5). Tal es así que, en diciembre, si bien la inflación general cayó en 0,1%, la subyacente siguió subiendo en 0,3%.
Gráfico 5: Variación a doce meses del Índice de Precios y de la inflación subyacente
Por tanto, en conclusión, la reducción de la tasa de inflación en EEUU no está tan estrechamente asociada al aumento de la tasa de interés sino a la caída desde junio de 2022 en los precios internacionales de los combustibles y alimentos, en especial en la disminución de los costos de transporte y una mejora de la logística del comercio global. https://unctad.org/global-crisis
Los informes de los organismos internacionales, como en Banco Mundial, tienen el sesgo de recomendar más política monetaria para enfrentar la inflación que es un problema que prácticamente se está escapando al estrecho ámbito de los bancos centrales, puesto que la inflación no solo se debe a expansión de demanda de los consumidores, sino también a la expansión del gasto fiscal, ahora relacionado, por ejemplo, con los gastos por catástrofes climáticas y con los gastos de defensa en armas convencionales y no convencionales, que van a incidir en un mayor endeudamiento público. Asimismo, persisten shocks negativos de oferta sobre todo los relacionados con la guerra y las sanciones, así como por la restructuración o deslocalización geopolítica de las cadenas globales de suministro en función de países amigos o enemigos.
Lo que no se atreven los organismos internacionales es a señalar que el problema de fondo es la confrontación geoeconómica, puesto que habrá más inflación mientras continúe la guerra y sus sanciones o, como dice Nouriel Roubini, mientras haya un auge de guerras frías y calientes como producto de una especie de «depresión geopolítica” debido a la creciente rivalidad entre Occidente y varias potencias alineadas como China, Rusia, Irán, Corea del Norte y Pakistán. https://www.project-syndicate.org/commentary/high-inflation-long-term-problem-owing-to-real-and-metaphorical-wars-by-nouriel-roubini-2022-12/spanish
Por Gabriel Loza.
Expresidente Banco Central de Bolivia