Es difícil comprender el viraje brusco de un discurso o una narrativa de moda que estaba centrada en la prédica de la globalización a toda costa y entendida, según el FMI, como la interdependencia económica creciente del conjunto de países del mundo, provocada por el aumento del volumen y la variedad de las transacciones transfronterizas de bienes y servicios, así como de los flujos internacionales de capitales, al mismo tiempo de una difusión acelerada de tecnología.
Resulta que ahora interdependencia es una mala palabra, Alemania jamás debía haber aceptado un gaseoducto con los rusos, según Paul Krugman, por razones de seguridad nacional (https://www.la-razon.com/voces/2022/08/30/europa-y-la-economia-del-chantaje). Por su parte, Biden está con su política de fortalecer sus cadenas de suministro y contrarrestar a China (FACT SHEET: CHIPS and Science Act Will Lower Costs, Create Jobs, Strengthen Supply Chains, and Counter China | The White House) con su guerra de Chips, al prohibir a Intel a empezar a producir microchips en la ciudad china de Chengdu con el objetivo de hacer frente a su escasez mundial. Por otra parte, las sanciones comerciales y financieras no solo fueron aplicadas a Rusia sino que afectaron a terceros países y empresas relacionadas con dichas transacciones, con un impacto impredecible en la economía global. Anne Kruger (How to Use Economic Sanctions Wisely by Anne O. Krueger – Project Syndicate (project-syndicate.org) había advertido que “antes de endurecer aún más las sanciones o imponerlas indefinidamente, las potencias occidentales deberían considerar los riesgos más amplios para la economía global y el comercio internacional y el sistema financiero”. No le hicieron caso y lo peor es que parece que no están afectando a Rusia sino al resto de la economía global. El rublo ruso es una de las monedas de mejor desempeño global habiéndose apreciado en 20%.
¿En que quedó entonces el discurso de la globalización?
Si hay una nueva narrativa deberían avisarnos con la debida anticipación a los países dependientes, para que cambiemos de chip o bien de la presentación de power point para ponernos en la misma onda. Y lo más importante, sobre todo cambiemos a tiempo los manuales de economía y las recetas del FMI de liberar y abrir nuestras economías y mercados, unilateralmente y a través de acuerdos de integración, a los flujos financieros, comerciales y tecnológicos porque favorecían a los consumidores e impulsaban el crecimiento económico.
La guinda de la globalización era por tanto, que abriéndonos al mundo tendríamos un mayor acceso a bienes, servicios y tecnología y a un menor costo y precio que produciendo localmente. Así, la inflación bajaría y aumentaría el crecimiento económico en el mundo globalizado.
El problemita que se percibe es que, de un tiempo a esta parte, se está hablando o pensando en todo lo contrario, en una desglobalización,inicialmente como resultado del COVID19 y el Gran Confinamiento que afectó el funcionamiento de las cadenas globales de suministro en todo el mundo y elevó los fletes de transporte, pero que ahora su interrupción está siendo inducida por los problemas geopolíticos derivados de la Guerra de Ucrania y las sanciones de los aliados, así como de la rivalidad de EEUU contra China.
Antes de la guerra, en la jerga de la globalización se hablaba del offshoring o deslocalización que consistía en mover todo o parte de su sistema productivo a regiones o países que les permiten producir a las empresas con menos costes de producción. Se incentivaba a las empresas a trasladarse a cualquier país con el fin de minimizar sus costos finales y maximizar sus beneficios globales, para producir bienes intermedios y finales en cadenas productivas mundiales. En cambio, resulta que ahora se sustituyó la sílaba off en onshoring, que significa relocalización, que obliga a las empresas a dejar los territorios enemigos y trasladarse a territorios amigos, lo que viene a llamarse también como friendshoring o suministro amigo, reconfigurando geopolíticamente las cadenas de suministro globales solo en función de los proveedores o clientes amigos o aliados.
Michael Spence Secular Inflation by Michael Spence – Project Syndicate (project-syndicate.org) advierte que se está llevando a cabo un proceso de diversificación geopolítica de la cadena de suministro y que atrás quedaron los días en que estas cadenas se construían completamente sobre la base del costo, la eficiencia a corto plazo y la ventaja comparativa, ya que ahora suponen que serán más resilentes en términos de seguridad nacional. Sin embargo, serán también más caras y claramente inflacionarias, ya que alejan explícitamente las cadenas de suministro de las fuentes de menor costo (países enemigos) para abastecerse de fuentes más caras (países amigos) dándose de esta forma una desviación del comercio y de las inversiones, en contra de los principios sacrosantos del libre movimiento de las mercancías y los capitales consagrados en la constitución del globalismo.
EEUU: Componentes de la inflación interanual a septiembre de 2022
Y aquí entra el otro problemita, la estanflación. Los países del Área del Euro están ya en inflación del 10% y los EEUU (Gráfico) la están bordeando con una inflación a septiembre de 8,2% interanual, la más alta desde 1982. De esta manera, por más que aceleren el aumento de la tasa de interés no se desacelerará la inflación, porque pareciera que está más relacionada con otros factores relacionados con shocks de oferta, como los geopolíticos, la ruptura de los canales de suministros global, el aumento inusitado de los costos marítimos, el alza de los precios del petróleo y los alimentos, que escapan del control de los bancos centrales ofuscados reduciendo la cantidad de dinero en la economía.
Estamos, por tanto, atravesando una etapa de transición en la configuración de la economía mundo, con tendencia a una desglobalización, en un rumbo inverso al transitado anteriormente, para entrar a una posible nueva globalización dual con dos polos divididos, según los que se llamen países amigos y países no amigos: ¿dónde nos alineamos o nos alinean a los países latinoamericanos?
Por Gabriel Loza T.
Ex Presidente Banco Central de Bolivia.