Hace 48 años el país marchaba de luto y las mujeres llevaban en sus pechos fotografías de sus familiares detenidos-desaparecidos. A la vez, los trabajadores conmemoraban el Primero de Mayo de 1976 lanzando volantes en el centro de las ciudades, en algaradas de gritos y carreras. El tristemente cuartel de exterminio, ubicado en Simón Bolívar 8800, por esos días, agitaba sus puertas con nuevos prisioneros.
En ese mismo día, cantaba Víctor Jara en la Radio Chilena, “mi canto es de los andamios / para alcanzar las estrellas”. Seguía vivo. Se inauguraban las trasmisiones de Nuestro Canto el Primero de Mayo de 1976, programa conducido por Miguel Davagnino.
Se escuchaba en todo Chile, a pesar de los disgustos gubernamentales. Agentes merodeaban la entrada de la emisora, en el icónico Paseo Phillips del kilómetro cero de la capital, a pasos del departamento del expresidente Jorge Alessandri.
Nuestro Canto alcanzaba las estrellas.
Y así nunca se apagó la luz. Día a día, los auditores por una hora escuchaban la música chilena, la nueva canción y el canto nuevo, venidos de las primeras peñas que se atrevían a alzar la voz. Yo no canto por cantar / ni por tener buena voz, / canto porque la guitarra /tiene sentido y razón, se escuchaba en Nuestro Canto.
Y así se fue haciendo camino por más de cuatro décadas, hasta hoy. Siguiendo la huella de grandes hombres de la radio y de la canción chilena. Es inevitable encontrarse en el infinito de la memoria y el compromiso con René Largo Farías, con su “Chile, ríe y canta” y con Ricardo García, el primero que descubrió a Violeta Parra y que, en esos mismos días de dictadura, organizó caupolicanazos y creó el sello Alerce.
Por eso: ¡Yo acuso a Miguel Davagnino!
Por no bajar la guardia y poner por delante el sueño. Por ser un alquimista, de hacer del dolor, una alegría en la esperanza. Por su condición de mago, de trasmutar el miedo por un canto libertario y hacer que el canto (tenga) tiene sentido /cuando palpita en las venas / del que morirá cantando / las verdades verdaderas.
Tanto así, que Nuestro Canto se fue metiendo en los corazones de los auditores de la Radio Chilena, teniendo importantes jornadas en la Radio Cooperativa, hasta llegar a su casa actual, la Radio ADN, donde cierra la semana, los domingos a las 22.00 horas.
Y esta acusación no ha sido en vano. Recientemente, en el palacio de La Moneda, Davagnino fue reconocido en la conmemoración del Día del Locutor y la Locutora Radial, siendo homenajeado junto a la labor de Sergio Campos y de Manola Robles, “quienes han jugado un rol importantísimo generación tras generación”, según señaló la ministra Vallejo en esa ocasión.
Anteriormente, había recibido el reconocimiento de “Hijo Ilustre” en su Valparaíso wanderino, de puerto principal, en una ceremonia realizada este verano, en el Teatro Municipal de Valparaíso, en la Plaza O’Higgins.
Nuestro Canto es el canto de todos
Hoy, Nuestro Canto sigue la huella de la vida y sus programas se agolpan en las Redes Sociales y en el mundo digital con miles de auditores. Sus voces traen la savia nueva de su hijo, Jaime Davagnino y David Ponce, comunicadores de gran talento.
Todo indica que es una historia sin fin y que, a pesar de su parto en los días de sombras, hoy brilla con el canto de todos. Nuestro Canto es responsable de aportar a la construcción de la épica popular.
Y Víctor Jara continúa con su Manifiesto: Ahí donde llega todo/ y donde todo comienza / canto que ha sido valiente / siempre será canción nueva.
Es Nuestro Canto.
2 comments
Brillante y emotivo. Gracias, Felipe de la Parra por rescatar estos momentos inolvidables y transformarlos en una hermosa crónica, de ésas que hacen falta.
Hermoso recuerdo de la verdad y aunque penoso,ihace presencia de aquellas voces acalladas que necesitarán siempre de la existencia de los que creemos en el Canto de Todos.Gracias