“El Equilibrio del miedo”: el placer de ser distinto

por Tomás Vio Alliende

Enfrentar esta primera novela del chileno J. A. Madrid es trasladarse a un universo nuevo, a un mundo que viaja por el pasado a través de Hikoshi, un japonés al que no le gusta navegar y que es enrolado para trabajar en el servicio secreto de su patria como un agente que debe resolver problemas internacionales mediante claves y distintos recursos de espionaje. Madrid expresa en “El equilibrio del miedo” (2024, Áurea Ediciones) la aventura del viaje entre el siglo XIX y XX.

El afán es que los personajes recorran, se maravillen con espacios a los que les queda mucha huella por avanzar. Japón, Chile, Perú y Alemania son algunos de esos lugares donde los protagonistas se desenvuelven, donde vibran con la cultura porque deben hacerlo, porque su trabajo es estrechar lazos internacionales y desempeñarse como verdaderos embajadores encubiertos de sus propias redes.

Nacido en Santiago en 1988, J. A. Madrid es ingeniero físico con un magíster en gestión de proyectos científicos y tecnológicos, durante su infancia vivió en muchas ciudades chilenas y del extranjero. Ha dedicado su carrera a la industria, aunque siempre ha sido amante de los libros y la historia. Eso se nota en la interpretación de los personajes de “El equilibrio del miedo”, especialmente a través de Hikoshi, quien en Chile conoce a Jorge Marchant, un individuo que lo acompaña en sus largas travesías a caballo y con el que llega a Chiloé.  En la isla se encuentran con Carmen Rencoret, una mujer aguerrida y de gran carácter que le debe dar un mensaje. Es este quizás, a mi modo de ver, uno de los puntos más interesantes de la trama del libro, donde los protagonistas deben desplazarse por el bosque de Cucao y acampar a la espera de esta misteriosa señora. 

De acuerdo a lo señalado por el autor, esta obra es la primera parte de una historia que consta de un total de tres libros. Sin aventurarme demasiado, me imagino que se trata de una saga que va a seguir dividiendo el orden cronológico de las historias en diversas líneas temporales, donde en los títulos de los capítulos se seguirá aclarando el año de los acontecimientos y el lugar donde estos se desarrollan en plenitud. La novela, construida con elementos de ficción, está basada, según Madrid, en hechos y momentos históricos reales que se justifican con anexos, pero donde también existen muchas situaciones inventadas. Es el placer de la aventura, el placer de viajar, de recorrer, de creer en que la historia finalmente se va escribiendo sola con un protagonista japonés que debe desenvolverse con naturalidad en distintos países, entre ellos un Chile en el siglo XIX que lo recibe con los brazos abiertos.

El equilibrio del miedo debe su nombre a una frase que le dice Carmen Rencoret, la señora de las truculencias, a uno de los personajes de la novela, dándole la bienvenida al espionaje, indicándole que la vida encubierta se vive dentro de lo que muchas veces no se ve, donde también se encuentra la estabilidad y donde persiste el temor de ser descubierto. Y es que esta obra navega sobre un mundo de aventuras que se inscribe en viajes, misterio y el riesgo donde un personaje principal se enfrenta a un desafío permanente a lo largo del trayecto. En el género de aventuras es recurrente que la acción domine los escenarios para que se desarrolle la trama. En este tipo de novelas resaltan características como la sorpresa, el terror, el misterio y la intriga. Otro punto importante son las ilustraciones que en este caso no dejan nada al azar y entregan pistas concretas de lo que va sucediendo con los protagonistas y las claves que deben encontrar para descifrar ciertos acertijos.

Otras características propias de las narraciones de aventuras son la presencia de un héroe osado y de buenas intenciones que no le teme a la acción física, a los cambios de rumbo y a la suerte que lo traslada a escenarios poco comunes o exóticos. La experiencia es la que manda porque la trama tiene abundante importancia cuando se observa un mundo exterior que influye mucho en el interior de los personajes.​

A partir de mediados del siglo XIX, época en la que se ambienta la mayor parte de la trama de este libro, las historias de aventuras se convirtieron en un popular subgénero de la ficción que creció de la mano de la alfabetización mundial y el interés por la lectura como un espacio de ayuda a la imaginación y a la itinerancia mental hacia lugares lejanos o inusuales que sólo unos pocos conocían físicamente. Por eso aparecieron grandes escritores como Julio Verne, Alexandre Dumas, Emilio Salgari y Robert Louis Stevenson, por mencionar algunos.

La obra de Madrid realiza un salto temporal a fines de la década del 90 para marcar un punto de vista más moderno con un nuevo protagonista que estudia en una universidad norteamericana y se maneja con las nuevas tecnologías y culturas. La aventura esta vez se traslada a las pantallas y a las famosas claves que no pierden su vigencia y vuelven a manifestarse de manera distinta.

Por todo lo mencionado anteriormente, la invitación está abierta para que a través de “El equilibrio del miedo”, los lectores se sumerjan en la aventura, en el placer de moverse por rumbos infinitos, donde la fantasía traslada a los protagonistas hacia universos distintos, poblados de emociones nuevas. Al igual que Hikoshi, es importante no perder la capacidad de asombro para siempre creer en la satisfacción de volar y ser distintos.

*Parte de este texto fue leído en el lanzamiento de “El equilibrio del miedo”, realizado por Áurea Ediciones el pasado 19 de junio en Santiago.

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