Sabemos del deterioro fiscal que ha experimentado el país con el fin de atenuar los impactos de la pandemia. Este año el déficit fiscal superará el 8% PIB, mientras que la deuda pública bordeará el 35% PIB. Existe un amplio consenso entre los economistas sobre la importancia de implementar una reforma tributaria que aumente la recaudación, de manera gradual, sustantiva y progresiva. Ello ayudará a una trayectoria de deuda pública y déficit fiscal sostenibles en el tiempo, permitiendo financiar demandas sociales con ingresos permanentes del Estado. Este consenso abarca economistas de izquierda, centro y derecha, incluyendo 3 ex presidentes del BC. La propuesta tributaria de José A. Kast va en sentido contrario.
Su programa propone una serie de rebajas de impuestos, las que reducirían la recaudación fiscal en un 20%. A modo de compensación, propone reducir a la mitad los actuales ministerios, desvinculando a 30.000 funcionarios públicos, lo que implicaría un ahorro inferior a 1% del gasto público. También propone disminuir en 2 puntos porcentuales el IVA, de 19% a 17%, lo que implicaría una reducción del 8% de los ingresos tributarios (1.2% PIB), dado que el IVA es la principal fuente de ingresos del Estado, representando cerca del 50% de la recaudación total.
Estas rebajas tributarias favorecen principalmente a familias de altos patrimonios (eliminación del pago de contribuciones, impuesto a la herencia y donaciones e integración del 100% del sistema tributario) y a grandes empresas (reducción de impuestos de primera categoría a 17%, reinversión de utilidades sin impuestos, etc.).
La irresponsabilidad fiscal llega al extremo cuando sugiere que el déficit fiscal que generan sus propuestas podría compensarse con un crecimiento de la economía de 5 a 7% anual, gracias a esta reducción de impuestos. Este disparate ofertista hace mucho tiempo ha sido rechazado en la comunidad académica internacional. El equipo de Kast no sólo no conoce el crecimiento potencial; tampoco sabe de los debates académicos en torno a mejores prácticas en las finanzas públicas.
Con esta irresponsabilidad fiscal, el déficit estructural aumentaría de manera insostenible en los próximos años, al igual que la deuda pública. Como si fuese poco, Kast se compromete a llevar el déficit estructural a 1% del PIB al final del periodo de cuatro años. Más que un mal chiste, esto demuestra irresponsabilidad e ignorancia económica. Lo anterior, salvo que su carta escondida sea cubrir el déficit con privatización de Codelco, Enap, Enami, EFE y TVN. Sería el retorno del «capitalismo popular» que implementó la dictadura y que terminó con los principales 10 accionistas controlando el 95% del patrimonio de estas empresas.
La propuesta económica de Kast conduce a un escenario de mayor desigualdad y concentración económica. El costo sería un empeoramiento en la provisión y calidad de bienes y servicios públicos. Los desequilibrios macroeconómicos se reflejarían en mayor inflación, tasas de interés más elevadas y niveles preocupantes de déficit en cuenta corriente. Chile debe evitar este castigo a sus aspiraciones de crecimiento verde y mayor justicia social. Es obvio que ahora se le impondrán rectificaciones a estas aberraciones de JAK pero lo que no podrán modificar son sus ideas al respecto, bien representadas en esta irresponsabilidad que denunciamos.