Elogio a la impostura

por Juan. G. Solís de Ovando

La historia registra muchas clases de imposturas y de muchos tipos: Las hay éticas y de principios como las de nuestro Luis Emilio Recabarren cuando preguntados tres veces si juraba por Dios respondió que en su condición de ateo solo podía prometer por su honor (como se hace hoy) y por eso perdió su acta de diputado. O la parecida del General Escobar, oficial español del gobierno de la República y al que un desesperado capitán franquista, -su defensor-, le rogó que jurara por el nuevo gobierno surgido de un golpe de estado para evitar la pena de muerte, pero nada. El oficial republicano que -no era marxista y ni siquiera de izquierda-, afirmó que ya había jurado por otro gobierno. ¿y qué importancia tiene eso? contestó su defensor en el tribunal de guerra, a lo que el militar replicó: Mucho, está comprometido mi honor, sin el cual, un militar no es nada. En fin, corría otros tiempos ¿No es verdad?

El pundonor y la dignidad del cargo, en ocasiones, exige ciertas imposturas para oponerse a la impostura, como cuando el presidente Frei Montalva, que según cuenta Gabriel Valdés en sus memorias, fue recibido por su homólogo norteamericano en un sofá con los pies arriba del escritorio y el presidente chileno se sentó inmediatamente al frente, del mismo modo, en clara indicación de que, si a una autoridad chilena se le falta el respeto, se le pondrá en su sitio.

Y que decir cuando en agosto de 1961, en el encuentro de la OEA en Punta del Este, contrastaba la postura del secretario del Tesoro de los Estados Unidos Douglas Dillon, delegado de John F. Kennedy, bien afeitado, pelo corto, traje oscuro y corbata finita, con un Che Guevara, representando a Fidel Castro, con barba, pelo largo, boina negra, ropa verde oliva, y botas militares, y al que cuando le tocó el turno de la palabra, inhalando efedrina de su puf, se puso de pie y con mirada desafiante a Dillon empezó a enrostrarle el dinero que la Alianza para el Progreso daba a los países latinoamericanos para que no siguieran el ejemplo de la revolución cubana. Una impostura revolucionaria. Las hay también rebeldes, como la de Gandhi cuando acudió al palacio de Buckingham con su atuendo tradicional hindú, o la de la negra norteamericana Rosa Park que en el autobús se negó a entregarle su asiento a los blancos como el conductor se lo exigía iniciando un imparable movimiento por los derechos civiles de los afroamericanos.

En Chile hemos tenido un dos veces presidente, Sebastián Piñera (qepd), cuyas imposturas desubicadas rozaban la ridiculez, al punto de convertirse en una metáfora de éstas, llamadas piñericosas, por algunos medios. La más bochornosa, probablemente fue cuando haciendo un recuadro con la mano en la bandera norteamericana señaló una pequeña bandera chilena dentro de ella. Fue un sin comentarios…. para la prensa, en general.

Pero ninguna de esas formas de imposturas ha provocado una crisis diplomática como la que recientemente protagonizó el presidente de Argentina Javier Milei.

Es una regla de la política internacional que en materia de diplomacia no se improvisa. Y aunque el viaje de Milei a España no era un viaje estrictamente oficial, tampoco era estrictamente privado. Y como era un jefe de estado el que lo hacía, evidentemente estaba sometido a todas las normas que se esperan de un representante de un gobierno amigo. También es una regla de las relaciones internacionales entre naciones civilizadas el no entrometerse jamás en los asuntos internos del país anfitrión. Muy, pero muy pocos, han desobedecido esa norma básica. 

¿A que vino a España, el excéntrico presidente argentino? La respuesta es un tanto errática, porque mientras el vocero del gobierno argentino Manuel Adorni afirmaba:  El motivo del viaje es que él va a tener un encuentro con los principales empresarios españoles, de los cuales la mayoría, si no todos, tienen inversiones o intereses en Argentina, horas antes que el avión despegase del aeropuerto argentino, se informaba al gobierno español que el Señor Presidente de la República Argentina, D. Javier Gerardo Milei, estará en España entre los días 17 y 19 de mayo, en visita privada. Lo que aumentó las dudas fue, sin embargo, que no se divisara claramente su visita con las prioridades y necesidades de la Argentina y su maltrecha economía. Recordemos que España, después de Estados Unidos es el segundo inversor en Argentina, con fondos comprometidos que se acercan a los veinte mil millones de dólares.

Todo indica que la visita tenía mucho de improvisación. Salvo el llegar a España, por la mañana, para presentar un libro por la tarde, el resto, declaraciones incluidas, se fue dando por el camino. Esto explica lo que las autoridades españolas informaran que conforme a los dichos del embajador argentino Roberto Bosh se trataba de una visita privada. Tal vez, por eso no fue ni lo uno ni lo otro: una oportunidad más para el desatino.

Al final la verdad se desnudó sola: Milei presidente de todos los argentinos, y en un viaje financiado con presupuestos de la nación, acudía a apoyar un acto organizado por el ultraderechista partido VOX, y en el que asistirían un selecto grupo de fascistas europeos y latinoamericanos como la ultraderechista francesa Marie Le Pen y el ultra chileno José Antonio KastPero Milei, era la estrella. Y por eso vino. Para disfrutar de su momento de gloria, aupado entre los suyos, y para desplegar todas sus capacidades histriónicas.

Y hasta aquí, digamos, digerible. Pero Milei tiene un problema: su personalidad narcisista, cultivada entre el maltrato infantil y la soledad de las relaciones interpersonales, necesita compensarse con la agresión iracunda, falta de urbanidad y de normas básicas de convivencia que lo convierten en un chulo grosero y violento al modo de borrachos en un bar. Y, por eso, su apoyo no se sostiene, como algunos piensan, en las afinidades ideológicas, sino en la resonancia tonta de los bobos adictos a los mensajes básicos de las redes. Ese comportamiento tiene ya su historia desvergonzada, como cuando llamó asesino terrorista al presidente Petro de Colombia, comunista y corrupto, al presidente brasilero Lula; o ignorante a su homólogo mexicano López Obrador. Por eso, la cosa venía complicada desde que Milei en su incontinencia verbal típica había dicho que Sánchez pone en riesgo a las mujeres por permitir la inmigración ilegalpalabras que un desprevenido ministro de transporte español había calificado como de alguien que había consumido sustancias tóxicas.

Y así fue como Milei llegaba a Madrid el día viernes 17 de mayo a las 10:00, iniciando una visita de tres días, sin agenda conocida y en la que no tenía previsto ninguna reunión con autoridades españolas de gobierno ni tampoco con el rey Felipe VI.

La última deriva mileista, empieza a anunciar el declive patético del caudillo argentino. Como patético fue el acto en que un puñado de fascistas que no pasaban de quince mil personas en un país de algo menos de cincuenta millones de personas, haciendo de anfitrión un partido que solo cuenta con 33 alcaldes en un país que tiene 8.132 municipios, que gobierna en varias comunidades autónomas por las migajas de poder que le paga el PP para formar gobierno, que ha ido en constante descenso electoral, y que siendo un partido nacional ostenta el tercer puesto solo porque a la izquierda del PSOE -SUMAR y PODEMOS-, van divididos. Un partido que no tiene la más mínima posibilidad de que su líder, Santiago Abascal se convierta en presidente de gobierno y que no puede exhibir una sola ley que le otorgue una identidad de partido de estado y de gobierno.

Milei fue la estrella rutilante de un circo pobre: su participación en el acto denominado Europa Viva 24, el acto de lanzamiento de VOX en las elecciones europeas, realizado en el teatro Vista Alegre, constituyó el momento más aplaudido, junto a la francesa Marine Le Pen. Las otras autoridades extranjeras lo hicieron por videoconferencia como la primera ministra italiana Georgia Meloni, el primer ministro de Hungría Víktor Orban, y su homólogo polaco Mateusz Morawiecki, entre otros. No había representantes del Partido Popular, socio en varias comunidades autónomas ni representantes oficiales de España.

Al concurrir a ese acto, Milei, asoció ilegítimamente a la Argentina al sector más ultraderechista del mundo, estrechando en vez de expandir las posibilidades de su país, y realizando lo que hace con deleite de artesano: multiplicar a sus enemigos. Todo un ejemplo de relaciones internacionales en un mundo moderno.

En el acto de VOX, y en el que varios consiguieron ovaciones, como la francesa Le Pen, además de Milei, el republicano chileno José Antonio Kast, frío y fome, fue el menos aplaudido, a pesar de que mencionó a Podemos de España y Boric de Chile– al que nuevamente trató de travesti -para subir el aplausómetropero sin conseguirlo.

Milei, en cambio, sin despegarse de su rutina y de los hits ya probados entre sus fans, desarrolló su discurso, en gran parte leído, con la misma retórica de afirmaciones sectarias, falsas, y sus galimatías económicos ultraliberales, pero daba igual, con los gritos de ¡viva la libertad carajo! reiterados antes y después de su discurso, y la entonación de su hits sobre el león, bastaba.

Casi, al final, sin embargo, y sin venir a cuento se le cayeron las palabras encima: “Pero las elites globales no se dan cuenta de lo destructivo que puede llegar a ser implementar las ideas del socialismo, porque lo tienen demasiado lejos, no saben qué tipo de sociedad y país puede producir, y qué calaña de gente atornillada al poder y qué niveles de abuso puede llegar a generar. Digo, digo, aun cuando tenga la mujer corrupta digamos, se ensucia y se tome cinco días para pensarlo”, en alusión directa al presidente de gobierno y a su esposa. Alusión que era, además, inequívoca, pues no cabía interpretar nada distinto al insulto gratuito y grosero a la esposa del presidente.

El hecho cayó como una bomba y frustró inmediatamente el resto de las actividades como el encuentro de los representantes empresariales españoles con el argentino que se apresuraron al día siguiente del encuentro, uno a uno, a criticar el gesto del mandatario argentino. 

La respuesta de Sánchez no se hizo esperar: Quien ayer habló no lo hizo en nombre del gran pueblo argentino. Defender a las instituciones españolas de los insultos y difamaciones de mandatarios extranjeros no entiende de peros. Más allá de la ideología, está la educación y el patriotismo. Advirtiendo, luego de que si no había rectificación el gobierno tomaría medidas, agregando que: España y Argentina son dos países hermanos cuyos pueblos se quieren y se respetan. Entre gobiernos los afectos son libres, pero el respeto es irrenunciable.

Como era de esperar, el presidente Milei no pidió disculpas, y acentuó el encono de sus palabras contra el presidente de un país amigo, por lo que a España no le quedó otra que reaccionar con los medios diplomáticos de su uso: retirando sine die a la embajadora española en Argentina.

También lo hizo el de Israel, pero con una diferencia: fue la respuesta al apoyo de España al reconocimiento de la nación palestina en medio de una guerra que conlleva un holocausto y no como en el caso de Milei, porque el improvisado presidente argentino, iracundo youtuber, otra vez, se dio un gusto personal.

Para todos queda, sin embargo, una pregunta molesta. Mi pluma se resiste a consumarla: ¿Qué hubiese ocurrido si ese gesto lo hubiese realizado el argentino con el presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin, o con el de China Xi Jinping, o incluso, con su homólogo norteamericano, John Biden? Me atrevo, incluso a especular que, en Chile, la cosa habría terminado mal. Muy mal. Y no solo con retirada de embajadores, probablemente. Conociendo mi país, creo que habría sido invitado a dejar su territorio en forma educada pero firme. ¿Por qué, entonces, se hizo aquí en España?

Si la pregunta es difícil mucho más lo es la respuesta. Porque es, además, dolorosa. Y es una sola: Porque hacerlo en España, en la España actual, amable y cariñosa, cercana y comprometida con los países que -aun con sus inevitables juicios históricos contradictorios- nos unen lazos de sangre y de piel, resultaba barato hacerlo. Barato, porque aquí, donde el presidente argentino fue recibido con la cordialidad de un hermano, la derecha española tan dada a invocar patrioterismos y chauvinismos trasnochados, si se trata de insultar al presidente de gobierno Pedro Sánchez, prefiere sacrificar la dignidad y ese honor que le costó la vida al general Escobar, con tal de sacar un espurio dividendo político. Y también, porque los padres somos así: preferimos aceptar que nuestros hijos nos ofendan, antes que perderlos para siempre.

No se me ocurre otra respuesta. 

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1 comment

Victoria Arias mayo 31, 2024 - 6:59 am

Muy bueno

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