Entre el encausado y el aburrido

por Jorge A. Bañales

A esta altura del ciclo electoral el bipartidismo estadounidense ofrece a los votantes un candidato enredado en causas judiciales y otro con popularidad fláccida. La única esperanza de mejoría en el menú es que falta todavía más de un año para los comicios y ambos son viejos.

La paradoja de Trump

Donald J. Trump, el cuadragésimo quinto presidente de Estados Unidos, alcanzó esta semana la distinción de dos encausamientos por crímenes federales y uno por delito estatal, con un total de 78 cargos para los cuales las sentencias máximas van desde los cuatro a los 20 años de prisión.

         En el estado de Nueva York, Trump encara un juicio por 34 cargos relacionados con la falsificación de registros empresariales para encubrir el pago a una actriz de películas pornográficas. Si es hallado culpable, allí podría ser sentenciado a cuatro años tras rejas.

         En Florida, la jueza federal Aileen Cannon ha fijado para el 20 de mayo de 2024 el comienzo del juicio por el manejo inapropiado de documentos secretos del gobierno que Trump se llevó de la Casa Blanca a su residencia en Mar-a-Lago.

         Allá, Trump acumula 32 cargos, con posible sentencia de 10 años de prisión, por quedarse con información relacionada con la defensa nacional que tienen; seis cargos por obstrucción de la justica con posible sentencia de 20 años, y dos cargos por declaraciones falsas, que añaden otros posibles cinco años de prisión.

         Esta semana un jurado investigador en Washington DC aprobó la imputación de cargos por los esfuerzos de Trump para invalidar el resultado de la elección presidencial de 2020 en la que fue derrotado, y su papel en la asonada en el Capitolio el 6 de enero de 2021.

         En este caso, el ex presidente encara un cargo de conspiración para defraudar al gobierno con sentencia máxima de cinco años de prisión, un cargo de conspiración para la violación de derechos de los votantes, con 10 años de prisión, y dos cargos por obstrucción de un trámite oficial, con posible sentencia de 20 años.

         Y con cada encausamiento más crece y se endurece el respaldo que Trump obtiene de sus seguidores, y más millones de dólares suma en contribuciones para su campaña por la reelección en 2024 y los abogados que le defienden.

         Al menos diez políticos han anunciado ya su intención de postularse para la candidatura presidencial del Partido Republicano y, según el promedio de encuestas de RealClearPolitics.com, Trump, con un respaldo del 53,9 % de los posibles votantes de ese partido, mantiene una ventaja de 35,8 puntos porcentuales sobre todos ellos. El competidor más cercano, el gobernador de Florida, Ron DeSantis figura con las simpatías del 18,1 % de los republicanos y ninguno de los otros supera la marca del 10 %.

La paradoja de Biden

Tras el revolcón de 2020 por la pandemia de la Covid-19 y desde que el presidente Joe Biden llegó a la Casa Blanca, la economía de Estados Unidos –medida por el producto interior bruto- ha crecido de manera sostenida y ha añadido 13,2 millones de puestos de trabajo.

         Desde agosto de 2022 el índice de desempleo se ha mantenido por debajo del 3,7 % de la fuerza laboral y en dos ocasiones –enero y abril de este año- registró con 3,4 % el nivel más bajo en más de cinco décadas.

         La cifra semanal de solicitudes del subsidio por desempleo, que alcanzó una cima sin precedentes de 6,8 millones en marzo de 2020, ha bajado a unos 221.000 pedidos cada semana.

         La cifra de personas que reciben ese subsidio ha bajado de unos seis millones de personas al comienzo de la presidencia de Biden a menos de dos millones actualmente.

         La tasa de inflación que un año atrás trepó al 8,5 % como resultado de los enormes programas federales para paliar los efectos económicos de la pandemia ha bajado al 3 %.

         El gobierno de Biden ha puesto en marcha mecanismos que reducen los precios exorbitantes de algunos medicamentos necesarios para la supervivencia de millones de diabéticos. Ha intentado aliviar la deuda con la que millones de estadounidenses cargan cuando salen de la universidad, y ha procurado remedios para los padecimientos de los migrantes que siguen llegando a la frontera.

         No obstante, todo lo cual, casi el 80 % de los estadounidenses consultados en una encuesta de Siena College para el diario The New York Times, cree que el país está mal encaminado, y sólo un 15 % piensa que la nación va en buen rumbo con Biden al timón.

         Entre los posibles votantes demócratas, según RealClearPolitics, sólo el 63 % apoya la candidatura de Biden para la reelección, lo cual deja un 37 % un poco a la deriva.

         La encuesta de Siena indica que la razón más importante por la cual los votantes preferían que el Partido Demócrata tuviese otro candidato en lugar de Biden, es la edad (33 %), seguida por el desempeño presidencial (32 %), y la simple preferencia de “alguien nuevo” (12 %).

La paradoja de ambos

Las encuestas ya citadas, y que se refieren a consultas con posibles votantes republicanos o demócratas, indican que Trump, a los 77 años de edad, y Biden, a los 80, lucen actualmente como los candidatos inevitables de cada uno de los dos partidos.

         A Trump le remonta el sentimiento arisco entre millones de estadounidenses de que el sistema político se ha tornado corrupto, ineficiente, ineficaz y no es más que un juego entre acomodados que engordan con las contribuciones de las grandes corporaciones. Trump enfogona multitudes con su retórica de rencor, su reclamo repetido de que le robaron la elección en 2020, y los insultos que reparte mientras se defiende como gato entre la leña y se dice víctima de conspiraciones.

         Los republicanos tienen un dilema difícil: o se suman al desfile de fanaticismo que preanuncia una derrota en 2024, o le dan batalla a Trump y al trumpismo con lo cual se divide el voto y no habrá victoria en 2024.

         A Biden no le alza mucho la opinión de otros millones de estadounidenses de que el futuro no luce mejor que el presente, que los empleos disponibles no satisfacen ni las necesidades económicas ni las aspiraciones vocacionales de la gente joven, y que poca atención se presta a cuestiones, como el cambio climático, que preocupan al ciudadano común. El lenguaje corporal y la merma de carisma exhiben un político con poca capacidad para entusiasmar a los votantes jóvenes.

         Los demócratas tienen su dilema también: la militancia políticamente correcta, con su énfasis en el aborto y la identidad de géneros bien puede ahuyentar el voto de los negros y los latinos que, si bien pueden ser “progresistas” en asuntos laborales y económicos, también saben ser “conservadores” en lo que hace a la familia, la religión y la educación. Sin el voto de estas minorías, el Partido Demócrata no tiene buen pronóstico en 2024.

         Biden y Trump comparten algo: ambos tienen índices negativos de aprobación ciudadana entre los estadounidenses en general, esto es incluidos los votantes que no son ni demócratas ni republicanos, sino independientes.

         El sitio FiveThirtyEight encontró que, tras los primeros seis meses de su presidencia con índices positivos de aprobación, las gráficas de Biden se invirtieron y desde entonces su índice aprobación no ha pasado del 44 % en septiembre de 2022 y se encuentra ahora en un magro 41,5 %.

         El índice de desaprobación para Biden subió al 57,9 % en julio del año pasado y ahora se encuentra en el 54,1 %.

         El panorama no luce mucho mejor para Trump quien nunca durante su presidencia o desde entonces, ha tenido un índice de aprobación por encima del 44 %.

         El sondeo de encuestas de FiveThirtyEight señala que sólo un 40,4 % de los estadounidenses tiene una opinión favorable del tres veces encausado y posible futuro convicto Trump, mientras que un 56,3 % sigue firme en su opinión desfavorable para el ex presidente.

         De modo que, si las elecciones fuesen ahora, los votantes estadounidenses tendrían que elegir entre dos ancianos que disgustan a la mayoría de los ciudadanos.

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