Parece que la economía por sí sola no puede explicar determinados eventos como la reciente elección en Argentina con la proclamación de Milei como ganador por más del 50% de los votos, por lo que tendríamos que recurrir a otras ciencias sociales, en especial a las ciencias del comportamiento humano que incluyen a la psicología, la psicobiología, la criminología y las ciencias cognitivas.
No podría ser de otra forma que, en términos de programa económico de gobierno, millones de personas tengan que escoger, aparentemente, entre dos opciones. La primera, con su candidato Massa, de una u otra forma, significaba el continuismo, más amplio, más moderno del peronismo pero que en lo económico se expresaba en inflación del 142,7%, la tasa anualizada más alta desde principios de la década de los noventa, una caída de la actividad económica, con un desplome del PIB en el segundo trimestre de 2,8% respecto al primer trimestre y del -3,3% si se compara con el mismo trimestre del 2022. El riesgo-país es el más alto de la región según JP Morgan (Gráfico 1) con la calificación de Moody’s de extremadamente especulativa (Ca).
Gráfico 1
Argentina enfrenta una caída de las reservas internacionales; tiene solo 21.000 millones de dólares en reservas internacionales en su banco central (BCR), equivalente a cerca del 4% del PIB, mientras se le viene un próximo pago de 4.000 millones de dólares al FMI como resultado de su programa de ajuste. Considerado tradicionalmente como un país con baja pobreza en la región presentó un aumento en torno al 40% en 2022 y un nivel de desempleo del 6,2% al segundo trimestre de 2023.
Desde el punto de vista de las ciencias del comportamiento humano pareciera que el grupo de votantes de la primera opción tiene algo de masoquismo, (de L. von Sacher-Masoch, 1836-1895, novelista austriaco), en el sentido de gozar siendo maltratado por los indicadores económicos y sociales y de seguir persistiendo en el mismo camino, aunque sea con algunos cambios.
La segunda opción significaba algo nuevo y diferente, anti – casta, anti – banco central, anti – estado.Era una opción diferente a todos los experimentos económicos anteriores. Dolarizar de frente superando a la tímida Caja de Conversión o relación uno a uno del dólar frente al peso argentino, la denominada convertibilidad, como fue a principios del año 2000. Huir del peso argentino que olía mal, según Milei a excremento. Reducir el gasto fiscal en 15 puntos porcentuales respecto del PIB, lo que significa privatizar empresas públicas, como YPF, y cortar con sierra los gastos sociales, en educación y salud pública, entre otros y aumentar el desempleo. Así, despotricando contra el «socialismo«, también prometió recortar el gasto, bajar los impuestos, reducir las regulaciones, privatizar las industrias estatales, consolidar los ministerios federales y transformar la educación pública y la atención médica mediante el cambio hacia vales y seguros privados. https://www.piie.com/blogs/realtime-economics/there-way-out-argentina?utm_source=update-newsletter&utm_medium=email&utm_campaign=piie-insider&utm_term=yyyy-mm-dd
Para los psicólogos la sierra es un símbolo fálico, para mi es un símbolo sádico, del gozar cometiendo actos de crueldad en otra persona, sadismo (de D. A. François, marqués de Sade, 1740-1814, escritor francés). Un 56% de los electores votó por Milei.
Neopopulismo versus anarquismo capitalista
Me preocupa después de tantos avances en la política económica, en el laboratorio de experimentos que fue América Latina, de décadas perdidas y en el caso de Argentina de un siglo perdido, puesto que fue considerado a principios del siglo XX como un país casi desarrollado.
En mi libro del Neoliberalismo vs Neopopulismo, un falso dilema (versión digital), planteo que la discusión es entre los diferentes grados y modalidades de intervención estatal ya sea directa, a través de empresas públicas, como indirecta, a través de los diferentes instrumentos de la política económica y de arreglos institucionales. Así, no se trata de buscar nuevos paradigmas ni recetas universales. La realidad muestra que no existe una receta única de medidas de política económica y que, la equidad y la reducción de la pobreza, deben ser parte de los objetivos explícitos de la política económica junto con la estabilidad y el crecimiento. Concluyo que, no obstante, el importante rol que juega el Estado, no es un ente abstracto, refleja intereses de clases, de grupos que capturan renta independientemente de su ideología y de su voluntad, por lo que debe priorizarse la gobernanza corporativa y, en especial, la lucha contra la corrupción.
El propósito fue demostrar que es un falso dilema escoger entre neoliberalismo y populismo, puesto que un velo ideológico ha obscurecido el debate exaltando a los mercados o al Estado, apartándose de la amplia y rica teoría económica, de la evidencia empírica y de la realidad concreta. El mundo de la política económica es más amplio y flexible que no cabe el uso de etiquetas estrechas que, por una parte, sobre simplifican la complejidad de los problemas del crecimiento y la equidad y, por otra parte, no permiten el uso del arsenal de la política económica que admite una combinación de objetivos e instrumentos diversos.
El caso de Argentina es un ejemplo de los antagonismos entre el neoperonismo y el autodenominado “carajismo libertario” o versión reciente del neoliberalismo que sería el anarcocapitalismo y que va a derivar inevitablemente en una “moderación” o alianza con la casta o “Macrimoderación” del programa de Milei y una combinación entre la sierra de Milei con la sierra del FMI, lo que vendría a derivar en una especie de sadomasoquismo.
El sector fiscal
No hay que olvidar, que con todas las críticas que se haga a la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015) en Argentina, dejó una situación relativamente saneada del endeudamiento público. Fue con Macri (2016-2019), el actual aliado de Milei, que el endeudamiento público bruto subió de 52,6% en 2015 a 88,8% del PIB en 2019 y el Gobierno saliente peronista le va a dejar, según estimación del FMI, con un nivel similar de 89,5% (Gráfico 2). Este nivel de deuda pública en todo caso es muy parecido al de los países del área del euro (89,6% del PIB) y menor al de los países avanzados (112,1% del PIB).https://www.imf.org/en/Publications/FM/Issues/2023/10/10/fiscal-monitor-october-2023
Con el nuevo Gobierno de Milei, no creo que baje, salvo una renegociación con el padrinazgo del FMI. No debería, en teoría, emitir deuda pública en pesos argentinos porque olerían mal y solo debería emitir en dólares que huelen bien, pero en función de la capacidad de pago de las exportaciones y de la disponibilidad de pago según el nivel de las reservas internacionales. Por otra parte, si se quiere reducir el rol del estado o si se quiere un estado minimalista, para qué hacerle crecer con mayor endeudamiento ya sea externo o interno. En todo caso, los compromisos contraídos con el FMI, en cuanto al monto o paquete de recursos, van a ser contabilizados como endeudamiento público externo.
El problema de reducir el rol del Estado y en especial el gasto público es una de las promesas que poco se cumple en la economía, empezando con la revolución neoconservadora de Reagan en EEUU y el thatcherismo (Thatcher (1979-1990) en el Reino Unido y terminando con los programas de ajuste estructural del FMI. La oferta de Milei de reducir 15 puntos porcentuales del gasto público respecto al PIB, aunque esté fuera de contexto económico hay que ponerle dentro del contexto estadístico de la evolución del gasto fiscal en Argentina (Gráfico 2). En los 4 años de Macri bajó de 41,4% del PIB en 2015 a 37,7% del PIB, es decir 3,7 puntos porcentuales, mientras que el Gobierno de Fernández, sin contar COVID en promedio fue de 37,6% del PIB manteniendo el nivel dejado por el ahora aliado de Milei.
Gráfico 2
Argentina: Endeudamiento Público Bruto y Gasto Fiscal
En porcentaje del PIB
El otro problema, reducir o eliminar el déficit fiscal es igualmente una consigna atrayente fácil pero que requiere de epopeya su reducción en forma sostenible. El inconveniente es determinar que meta es aceptable. No hay consenso como en la inflación del 2% de meta objetivo, puesto que históricamente los países avanzados han tendido al déficit. En el caso del Área del Euro la norma es que “mantengan el déficit efectivo por debajo del 3% del PIB, excepto en caso de shocks excepcionalmente fuertes”. Para el 2023 el déficit fiscal promedio esta en 3,4% del PIB, y en las economías avanzadas, según el Monitor Fiscal del FMI, el promedio es de 5,2% del PIB.
Bueno, en el caso argentino, el FMI estima para 2023 un déficit de 4% del PIB, nivel similar al de los años precedentes sin contar el Covid del Gobierno de Fernández (Gráfico 3). En cambio, cuando su aliado Macri gobernó entre 2016-2019 el déficit promedio fue mucho más alto de 5,8% del PIB. Sin embargo, la trampa del FMI, es la meta del balance primario. El déficit primario es la diferencia entre los gastos corrientes de un Estado y su recaudación de impuestos. Es decir, recoge los gastos e ingresos públicos sin contar los pagos de intereses de la deuda pública. En este campo tiene experiencia Macri puesto que logro reducir el déficit primario de 4,8% del PIB en 2016 a 0,4% del PIB en 2019 cumpliendo con la meta del FMI en ese año (Gráfico 3).
Gráfico 3
Déficit Fiscal Global y déficit primario
En porcentaje del PIB
Así, América Latina ha vuelto a ser el laboratorio económico y en especial Argentina, donde un expresidente de su Banco Central llamado Raúl Prébisch fue uno de los primeros críticos a los enfoques monetaristas y acuerdos Stand-By del FMI y fundador del llamado pensamiento cepalista, que fue derrotado, muerto y sepultado con el Consenso de Washington en los ochenta, el cual fue herido gravemente durante la crisis financiera mundial de 2008, estuvo en terapia financiera y parece que fue clonado y recargado con el anarcocapitalismo actual.