“Freaks”, la rebelión de los fenómenos.

por Tomás Vio Alliende

El director Tod Browning no tuvo que usar efectos especiales de maquillaje, ya que todos los personajes de la película de 1932 eran engendros que se veían y actuaban tal cual lo hacían en la vida real. “Los problemas de uno son los problemas de todos” es el lema de estos monstruos que se rebelan contra un mundo que abusa y se burla de los que son diferentes.

La película “Freaks” siempre fue un misterio para mí hasta que la pude ver hace muchos años en un galpón de Teatro La Casa con una presentación del director del establecimiento, el ya fallecido director y dramaturgo Fernando Cuadra. En ese entonces, la historia de Hans, el enano que se venga junto a sus amigos fenómenos de la trapecista que quiere quedarse con todo su dinero me hizo mucho sentido. La película fue interpretada por personas con verdaderas deformidades físicas y enfermedades como enanismo, síndrome de Virchow-Seckel, microcefalia, entre muchos otros. El director Tod Browning no tuvo que usar efectos especiales de maquillaje, ya que todos los personajes eran tal cual se veían en la vida real. “Los problemas de uno son los problemas de todos” es el lema de los protagonistas de una película monstruosa que establece una rebelión en contra de la bella trapecista cuando se conocen sus verdaderas intenciones.

Browning venía del éxito de “Drácula”, con Bela Lugosi, y pensó en que esta historia, inspirada en un relato llamado “Espuelas de Tod Robbins, iba a lograr un relativo éxito. Lamentablemente “Freaks fue un fracaso de público, debido a que el tema fue considerado repugnante.

La gente en las graderías gritaba, hubo amagos de abortos y desmayos ante las imágenes que mostraban a los fenómenos sin demasiada censura en el circo en actitudes cotidianas tales como conversando o fumando un cigarro. En 1932 nadie estaba preparado para una película de este estilo. Se redujo su metraje y la cinta estuvo guardada hasta 1962 cuando fue reflotada en el Festival de Cine de Venecia. Fue en ese entonces cuando se consideró, se revaloró y ahora está en el umbral del séptimo arte como una gran película de culto. En 1994 fue considerada “histórica y estéticamente significativa” por la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos y seleccionada para su preservación en el National Film Registry.

La disyuntiva es la siguiente: ¿es necesario mostrar fenómenos de feria para que se vea lo aberrante que puede llegar a ser la sociedad? La verdad es que no. Existen fenómenos con chaqueta y corbata, apariencias normales que pueden llegar a ser peores que monstruos con enanismo, cerebros pequeños o cuerpos mutilados. Lo que muestra “Freaks” es que los verdaderos fenómenos se mantienen ocultos, se rebelan de vez en cuando y se esconden bajo apariencias normales. El verdadero monstruo es el que es capaz de hacer cualquier cosa para lograr sus propios intereses, sin que le importe el daño que pueda causar en los demás.

Después de la película el término freak se empezó acuñar para determinar algo extraño o marginal. Es un término comúnmente usado sobre algo que sale de lo común, que obsesiona, que llama la atención. Browning siempre fue un cineasta que quiso llamar la atención. Con “Freaks”, se le pasó la mano, pero era algo que él quería hacer porque su infancia, antes de dedicarse al cine, la pasó en un circo con todos estos seres extraños. Al aparecer en el filme, muchos de estos personajes se sintieron verdaderas estrellas que no querían salir al exterior sin sus anteojos oscuros. En el libro de Diego Curubeto, “Cine bizarro”, se cuenta que más allá de sentir compasión por sus actores, Browning tenía una inclinación perversa hacia ellos. William Tuttle, maquillador de Hollywood señalaba que el director era demasiado exigente “Nunca nadie quería trabajar en una película de Tod Browning. El exigía que los técnicos trabajaran hasta el agotamiento. Estaba decidido a conseguir lo que proponía en la película de cualquier manera posible”.  Y así lo hizo, logrando con “Freaks” resultados extraordinarios. Tiempo después, cansado del mundo hollywoodense y luego de fracasar en su último proyecto en 1939, se recluyó en su casa de Santa Mónica y jamás volvió a filmar nada hasta el día de su muerte en 1962.   

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