Por Mario Valdivia V.
Siempre me ha parecido extraña la emergencia de la política de identidades. ¿Qué pasó, qué hizo que se hiciera tan aparente lo que antes se percibía poco? ¿Cómo ocurrió que despertamos? Una consciencia woke autogenerada no me calza. ¿De dónde este turboliberalismo que cree poder hacer efectivas en el estado liberal democrático capitalista las promesas originarias de libertad e igualdad, denunciando y corrigiendo todos los impedimentos que pesan sobre particularidades diversas?
Marx enseñó que las ideas y la política reflejan las contradicciones que ocurren entre las relaciones de producción y la tecnología. Es una gran orientación para explorar lo que ocurre en la producción de las mentalidades. Tiene mucha verdad. Y no es necesaria la fe en la ´ley del trabajo´ (que el valor económico corresponde a la cantidad de trabajo invertido en la producción) para usarla como ubicatex.
Fue una buena nueva neoliberal asumir que, así como las economías se abren, las elites también lo harán para quienes tengan los estudios y las credenciales necesarios. El ascenso social está abierto al mérito, se dijo, multiplicando el número de centros de educación superior. En Chile, en 2023 hay 1.341.439 estudiantes en universidades e institutos profesionales; en el año 2000 había 435.884. Los de post grado son ahora 82.634, hace diez años 50.505. Una verdadera explosión de pretendientes a incorporarse a las elites técnico – intelectuales. Pretensiones fatalmente en gran parte frustradas. El sistema económico neoliberal no crea tantos puestos de elite. Y la educación pagada añade a la frustración de no llegar a las cumbres una carga económica soportable solo por la elite, por lo mismo gravosa en extremo para la mayoría.
Mirada la situación con estos ojos, la política identitaria corresponde a una estrategia, seguramente no pensada en estos términos, de multiplicar las cuotas y los puestos de elite disponibles en las empresas, la administración del estado, la academia, las organizaciones en general. ¿Tener estrategias que no sabemos que tenemos? Es una riqueza del pensamiento de Marx permitirnos comprender precisamente eso, que tenemos ideas, principios, valores, ideales, en nuestra ´mente´ que hemos adquirido sin mayor reflexión en nuestras relaciones económicas. No es necesario convertirla en un dogma para ver cuán valiosa puede ser para entendernos a nosotros mismos.
La promesa delirante, o mendaz, del neoliberalismo, de una elite abierta al mérito de la educación superior desató todo esto del woke, la obsesión por la inclusividad que ahora aquel aborrece. Tal como produjo las masas trabajadoras y de empresarios norteamericanos ´left behind´ por la globalización, las que eligieron a Trump. Ambos, woke y dejados atrás se odian, pero tienen más en común de lo que piensan. El día que alguien invente cómo articularlos, el mundo político cambiará.
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No hay mejor pregunta que las que se resisten a ser contestadas. Quedó resonando en el aire un susurro de fantasma que le advierte al MAGA y al WOKE que las diferencias sustantivas no están entre ellos; si no quizá entre cada uno y las respectivas elites que promueven sus discurso. En las ultimas décadas hemos visto la calavera un par de veces. En la crisis del 2007 nos enteramos de la globalización había beneficiado mucho menos a los chinos pobres acarreados por el milagro manufacturero Chino y a los occidentales lanzados al emprendimiento en playas sin ola, que a las respectivas elites. El 1% de ultra-ricos controlaba el 50% de la riqueza global; y el 90% de abajo controla el 15%. Una década más tarde las ondas de calor y las bombas de lluvia nos revelaban el significado de pasar de 200 a 300 giga-tones de carbono en la atmósfera en los últimos 150 años. Como se distribuyen las oportunidades del capitalismo laissez-faire y del cambio climático? Digitalización de Moore, celdas solares, proteínas sintéticas, logística global, finanzas globales, elites regionales para los negocios y el crimen organizado. Koch, Soros, Epstein, Gates, Clinton, Trump. Hoy cambio de dirección en 180 grados y mucha guerra. La elite política y el poder fáctico organizan a sus rebaños con discursos carismáticos… recuperemos el pasado brillante! arengan los resucitadores…o seamos finalmente almas libres para experimentarlo todo! proclaman los nobles buenos progresistas. En común parecemos tener el resentimiento, el ser creyentes, el deseo de participar en la creación de un mundo mejor, y la incapacidad de sostener un orden virtuoso que desde los psicodélicos 70s advertía Melquiades. Hoy los megáfonos digitales están muy bulliciosos y no dejan escuchar. Las agendas políticas más importantes parecen ser la del PCC y los populismos oportunistas de occidente en color A o B. La voz de MAGAWOKE se abre camino a ciegas, en medio del trabajo, la templanza y las bendiciones de Gaia. El megáfono separa, la gente sospecha, la AGI viene a toda maquina.