Julia Pastrana, la mujer que acaparaba las miradas.

por Tomás Vio Alliende

De origen indígena y nacida en el siglo pasado, la mexicana fue famosa por ser obligada a exhibir su hipertricosis en América y Europa. Víctima de la ignorancia y considerada cruelmente una humana-mona, sufrió de la discriminación hasta después de su muerte.

Es increíble lo que hace la ignorancia, la discriminación y el sexismo a pesar del paso de los siglos. Julia Pastrana (1834 – 1860) nació en Sinaloa, México, en una familia de indígenas americanos conocidos como “buscadores de raíces”. Presuntamente fue abandonada a temprana edad y encontrada en una cueva junto a una mujer que la adoptó y la cuidó como si fuera su hija. Sufría de hipertricosis y estaba completamente cubierta de pelo largo y sus dos hileras de dientes la convirtieron en un fenómeno de feria que inicialmente trabajó como sirvienta en la casa de Pedro Sánchez, gobernador de Sinaloa.

Fue tratada prácticamente como una esclava hasta que llegó a las manos de un inescrupuloso comerciante Theodor Lent, quien le sacó partido hasta después de su muerte en ferias y espectáculos donde la llamaban “La indescriptible”. Incluso Lent llegó a casarse con ella para que el negocio fuera más fructífero y rentable. Mujer de finos modales, Julia hablaba español e inglés, además de bailar y cantar como mezzosoprano y de incluso cabalgar en uno de sus espectáculos. Viajó por toda Europa, quedó embarazada y dio a luz un niño con las mismas características de ella que vivió muy poco tiempo, treinta y cinco horas. La madre también falleció cinco días después. Ambos fueron embalsamados y estudiados por un médico ruso que posteriormente fue demandado por Lent, quien ganó el juicio y siguió exhibiendo y usufructuando de la mujer y su hijo. Después de la muerte de Lent, quien falleció completamente loco en un sanatorio, las momias se pasearon por distintas partes.

Los alemanes quisieron destruirlas, pero el Tercer Reich decidió conservarlas para sacarle partido comercial. Las momias se exhibieron públicamente hasta 1970 en Noruega y después que la momia del bebé fue dañada y devorada por ratones, Julia fue robada hasta que apareció y fue guardada en Oslo hasta 1990. En 2011 la Universidad de Noruega se comprometió entregar los restos de la mujer a México.  Este hecho se concretó en 2013 y su cuerpo embalsamado fue sepultado en el cementerio histórico en Sinaloa en un acto de dignificación y respeto a los derechos humanos. Pasó demasiado tiempo bajo el puente.

Más allá de una historia de teleserie y de una vida que ha sido adaptada en el cine y el teatro, llama la atención lo vulnerable del ser humano por ser distinto, por verse de otra forma. Pastrana tuvo la ventaja de tener modales estilizados y la inteligencia de dominar varios idiomas. Incluso Charles Darwin escribió sobre ella:

“Julia Pastrana, una bailarina española, era una mujer extraordinariamente fina, pero tenía una gruesa barba y frente velluda. Fue fotografiada y su piel puesta en exhibición. Pero lo que nos concierne es que tenía en ambas quijadas, superior e inferior, una irregular doble hilera de dientes. Una hilera colocada dentro de la otra, de lo cual el doctor Purland tomó una muestra. Debido al exceso de dientes, su boca se proyectaba y su cara tenía la apariencia de la de un gorila.”

Darwin confundió la nacionalidad de Pastrana y observó el fenómeno desde su vereda, el punto de vista científico, muy lejos de la singularidad propia de una mujer talentosa que, incluso después de muerta, tuvo que sufrir el desdén y la discriminación.

Casi como un cuerpo raptado, detenido y escondido tuvo que aguantar la derrota de muchos años, sin descanso por culpa de la avaricia de muchas personas. Afortunadamente volvió a su cuna, a su querida Sinaloa donde hoy puede descansar en paz.

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