La castaña, mucho más que que un fruto seco, pura poesía

por Dante Cajales Meneses

Todos conocemos las bondades de las castañas en otoño. Una fuente de nutrientes, que incluye carbohidratos, vitaminas, fibra y minerales.  Su sabor dulce, levemente tostado y su clásica textura harinosa en el paladar. En almíbar, con crema o secas, con vino caliente, como se sirven en la casa del poeta Jorge Montealegre en el día de su cumpleaños. Es sabido que en Europa las castañas fueron reemplazadas por las papas sudamericanas. En los ‘80s fueron pura poesía, humor gráfico y, sobre todo, una gran fraternidad.

Cuando las condiciones de represión obligaron la búsqueda de recursos y espacios para expresarse y esquivar la censura impuesta a todo tipo de voz, y la peor de todas, la autocensura, surge La Castaña, una revista literaria de poesía y humor gráfico. Editada y publicada en medio de una dictadura. Fue una de las revistas literarias más singulares que circuló en Chile en la década de los ‘80s. Una experiencia editorial que vino a enriquecer la diversidad. Nació del deseo de un grupo de poetas jóvenes, nacidos en los años ´50. Dirigida por Jorge Montealegre, con Hernán Venegas como editor gráfico.

En el prólogo de la edición que reúne los 7 números, más el 8, el censurado, congregados en una edición facsimilar que se publicó el año 2021, la escritora Pía Barros escribe: “La Castaña fue una hermandad de amigos entusiastas por hablar el lenguaje común de la poesía y la gráfica. Yo llegué tarde a esta cofradía y me hicieron un espacio que, tras un par de codazos feministas, también fue el lugar de la narrativa”. Mi amigo y poeta Horacio Eloy, autor de «Revistas y publicaciones literarias en dictadura (1973-1990)», escribe: La revista fue una publicación fuera de serie en el espacio literario chileno. 

Jorge Montealegre y Hernán Venegas

El trabajo voluntario, el trueque y el canje fueron prácticas habituales para publicar las revistas literarias en los ‘80s. Los colaboradores en La Castaña, todos y cada uno, ad honorem. Se solía informar sobre las «publicaciones recibidas» e incluir avisos que anunciaban más fraternidad que competencia. En La Castaña podías encontrar avisos de otras revistas literarias como La Gota Pura, editada de Ramón Díaz Eterovic; El Espíritu del Valle, dirigida por Gonzalo Millán. O el mítico El gato sin botas de Ramón Díaz y Sonia González como también Pata de Liebre, del poeta Aristóteles España. Quiero destacar que, como Jorge Teillier, prácticamente todos los poetas entregaron escritos inéditos, a puño o mecanografiados sin mediar pago alguno.

En todos los números te podías encontrar con escritores que vivían en el exilio: Armando Uribe, Castellano-Girón o Roberto Bolaño cuando eran prácticamente desconocidos para los jóvenes poetas de Chile de los ‘80s. También hubo autores inéditos: Pedro Mardones, antes de que firmara como Pedro Lemebel. Elicura Chihuailaf, Rodrigo Lira, Gonzalo Rojas, Díaz Casanueva, Alfonso Alcalde, Teillier, Hahn, Millán, Ana María del Río, Teresa Calderón, Verónica Zondek, Rosa Betty Muñoz, Andrés Morales y el firmante de esta nota.

La revista se propuso mostrar también facetas desconocidas de los autores. Escritores dibujando, dibujantes escribiendo; cantantes escribiendo. Enrique Lihn, Isabel Parra y Payo Grondona; Roberto Matta; José Palomo y Rufino publicaron sus trabajos en La Castaña. También se editaron números especiales como: «Poetas chilenos jóvenes en Europa», «Poetas nuevos y denuncias de muerte», «Poetas chilenos jóvenes y el humor». Para el N°8 de La castaña, los editores realizaron un «Memorándum de poetas a cantantes». En la oportunidad, Nicanor Parra compartió una primera versión de su poema «Zalo Reyes»; Mauricio Redolés un poema “Collage” dedicado a Sandro. Como la revista N°8 no salió, el «Memorándum de poetas a cantantes» derivó en un libro que reunió a más de 170 poetas en Wurlitzer Cantantes en la memoria de la poesía chilena de Jorge Montealegre (2018)

Si comparamos las posibilidades que existen hoy para hacer una revista, lo maravilloso de la producción gráfica fue que el armado de las páginas se hizo totalmente a mano. Se escribió con rapidograph sobre papel kraft, columnas recortadas montadas en mesas de luz; en los títulos se utilizaron letras set, cemento de caucho para pegar. La distribución de la revista fue un tema aparte. Si se ganaba algo con la venta, el dinero siempre fue para sacar otra revista. Aunque su no legalidad fue una característica de rebeldía para su tiempo, la revista tuvo algunos puntos de venta en librerías de Santiago, que apoyaron con sus avisos, como América del Sur (de César Soto), Altamira (de Jorge Edwards), Librería de Luis Rivano y La Latinoamericana (de Enrique Lafourcade en la Plaza Mulato Gil).

Portada de la edición facsimilar. (2021) – Contra portada de la edición facsimilar. (2021)

La mejor distribución de la revista la hizo el poeta Erwin Díaz. En más de una ocasión lo acompañé a recorrer el barrio Bellavista para vender por mano y de mesa en mesa en bares como el Venezia o El café del cerro. Terminábamos nuestro recorrido cerca de la media noche en el Prosit, donde me invitaba a comer un completo para dos. Vivimos un tiempo en que la solidaridad fue más que una consigna. Esto dio pie para atreverme a vender mis trípticos de poesía, El humo viene de los patios y El hoyo de la pandereta. Erwin lo hizo con su tríptico Poemas de Conchalí, y creó la revista El Organillo. Posteriormente publicó las antologías: 16 poetas chilenos con prólogo de Enrique Lihn (1987); Poesía chilena de hoy, prologado por Federico Schopf (1988) con seis reediciones y Los dominios perdidos, una selección de poemas de Jorge Teillier (Fondo Cultura Económica, 1992). Pasó de vender poesía de mano en mano a tener una librería, La orquesta de cristal. En una oportunidad, el programa de conversación Off de Record de Fernando Villagran realizó una cuña con Roberto Bolaño en la librería. Hoy Erwin Díaz es el dueño del Thelonius, lugar de jazz.

La Castaña contribuyó de un modo u otro a la organización del Colectivo de Escritores Jóvenes (CEJ). Estaban fuera de otros circuitos. Tomaron distancia del panfleto y de cierto esnobismo. En las notas sobre La Castaña 2021, cito:


Hay un quiebre trágico: la muerte de Armando Rubio y de Rodrigo Lira. Como generación teníamos una deuda con ellos, ya que dejaron sus obras inéditas. Entonces, un deseo que nos unía además de combatir a la dictadura. 

Para los editores es una satisfacción retroactiva recordar que, cuando se publicaron poemas de Armando Uribe, Gonzalo Rojas, Manuel Silva Acevedo, Efraín Barquero, Elicura Chihuailaf, Elvira Hernández y la crítica al segundo libro de Raúl Zurita, ninguno de ellos había recibido el Premio Nacional de Literatura. Es lamentable constatar que la mayoría de los colaboradores de la revista ya no están y partieron sin el reconocimiento debido. Por nombrar algunos como Alfonso Alcalde, Enrique LihnJorge TeillierFloridor Pérez.


El azar hizo que gracias a las “gracias” de La Castaña algunos de sus integrantes pasaran del trabajo voluntario tipo cesantía, a trabajar en la prensa formal. Así, desde 1986 y por diez años hicieron el “Sentido del Rumor” en La Tercera, con textos de Montealegre e ilustraciones de Luis Albornoz, Eduardo de la Barra y la producción de Venegas. 

(Notas sobre La Castaña, 2021)

Fueron los tiempos de las primeras protestas nacionales en contra de la dictadura, un plebiscito y la primera elección presidencial en 17 años y otras distracciones y acomodos para sobrevivir en el modelo económico. Terminada la dictadura, los editores pensaron en otra revista, pero ya no era pertinente. En 1989 el equipo editor dejó la revista N°8 lista, totalmente editada, inédita. Buscando preservar la esencia de esta publicación literaria chilena de los ‘80s, la edición facsimilar de La Castaña (2021) es una reedición de la revista original que reproduce fielmente el contenido y diseño de los ocho números entre 1982 y 1987. En las notas sobre La Castaña 2021, cito:


En 1987 Venegas+Montealegre participan en la fundación del diario La Época publicando la tira diaria «Entrelíneas» y varios -casi todos- de los colaboradores habituales participamos en el suplemento «Humor» de la revista Hoy. En esos que haceres, trabajando juntos, dejamos de publicar La Castaña. 

Portada de la edición N°6 del invierno de 1986. Gentileza, memoria chilena

A los nostálgicos, a los ausentes, a las y los amantes de la poesía, a las nuevas generaciones de poetas, quiero recordar que no siempre tuvimos 8 horas de trabajo, que no siempre hubo un contenedor de basura en la esquina del barrio, y que esta nota la escribí para que no olvidemos cómo se publicaba poesía en los ‘80s, antes de las computadoras y los procesadores de textos, antes del InDesign o el Photoshop, mucho antes de las IA. Y antes que termine el otoño, en esta nota la “Castaña” en los ‘80s fue más que un fruto seco, fue puro humor gráfico, narrativa y, sobre todo, una maravillosa hermandad entorno a la poesía.

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Ficha técnica

Autores: Jorge Montealegre; Hernán Venegas

La Castaña: humor, gráfica y poesía 1982-1987

Editorial Asterión, 2021

240 páginas, 17 x 21 cms.

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2 comments

Pepe Fuentes Blanc mayo 29, 2025 - 1:26 pm

Muy interesante este periplo de la revista La Castaña, arduo trabajo de investigación y recopilación que ha realizado el poeta Dante Canales. Un saludo desde tierras de España

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Miguel Angel Rivera mayo 29, 2025 - 2:41 pm

Un gran homenaje a la literatura nacional y sus artistas. Gracias Dante por esta nota.

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