La crisis entre España y Argelia. Cuando el sentido de la oportunidad escasea.

por Patricio Escobar

Pedro Sánchez es un político con gran afición por las apuestas fuertes, y muchas veces sus adversarios quedan perplejos ante movimientos que solo el PSOE celebra. Algunas resultan un gran fracaso y exhiben una preocupante ausencia de escrúpulos. Con el fin de ganar tranquilidad en la frontera Sur, decidió traicionar al pueblo saharaui entregándolo a Marruecos. Sin embargo, no contó con la reacción de Argelia.

El problema

El pasado miércoles 8 de junio, el Gobierno de Argelia informó de la suspensión con efecto inmediato del Acuerdo de Amistad, Buena Vecindad y Cooperación suscrito con España hace dos décadas. La razón, el viraje en 180º de la política española respecto al Sahara Occidental, antiguo Sahara Español. 

La noticia sentó como un balde de agua fría en la sede del Gobierno. Primero, porque parecía que la polvareda que levantó el “acercamiento” (por llamarlo de algún modo) a Marruecos se había aquietado, y segundo, porque peligraba el abastecimiento de gas natural a España y a Europa, en medio de una coyuntura especialmente adversa, explicada por la guerra proxy entre la OTAN y Rusia.

Pasado el impacto inicial, cada agente comenzó a evaluar la profundidad y las implicancias del problema. Existe consenso en que Mr. Murphy continúa   teniendo razón desde que anunció sus leyes: luego de la primera, que vaticina que “si algo puede salir mal, saldrá mal”, agregó que siempre “todo puede empeorar”.

Pero, ¿cómo fue que llegamos hasta este punto en que pende suspendido en el aire el futuro energético, no solo de la península Ibérica, sino de una Europa que busca desesperadamente salidas al atolladero en que se metió al atizar el conflicto en Ucrania?

Un poco de historia

La primitiva población del llamado Sahara Occidental es resultado de la migración forzada de los habitantes del Norte de África, luego del avance de las tribus bereberes y la penetración islámica del siglo VIII. Esa población desplazada se asentó en la zona de la costa atlántica del desierto del Sahara.

Las primeras incursiones de España en el norte de África se producen después de la derrota de Boabdil por parte de los Reyes Católicos y la captura del Reino de Granada en 1492, y cinco años más tarde la Corona de Castilla anexionaba la ciudad de Melilla en el continente africano.


https://saharaoccidental.es/sahara/geografia-sahara-occidental/

Con la absorción de la Corona de Portugal en 1580, Castilla incorporó las antiguas posesiones portuguesas en la costa atlántica de África, y de esa época datan los primeros asentamientos españoles en la zona. En el siglo XIX, en el Tratado de Wad Ras, el sultán de Marruecos reconoció los derechos de España sobre esta región, y también de esa época data la formación de un protectorado español sobre Marruecos, compartido con Francia, que perdurará hasta la independencia de ese país en 1956. Al año siguiente, el Sahara Occidental se convirtió en una provincia de España.

Desde finales de la década del sesenta, se viene planteando la independencia de los saharauis y su territorio por parte de la ONU, pero el intento persistente de Marruecos y Mauritania por anexionar la región rica en minerales y recursos pesqueros, impidió avanzar en ese objetivo. En los años setenta, España, incapaz de asegurar los derechos de los saharauis frente a acciones y amenazas de sus vecinos, plantea a la ONU la realización de un referéndum de autodeterminación, lo que fue aceptado y dio lugar a la resolución 3458B del 10 de diciembre de 1975.

Sin embargo, ese mismo año Marruecos organizó un desplazamiento poblacional hacia la zona, que bautizó como “la marcha verde”, estableciendo la ocupación de facto del territorio saharaui. En el mes de noviembre se firmó el Acuerdo de Madrid, que establecía la administración tripartita del Sahara Occidental entre Marruecos, España y Mauritania, hasta el 28 de febrero de 1976, fecha en que debía realizarse el referéndum de autodeterminación. Ello no ocurrió puesto que, incapaz de contener a Marruecos, España se retiró días antes, tras lo cual, el día 27 de febrero de 1976, se proclamó unilateralmente la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), dirigida por el Frente Polisario.

Casi de inmediato, se inició la guerra de independencia de los saharauis contra Marruecos y Mauritania, organizados en las milicias del Frente Polisario. A pesar de la diferencia de poder y capacidades, en 1979 Mauritania renuncia a sus aspiraciones territoriales y reconoce al Polisario como representante de los saharauis. Marruecos, de facto queda como único ocupante de los territorios del Sahara Occidental, lo que se vio seriamente comprometido ante los progresos del Frente Polisario en la guerra. Sin embargo, antes de ser derrotado, Marruecos recibió el apoyo de Francia, España, Arabia Saudí y Estados Unidos, para evitar la independencia de la RASD, que mantenía estrechos lazos con Argelia, quien, a su vez, recibía apoyo de la URSS. En medio de la Guerra Fría, Occidente no estuvo dispuesto a permitir un nuevo país que se sumara a la corriente de Argelia y Libia en la región. Desde ese momento la situación quedó en un interregno. Marruecos ocupa de facto el 65% del país de los saharauis y explota ilegalmente sus recursos. El Frente Polisario ocupa el 35% del territorio y es reconocido por 84 países como gobierno legítimo del Sahara Occidental, quedando aún pendiente la resolución 3458B de la ONU, que obliga a la realización de un referéndum de autodeterminación, cuya realización es responsabilidad de España.

La República Árabe Saharaui Democrática reivindica un territorio de 270 mil Km2, ligeramente inferior al de Italia. En ese espacio alberga algo océano Atlántico.

El problema de la frontera Sur de Europa

Las relaciones entre España y Marruecos poseen múltiples aristas, y en la base de muchos conflictos se encuentran los enclaves de Ceuta y Melilla, ciudades autónomas pertenecientes a España, pero que se encuentran en el territorio reclamado por Marruecos y que la prensa de ese país llama habitualmente “presidios ocupados”. Los límites de estas ciudades constituyen la frontera sur del Espacio Schengen, que para efectos migratorios funciona como un solo país. Por esa razón existe una presión migratoria constante y que tiende a agravarse desde el estallido de la primavera árabe.

Otro aspecto del clima de tensión actual es la situación existente entre Argelia y Marruecos que, según distintos analistas, puede desembocar en una guerra abierta próximamente. Si bien el nudo del conflicto se encuentra en la situación del Sahara Occidental y la ocupación ilegal de Marruecos, la escalada actual se origina en el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Marruecos e Israel, lo que es ampliamente rechazado en el mundo árabe, que en general es solidario con la causa palestina. Ello es parte de la política de Donald Trump en la región, y que condujo a que  los Emiratos Árabes, Bahréin y Sudán, junto a Marruecos establecieran relaciones con Israel. Cada uno obtuvo ciertas prebendas con ese fin, y en el caso de Marruecos fue el reconocimiento de sus derechos sobre el Sahara Occidental por parte de Estados Unidos. 

Las tensiones entre España y Marruecos han estado caracterizadas por una sucesión de crisis migratorias que el país africano desata mediante el simple expediente de relajar su control fronterizo en Ceuta y Melilla, lo que se ha convertido en una forma de expresar su desacuerdo frente a alguna política que Mohamed VI considera lesiva para el Reino de Marruecos. Cuando ello ocurre, se producen intensas oleadas de migrantes subsaharianos que intentan saltar las alambradas que separan ambos territorios. En cada una de estas fronteras, centenares y a veces miles de migrantes, acampan esperando el momento propicio para intentar el salto que esperan les permita aspirar a un futuro mejor.

España y Argelia

Iniciada la guerra de Ucrania, Europa debió darse por enterada de que tenía un problema no sopesado adecuadamente. Es más, de haber tenido una visión más acabada de las implicancias, es improbable que la UE, junto a la OTAN, hubieran jaleado a Ucrania para que provocara a Rusia. El problema radica fundamentalmente en que Rusia y Ucrania aportan entre un tercio y el 40% de todo el grano que se comercializa en el mundo, y en un contexto de guerra entre ambos, además de las sanciones a Rusia, el mercado de cereales se hunde y condena al mundo a procesos inflacionarios por el costo de los alimentos, si no directamente a la hambruna. 

Pero, además, hay otro aspecto igualmente preocupante: el mercado de la energía. Con variaciones importantes, la UE importaba de Rusia cerca del 25% del petróleo y gas natural que consumía, lo que resulta, ciertamente, una paradoja si se pretendía imponer diversas sanciones al principal oferente de energía. De hecho, en los casi cuatro meses de conflicto, a pesar de las intenciones de liberarse de esa dependencia respecto a Rusia, Europa ha debido seguir comprando gas y petróleo ruso, pagado ahora a precios estratosféricos por las restricciones que ellos mismos han provocado. Sin embargo, la península Ibérica se encontraba relativamente protegida de esa restricción creada: España importa de Rusia solo el 8% de sus necesidades energéticas, volumen que puede ser reemplazado por otro oferente, aunque a precios más altos.  

Esta condición es resultado de la existencia de un gasoducto submarino que conecta los campos petrolíferos de Argelia con la costa de Almería, Medgaz, y desde donde una parte se distribuye hasta Portugal y otra parte se licúa para ser transportado a otros destinos de Europa. Adicionalmente, existe un tramo de iguales características que conecta España con Marruecos, que, por esta vía, este último cubre parte de sus necesidades de gas natural.


https://www.diariodenavarra.es/noticias/navarra/2022/05/13/el-gasoducto-larrau-bombea-gas-limite-capacidad-abril-francia-527392-300.html

Dependiendo del momento, el gas argelino cubre entre un tercio y el 50% de las necesidades energéticas de España. La vía alternativa de salida de la producción gasífera de Argelia se dirige a Italia, pasando por Túnez. En ambos casos, el que se destina a España y el que llega a Italia, tienen la facilidad de arribar a costos menores, dado la cercanía geográfica. De hecho, España se presentó como un actor clave a la hora de colaborar en la disminución de la dependencia europea respecto a la energía rusa, avanzando, incluso, nuevas inversiones en materia de plantas de licuado del gas natural para ser reexportado.

Estas relaciones comerciales se inscriben en el llamado Acuerdo de Amistad, Buena Vecindad y Cooperación, suscrito entre Argelia y España el 8 de octubre del 2002. Aparte de diversas dimensiones de las relaciones comerciales, el acuerdo involucra la cooperación en materia de seguridad, aspecto clave en la lucha contra el terrorismo en Europa. 

Una mala idea en el peor momento

Está claro que Marruecos es un vecino complicado para España, lo que es producto de un pasado colonial que sella una impronta indeleble. La visión de los pueblos y las relaciones que existen entre España y América Latina, están explicadas, en gran medida, por el ancho del océano Atlántico.

Por lo anterior, cuando el pasado 7 de abril Pedro Sánchez se reunió en Rabat con Mohamed VI, afirmando luego del encuentro que se abría una nueva etapa en la relación bilateral, nadie debió mostrarse muy sorprendido, puesto que la seguridad de la frontera sur es una preocupación permanente. Sin embargo, las alarmas se encendieron de inmediato cuando se reafirmó lo señalado el pasado 18 de marzo, cuando el Gobierno de España calificó la propuesta marroquí de otorgar autonomía al Sahara Occidental como “(…) la base más seria, realista y creíble para la resolución del conflicto”.


En la foto, el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez (segundo desde la izquierda), junto al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska (a su derecha), durante una reunión en 2018 con el rey Mohamed VI de Marruecos en el Palacio Real de Rabat.
Foto: EFE Tomado de El País

Tras las declaraciones realizadas en la conferencia de prensa en Rabat por parte del presidente español, el Gobierno de Argelia respondió manifestando malestar por el cambio de postura de España. Pero luego de que Sánchez reafirmara su postura frente al Congreso el 7 de junio, Argelia oficializó las medidas más drásticas. Suspendió toda transacción comercial con España. El sistema financiero argelino también dejó en suspenso todas las operaciones financieras. Solo una presión masiva e inmediata de la UE ha permitido que continúen las exportaciones de gas y combustible. Las últimas declaraciones de Argelia señalan que mantiene y espera mantener las mejores relaciones comerciales con los países de la UE, para lo cual cuenta con los acuerdos de comercio con Italia.

Luego de 45 años manteniendo una política consistente respecto al pueblo saharaui, que suponía respaldar la resolución de la ONU que exigía un referéndum de autodeterminación para el Sahara Occidental, España se pliega a la posición de los ocupantes ilegales del territorio saharaui y la califica de “la más seria, realista y creíble”.

El (escaso) sentido de la oportunidad

Es cierto que la frontera Sur es un dolor de cabeza para el Gobierno español. Habitualmente recibe críticas de la derecha política cuando se torna más permisivo con los habituales saltos de la alambrada, y más aún de la izquierda y organismos de DD.HH. cuando los inmigrantes son víctimas de tratos inhumanos y abusos por parte de las fuerzas españolas de control de la frontera. En ese sentido, pacificar esa fuente de conflicto es un objetivo loable. Sin embargo, es ilusorio creer que se ha cerrado un pacto de largo recorrido con Marruecos. A pesar de haber declarado Rabat que la soberanía de España sobre Ceuta y Melilla está fuera de toda discusión, la experiencia dicta que el Reino de Marruecos nunca renunciará por completo a esas posesiones, que a todas luces son un resabio colonial y que, según los ciclos de la política interna, resurge permanentemente. De ese modo, España solo ha ganado tiempo, pero a un costo inabsorbible. 

https://es.wikipedia.org/wiki/Saharaui

Argelia ha sido, desde siempre, el gran valedor del pueblo saharaui y de su gobierno del Frente Polisario, y ha respondido frente a la traición de España que no solo desconoce un compromiso con la ONU, sino su propia palabra expresada por distintos gobiernos respecto a respetar los derechos de esa población. En ese contexto, ha respondido con una contundencia que no se esperó por parte de la diplomacia española.

Por lo pronto, el suministro de gas continúa, de acuerdo a los contratos que están en vigor, pero es claro que, de no cambiar la situación, tiene los días contados, en un contexto en que es un bien esencial, cuya escasez impacta a la economía global.

España no ha obtenido una ventaja estratégica, puesto que Marruecos no es un socio confiable. El PSOE ha pagado un costo político altísimo, y ni sus socios de gobierno respaldan la opción elegida, al tiempo que el impacto económico de cualquier perturbación en el mercado energético es, en las actuales condiciones, de un impacto incalculable.

También te puede interesar

Deja un comentario