La desmesura identitaria de la ultraderecha

por Marcelo Contreras

La ultraderecha se caracteriza por su desmesura. Tal como quedara en evidencia en el reciente encuentro organizado por VOX en España, en donde sus diversos líderes internacionales compitieron por el discurso más extremo. Una contienda que sin duda ganó Javier Milei, que no tan sólo despotricó en contra de los socialistas sino también, olvidando su condición de jefe de estado, arremetió en contra de la esposa del presidente español, en base a un bulo sin mayores fundamentos, afectando las relaciones diplomáticas entre ambos países. José Antonio Kast hizo un discurso bastante más deslucido, en donde acusó al presidente Boric de travestismo político.

Esta desmesura es consustancial a la identidad de la ultraderecha en todo el mundo. Donald Trump es todo un paradigma. Como el propio Viktor Urban en Hungría, Marina Le Pen en Francia, Jair Bolsonaro en Brasil o Javier Milei en Argentina. Líderes a los cuales José Antonio Kast busca emular, con muy modestos resultados. Mal que mal, esta desmesura ha llevado al poder a personajes muy básicos, como fuera el caso de Adolf Hitler, un oscuro cabo del ejército que llegó al poder con un discurso ultranacionalista y xenófobo, que hoy buscan replicar estos nuevos líderes populistas, con discursos grandilocuentes, explotando el temor de los ciudadanos a la delincuencia y la violencia que la acompaña, a los inmigrantes, a la globalización, a lo diverso, al cambio. 

Esta nueva ola populista y ultraconservadora que recorre el mundo pone en jaque a las derechas tradicionales. Pese a las difusas y porosas fronteras que los separan, están condenados a competir por un mismo electorado. Así ocurrirá en las elecciones europeas del próximo 9 de junio, en donde la ultraderecha busca fagocitar a los populares. España resiste a esta ola conservadora. Vox sigue siendo un partido marginal y todo apunta a que el PSOE superará a los populares por más de cinco puntos. En Inglaterra los laboristas retornarán al poder, según adelantan todas las encuestas. Macron está instalado sólidamente en el poder, por más que Marine Le Pen represente un importante sector del electorado.  Y aun la ultraderecha alemana no se constituye en una opción de poder en su país.

La cruenta disputa entre Chile Vamos y republicanos

Es una descarnada lucha por el poder que, inevitablemente, tendrá su réplica en nuestro país a propósito de las próximas elecciones municipales y de gobernadores regionales y, por cierto, las futuras contiendas parlamentarias y la presidencial del año próximo, en donde José Antonio Kast ha anunciado que inscribirá su postulación sin pasar por primarias.

La pasada elección de consejeros constitucionales, en donde los republicanos se convirtieron en la primera fuerza política del país, representó un duro golpe para Chile Vamos, quedando entonces relegado a una tercera posición, por detrás del oficialismo. Vanamente llamaron a sus aliados republicanos a la responsabilidad para llevar a buen puerto el nuevo proceso constituyente, que fuera rechazado, por segunda vez por una amplia mayoría.

Evelyn Matthei, la más probable candidata presidencial de Chile Vamos, que aventaja por más de 10 puntos a Kast en las encuestas, advirtió tempranamente a sus adherentes que debían prepararse para competir con los republicanos por la hegemonía de su sector. Pero para competir, la condición básica es intentar diferenciarse y no competir por quien es más duro o refractario a cualquier acuerdo con el gobierno, proyectando una imagen catastrofista del país, que no se condice con la realidad. La dificultad esencial para la pretendida distinción que intenta la actual alcaldesa de Providencia es que siguen siendo mortalmente parecidos.  Al menos un sector de Chile Vamos que parece mayoritario y desesperadamente busca una esquiva unidad en la diversidad. Marcela Cubillos es un buen ejemplo, pero no es el único. La mayoría de la UDI y buena parte de Renovación Nacional parecen compartir esos anhelos.

La otra arista del problema es que para bailar tango se necesitan dos. Y los republicanos apuestan por la competencia, que tendrá su epicentro en la elección de concejales, aspirando a superar a Chile Vamos, con la mirada puesta en la elección presidencial, en donde José Antonio Kast aspira a terminar desplazando a Evelyn Matthei en el liderazgo del sector y cumplir la promesa que formuló en el encuentro organizado por VOX. Volver como presidente al próximo encuentro.

La negociación por los cupos de alcaldes y gobernadores regionales entre ambos sectores ha sido muy áspera, cruzada por acusaciones de afanes hegemónicos y duras disputas, que han obligado a Chile Vamos a ceder más allá de lo razonable, poniendo en riesgo no tan solo la hegemonía, sino también la próxima elección presidencial que, según las encuestas (que carecen de todo valor predictivo), parecería asegurada.

 Y aun les falta cuadrar la caja con incorporación de candidatos de sus nuevos aliados- léase Demócratas y Amarillos– que denodadamente demandan cupos en las listas de la derecha que les permiten sobrevivir como partidos en formación. Una demanda más que compleja para Chile Vamos, que enfrenta el desafío de los republicanos. Es muy difícil que estos proto partidos, que han cruzado las fronteras para alinearse con la oposición, puedan sobrevivir a estas elecciones y menos enfrentar las del año próximo, en donde, tanto Ximena Rincón como Matías Walker se juegan su subsistencia política, al igual que los escasos diputados que reconocen filas en ambas agrupaciones en formación. La alternativa es confluir con Evopolis, que enfrenta un dilema parecido, como quedara en evidencia con la propuesta de su presidenta, Gloria Hutt, de adelantar las elecciones de directiva, en donde aspira a la reelección, para no ser medida por los resultados de la elección municipal.

El nuevo mensaje presidencial

Si bien este es el tercero acerca del estado de la nación que entrega el presidente Boric, en estricto rigor, corresponde a la primera mitad de su mandato. Un mensaje necesariamente centrado en un balance de estos dos primeros años de gobierno y la definición de la hoja de ruta para su casi segunda mitad de período en el poder. Naturalmente tenderá a centrarse en el vaso medio lleno, en tanto que la oposición volcará su mirada en la mitad vacía. Poco parece importar que, a la hora de los balances, el gobierno como la oposición debieran asumir créditos y responsabilidades, avances y déficits.

El gobierno puede resaltar avances significativos, tanto en el plano económico, como político y social. En la economía las cifras son más que elocuentes. El país no tan sólo logró evitar una recesión, que analistas mediáticos y dirigentes del gran empresariado pronosticaban como inevitable, tras un duro ajuste económico, con un bajo costo social y recuperación del crecimiento. Modesto ciertamente, pero que bien puede superar las actuales proyecciones, de mantenerse el ciclo alcista del cobre y materializarse los proyectos de asociación público privados para explotar los salares del litio y otros proyectos mineros.

En materia social se reiterará el salario mínimo de $ 500.000, previsto para fines del mandato y adelantado en dos años; la jornada laboral de 40 horas, que ha empezado a implementarse de manera gradual; la pensión básica universal y el avance en el compromiso de construcción de 160.000 nuevas viviendas.

A ojos vista el tratamiento al crédito con aval del estado (CAE) continuará siendo un tema sensible. Unos y otros tienen pronunciamientos de campañas electorales a restregarse, más allá de autocríticas o revisiones en la materia. Opera el dato de realidad de quienes lo han pagado con esmero y las diferencias de salarios para servirlo, incluyendo a los que no pudieron finalizar sus carreras. Suficientes antecedentes para considerar una solución diferenciada, distante de la consigna o diatriba fácil que suma cero.

Ineludible el tema de la seguridad que, con nuevas derivadas, ocupa la inquietud principal en las encuestas ciudadanas. Por más que el gobierno pueda exhibir significativos  avances legislativos compartidos con sectores opositores, el reforzamiento de los servicios policiales – con logros superiores a la administración anterior – y golpes más que relevantes al crimen organizado, el desafío también crece a la par de sus nuevas aristas, en materias como el resguardo de fronteras, la infraestructura crítica, el fortalecimiento de gendarmería en las cárceles, la protección de aduanas y puertos con renovadas tecnologías, sin olvidar la responsabilidad de las instituciones financieras. Otra arista que desafía rigor ante una abundante y rendidora demagogia en período pre – electoral.

Ciertamente en materia de la institucionalidad democrática y el sistema político el balance no es auspicioso después del fracaso compartido en dos procesos constituyentes. Y en esa decisiva materia las reformas urgentes corren el riesgo de transformarse en palabras de buena crianza ante las urgencias convenientes para los legisladores incumbentes en la previa de un período electoral. 

En definitiva, más allá de lo predecible en el polarizado contexto político, el gobierno puede sostener que el país ha logrado superar en buena medida la crisis generada por la pandemia y del estallido social, con causas convenientemente eludidas por diferentes actores partidarios que olvidan su alto grado de descrédito ciudadano. 

 Las principales asignaturas pendientes, además de la seguridad ciudadana, están centradas en previsión social, salud, vivienda y educación, sin olvidar las indispensable reformar del sistema político que garanticen la gobernabilidad política del país.

José Antonio Kast intenta pescar a río revuelto, acusando al mandatario que lo derrotó en las urnas de travestismo político, en tanto que otros sectores de oposición identifican sus giros como una señal de realismo y pragmatismo político, subyaciendo la duda si corresponden a convicciones profundas o adecuaciones coyunturales, que pudieran revertirse en un escenario distinto del actual. Pero en política, se juzgan hechos y no intenciones. Y el presidente Boric, en sus dos primeros años de mandato, ha mostrado responsabilidad de estado y convicciones profundas, tanto en la política interna como en las relaciones internacionales. Y aunque cueste, algo que la oposición debiese reconocer a la hora del balance.

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3 comments

Verónica Neumann mayo 30, 2024 - 2:12 pm

Marcelo Contreras es certero en su análisis sobre la posible estrategia del amplio abanico de los partidos de derecha y ultra derecha como es el caso de Republicanos. Tras desplegar una serie de hipótesis en este conglomerado de cara a las elecciones de alcaldes y gobernadores donde los resultados dejarían más claro el camino para la presidencial, lamentablemente no hace lo mismo con el otro amplio conglomerado, el de la izquierda y centro izquierda. Yo esperaría un análisis de ese eje donde la gran incógnita es qué se hace y quienes podrían tener alguna chance presidenciable.

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José Manuel Sahli Illanes mayo 30, 2024 - 10:36 pm

Hola estimado amigo Marcelo, tantos años, leo con interés tu columna pero por timidez nunca la comento. Esta vez me parece oportuno hacerlo. La desmesura no es solo de la ultraderecha, está hoy en todos los conglomerados políticos y aparece casi a diario. La ultraderecha recién aparece en el mapa político chileno y por eso nos llama tanto la atención, además que es muy unilateral y todos son como copias. Pero en los últimos 12 años hemos sufrido con la desmesura del Frente Amplio la cual el presidente no llevó a la Moneda gracias a Dios. Tendremos que tomarlas como frases inocuas tiradas al viento para llamar la atención y quitarle votantes a Chile Vamos. Ha habido otras frases desde algún gobierno anterior que traía alguna retroexcavadora y eso sí que ha traído problemas para un conglomerado que dio los mejores gobiernos de la historia a Chile. Un abrazo.

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Jaime Esponda mayo 31, 2024 - 1:04 pm

Excelente y equilibrado análisis

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