La elección en el Reino Unido: algunas claves

por Carlos Fortín

La victoria del partido laborista en la elección parlamentaria del Reino Unido fue inicialmente descrita por la prensa británica en términos que pueden calificarse de épicos: “evento sísmico” (The Guardian); “triunfo histórico” (The Independent); “arrolladora victoria” (BBC). Varios de los analistas atribuyeron el triunfo, explícita o implícitamente, al éxito de Keir Starmer en refundar el partido moviéndolo hacia el centro y de ese modo atrayendo votantes que previamente hubieran optado por los conservadores o los liberales.

Al mismo tiempo, sin embargo, el análisis de los politólogos académicos presentó una visión más escéptica. En particular, subrayaron el hecho de que la votación laborista en 2024 es solo marginalmente superior a la de la elección de 2019 en porcentaje e inferior en número de votantes. El prestigioso experto electoral Sir John Curtice afirmó que “después de todo, esta parece más una elección que los conservadores perdieron que una que hayan ganado los laboristas”.

¿Cuál de las visiones –la épica o la escéptica- es la correcta? Paradójicamente, ambas.

No cabe duda de que la victoria laborista en términos de número de escaños obtenidos es abrumadora: 412 electos de un total de 650 cargos, solo 4 por debajo del récord de Blair en 1997, con los conservadores alcanzando 121 (251 menos que en 2019), los liberales 72, el partido nacionalista escocés 9, Sinn Fein de Irlanda del Norte 7, el partido Reforma de ultraderecha 5 y otros candidatos 24. 

Sin embargo, el porcentaje de la votación popular laborista (33,8%) es –como se indicó- solo levemente superior al de 2019 (32.1%) y claramente inferior al que obtuvo el partido en 2017 (40%) con Jeremy Corbyn como líder y un programa abiertamente de izquierda. En términos del número de votantes, la comparación con elecciones anteriores es, igualmente, poco impresionante: 

                      Votación Partido Laborista
ElecciónLíderVotosParticipación
2024Starmer9,731,36360%
2019Corbyn10,269,05167%
2017Corbyn12,877,91869%
1997Blair13,518,16771%

Sin duda, en parte la caída de la votación laborista en 2024 respecto de 2019 se debe a la baja en la participación electoral, que cayó de 67 a 60 por ciento.

¿A qué se debe la discrepancia entre el porcentaje de votación popular laborista (33,8%) y el porcentaje de escaños obtenidos (63%)? 

La razón está en el sistema electoral inglés. El llamado sistema de colegios múltiples uninominales o First Past the Post consiste en que en cada circunscripción se elige un solo parlamentario y es elegido el que saque más votos, aunque no obtenga mayoría absoluta. El número de electos no es función de la votación nacional sino de su distribución entre las circunscripciones. Es concebible que un partido que obtenga la segunda mayoría nacional en votos pero que resulte segundo en todas las circunscripciones no obtenga por consiguiente ningún electo. 

En este contexto surge el partido de ultraderecha Reform, liderado por Nigel Farage, ex -parlamentario conservador que renunció al partido en 1992 para fundar un movimiento en favor de la salida de la Unión Europea y contra la inmigración. En versión actual de Reform el movimiento se planteó como objetivo central el destruir el partido conservador atrayendo a sus militantes y saboteando sus posibilidades electorales. Para ello concentró esfuerzos en circunscripciones con mayoría del partido conservador, pero vulnerables, con el fin de privarlo de la mayoría.

El esfuerzo fue exitoso. En un gran número de las circunscripciones que los conservadores perdieron la mayoría el partido Reform de Farage sacó una alta votación, superior a la caída de los votos conservadores. Claramente parte importante de los votantes que abandonaron a los conservadores votaron por Reform. Así, aunque Reform no llegó a ser primera mayoría salvo en cinco casos, le quitó la mayoría a los conservadores y permitió que se eligiera a un laborista o a un liberal. 

Sin duda, el objetivo de Reform se vio facilitado por la impopularidad del gobierno conservador, debida a la desastrosa política de austeridad inaugurada por Cameron y continuada por sus sucesores, que ha implicado una reducción drástica de los servicios sociales, caída del ingreso de los sectores más pobres, caída de la inversión pública y aumento de la desigualdad; a los vaivenes y contradicciones de la política en materia de inmigración; y al manejo errático de las consecuencias del Brexit y las relaciones con la Unión Europea. 

Todo ello evidentemente favoreció las posibilidades del partido laborista de obtener primeras mayorías. Favoreció también a los liberales, que se beneficiaron del llamado voto táctico, laboristas en circunscripciones que no tenían posibilidades de ganar que votaron por el liberal para derrotar al conservador. Como consecuencia, el partido liberal democrático con tres millones y medio de votos y un 12,2% del total obtuvo 72 escaños; la distorsión producto del sistema electoral queda de manifiesto aquí al comparar con el resultado de Reform, que con cuatro millones cien mil votos (14,3%) ganó solamente cinco escaños.

La idea de que el factor esencial en el triunfo laborista es la debacle conservadora tiene por consiguiente alta plausibilidad. Sin embargo, no se debe desconocer el hecho de que Keir Starmer consiguió reconstruir el sustento de base del partido laborista, en la llamada Red Wall de la Midlands y el Norte de Inglaterra, que se vio erosionado en el referéndum del Brexit cuando parte importante de los sectores obreros en esos distritos estuvieron por la salida, mientras la dirección del partido se debatía en un conflicto interno sin conclusiones claras.  La reconstrucción de la base electoral laborista fue especialmente notable en Escocia, donde le partido nacionalista escocés le había arrebatado votos para lograr 56 escaños, lo que se redujeron a 9 en 2024.

Igualmente, la visión de que la elección puede constituir un punto de inflexión histórico tiene base en el hecho de que la mayoría absoluta del laborismo permite pensar en la introducción de cambios más profundos en la economía. En sus comienzos el liderazgo de Starmer tuvo un tono que recordaba el tristemente célebre intento de hacer neoliberalismo con rostro humano que fue la Tercera Vía (Starmer incluso rescató brevemente a Blair del ostracismo político a que lo condenó la aventura de Irak). Ello cambió a medida que según las encuestas aumentaba la posibilidad de llegar al poder sin transar lo esencial de los principios del laborismo. El programa de gobierno propuesto en la campaña es más radical que algunos de los pronunciamientos de los comienzos del liderazgo de Starmer, y contempla medidas como la nacionalización de los servicios de utilidad pública. Particularmente relevante es la propuesta de creación de un Fondo Nacional de Riqueza para combinar inversión pública y privada. Capitalizado en 7,3 mil millones de libras, intenta atraer inversión privada en proporción de 3:1 respecto de la inversión pública.

Está por verse cuan lejos puede llegar el nuevo gobierno en materia de reformas. Desde el punto de vista político un elemento que puede no ser menor es la intención declarada de Farage y su partido Reforma de hacer del partido laborista su próximo blanco en el esfuerzo por quebrar el molde bipartidista de la política británica.  

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1 comment

Iban de Rementeria julio 17, 2024 - 2:21 pm

Muy buen y completo analisis

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