La “pañoleta verde” el ícono feminista de estos tiempos tiene origen en un cartel que diseñó en 1937 para el Movimiento Pro Emancipación de la Mujer Chilena (MEMCH) una mujer que junto a Gabriela Mistral, fungiendo como su secretaria, hace 100 años viajó a México para incorporarse a las Misiones Culturales impulsadas por José Vasconcelos…
Laura Rodig Pizarro quizás significa poco para muchos y nada para los más. Laura Rodig nació en Los Andes el año 1901, según la mayoría de los historiadores, sin embargo, fue inscrita en el registro civil el año 1986 como Laura Pizarro. Sea una u otra la fecha de su nacimiento, esta mujer caminará por el siglo XX como miembro fundamental de la vanguardia femenina que logrará cambios impensables hasta ese entonces y liderará en el ámbito de las Artes Plásticas la incorporación de la mujer a disciplinas donde los protagonistas exclusivos solían ser los hombres.
Su niñez, como la de su amada Gabriela, estuvo marcada por las pérdidas; sus padres fallecieron cuando era muy niña y sus familiares cercanos se hicieron cargo de ella para evitar que fuera enviada a un orfanato, patronato o institución similar, pero la crían sin grandes holguras, modestamente, entregándole una educación básica muy rudimentaria. Esto repercutirá fuertemente a lo largo de su vida y su obra donde la maternidad ausente será tema recurrente y la enfrentará a los paradigmas canónicos de la sociedad conservadora y tradicional de Chile.
«La obra de Laura Rodig puede visibilizar todas esas inquietudes que pueden conformar una persona tremendamente compleja, generosa y comprometida en todos los ámbitos de su vida y que ha sido injustamente escondidas de los propios retos historiográficos. Me gusta pensar que hoy Laura Rodig emerge como esta madre de la matria feminista que permite abrir nuevos caminos», afirma Gloria Cortés, en su investigación sobre la escultora.
Cuente la historia que ingresó a los 11 años a la Escuela de Bellas Artes impulsada por Don Pedro Felipe Iñíguez, marido de la escultora Rebeca Matte quien descubrió en ella un gran talento artístico, pero si confiamos en que en realidad nació en la fecha en que fue inscrita en el registro civil, lo habría hecho a los 16 años, edad precoz, pero no extraña para la época. Siendo estudiante confirm su talento artístico. Allí fue alumna del escultor Virginio Arias Cruz y condiscípula de artistas como Samuel Román y Tótila Albert. Aparte de exhibir un talento extraordinario, se destacó por su rebeldía y llegó a ser expulsada de la escuela por el mismo Virginio Arias, pero gracias a uno de sus maestros, Fernando Álvarez de Sotomayor, logró que le concedieran un taller en la misma escuela.
Le pesaba su casi nula instrucción escolar, pero no tanto como para no desarrollar su arte en la escuela de Bellas Artes. Su talento innato suplió cualquier carencia formativa. Así, trabajó como profesora de dibujo por largos años.
En 1916 conoció a Gabriela Mistral, con quien mantuvo por largos años una relación sentimental y de gran importancia en el desarrollo de su orientación artística, educativa y política. Su admiración y amor por Gabriela quedó plasmado en cartas y, especialmente, en la que envió a Doris Dana cuando Mistral murió.
Gabriela Mistral conoce a Laura como su secretaria y viajan juntas a diversas escuelas en Punta Arenas, Temuco y Concepción. Fueron pareja, pero no se sabe exactamente desde qué fecha.
Desde 1917 fue nombrada profesora de dibujo y escultura en distintos liceos y escuelas del país, actividad que desarrolla intermitentemente durante su vida. Hacia esa misma época y marcada probablemente por la experiencia de haber vivido de cerca la huelga de la Federación Obrera de Magallanes en 1918, comienza su labor política y sindical, que la liga a los movimientos obreros y feministas, siendo, entre otras cuestiones, militante del Partido Comunista.
Pero el año 1922 viaja al México posrevolucionario como secretaria de Mistral, quien había sido invitada para incorporarse al proyecto educativo de las Misiones Culturales lideradas por el Secretario de Educación José Vasconcelos. Durante su estadía en México, Rodig pudo conocer desde una primera fila al movimiento muralista e intimar con sus principales cultores como Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros. El proyecto educativo mexicano desarrollado al alero o en conjunto con Mistral marcará su obra posterior y también su postura política sobre la importancia de la educación popular e indígena.
En el año 1924, luego de diferencias con Mistral a causa de la escritora Palma Guillén, Rodig viaja a Madrid donde expone por primera vez y con tremendo éxito un grupo de acuarelas, pinturas y esculturas influidas fuertemente por el arte indígena. Producto de esta exhibición la Junta del Patronato del Museo de Arte Moderno de Madrid (hoy Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía), adquirió una de sus obras, convirtiéndose así en la primera latinoamericana en ingresar a dicha colección.
…hay cartas, especialmente una que le escribe Laura Rodig a Doris Dana cuando muere Gabriela Mistral, donde ella se presenta y dice «usted no me conoce, yo soy pintora y maestra rural y amamos a la misma criatura durante siete años», y habla de su amor por ella. Hay mucha más documentación que no ha sido investigada en profundidad, sobre todo la relación en México entre las dos y el cruce amoroso con la escritora Palma Guillén. Gloria Cortés
Laura Rodig se desarrolló como pintora y, fundamentalmente como escultora y trabajó incansablemente por crear el área de mediación y educación en los museos chilenos, trabajo que fue rescatado hace un par de años a través de una muestra sobre ella titulada Lo que el alma hace al cuerpo, el artista hace al pueblo reunió muchas de sus obras que se encontraban dispersas en diversas colecciones públicas y que nos muestra el inmenso aporte de esta mujer que, si bien fue reconocida en su época, desapareció de la historia del arte por razones de clase, políticas y disidencias. La muestra, incluyó gran cantidad de documentación, archivos de prensa y cartas. Estas últimas ponen el acento en la estrecha relación que tuvo la artista con la poeta Gabriela Mistral.
Cabe destacar que Laura Rodig integró desde sus inicios el Movimiento Pro Emancipación de la Mujer Chilena (MEMCH) que nació en 1935 con el propósito de proteger a las trabajadoras en años en que la mortalidad infantil llegaba al 35%, y peleó por causas que hasta hoy no se han solucionado totalmente, como el derecho al aborto. Laura Rodig como artista fue la encargada de crear el logo de la agrupación, el mismo que hoy vemos plasmado en los pañuelos verdes que llevan miles de mujeres atados a sus cuellos o muñecas en las marchas de los últimos años, donde se vuelve a alzar la voz por el aborto libre, entre otros derechos de la mujer.
Ahí hay un enredo entre las tres que termina en una pelea entre ellas y Laura se termina yendo a Madrid, afirma Cortés
La figura de Laura Rodig, cada día adquiere más fuerza y reconocimiento, destacándose como una de las artistas plásticas de mayor influencia en su época, además de ser una incansable feminista y luchadora social. Su obra forma hoy parte de la colección de arte del Museo Regional de Magallanes, una de las zonas donde más tiempo vivió y a la que regresó muchas veces a lo largo de su vida para inspirarse y trabajar en la educación.
«Laura Rodig junto a su generación empiezan a producir un lenguaje propio de la escultura, lo que yo llamaría la ‘escultura chilena’. Ellos dan un vuelco a la manera en que se concibe la escultura y el monumento y empiezan a cultivar una distancia respecto a sus maestros. En el caso de Laura Rodig, ella forja un vínculo con la América Precolombina y reivindica un lenguaje escultórico que hace suyo el lenguaje de otros tiempos», comenta Luis Montes.
Laura regresó desde Madrid a Chile en 1927 y expuso la misma exitosa serie inspirada en el arte indígena mexicano en la Universidad de Chile, mientras se dedicaba a desarrollar trabajos de curatoría en exposiciones colectivas en Santiago y otras ciudades del país. A poco andar viaja a París y recibe una beca del gobierno chileno que le permite estudiar pintura mural con el artista Marcel Lenoir e inscribirse en el taller de André Lothe… así pasa a engrosar las filas del grupo conocido como la generación del 28 y a participar de movimientos vanguardistas como el cubismo y el expresionismo.
Hacía fines de la década del 30, Rodig regresa a Chile y funda junto a otros artistas la Asociación Chilena de Pintores y Escultores y dedica gran parte de su tiempo a fomentar el arte entre los niños logrando realizar la exposición de Niños Pintores en el Museo Nacional de Bellas Artes y replicada varias veces en otras regiones del país
Rodig se dedicó a la pintura, el dibujo, el muralismo y también a la escritura en Chile y el extranjero, pero sin duda la escultura fue su mayor logro. En la escultura, Rodig desarrolla la figura humana, maternidades y bustos, en piedra, arcilla y granito con una elegante simplicidad y donde se aprecia la influencia de la estética indigenista mexicana.
«Lo que el alma hace por su cuerpo es lo que el artista hace por su pueblo», mensaje que Laura le envía a Gabriela Mistral en 1945, luego que la poeta recibiera el Premio Nobel de Literatura, frase que luego formará parte de su epitafio en Montegrande.
Fue mucho el trabajo desarrollado por Rodig y me parece digno de destacar que participó en el proyecto del actual anfiteatro al costado del edificio del Palacio de Bellas Artes, especialmente destinado a la literatura y el teatro infantil…quizás una muestra más de esa maternidad ausente que fue y sigue siendo tema fundamental para las mujeres lesbianas.
Los premios y distinciones obtenidos a través de su vida conforman una lista larga, pero destacan entre ellos el Premio Nacional de Bellas Artes, en la exposición Palacio de la Alhambra (1949), y la Medalla de Oro, Exposición de Sevilla, Sevilla, España en 1928 y 1930.