León XIV, un continuador de Francisco que no es Francisco

por Jaime Esponda

Los “vaticanistas” presagiaban un cónclave más largo, basados en la suposición de que el grupo de cardenales “conservadores” cerraría el paso a la elección de un “progresista” hasta que se acordase una salida intermedia, la cual sería lenta debido a la concurrencia de varios favoritos entre los denominados “bergoglianos”. Esta apreciación se veía reforzada por la diversidad geográfica de un colegio cardenalicio con más de noventa electores que no se conocían. 

En cambio, bastaron cuatro votaciones para congregar una cantidad superior a los dos tercios de los cardenales tras el cardenal Prevost, un colaborador directo del papa Francisco, de quien, según lo sostuvo el cardenal Pedro Barreto, el fallecido pontífice había dicho “es mi candidato[1]. Aunque los precisos detalles de las votaciones no se conocerán, de las declaraciones de algunos cardenales y sobre la base de indicios reales -no suposiciones- es posible conjeturar que los nombres que asomaban sotto voce como favoritos, aunque pudieron sumar una base sólida de entre treinta y cuarenta votos iniciales cada uno, se toparon con el techo infranqueable de las 89 adhesiones que requerían para ser elegidos. También, es probable que desde la primera votación el cardenal Prevost concitase una base de apoyo conformada por sus hermanos latinoamericanos y españoles, más la mayoría de los estadounidenses, así como miembros de la Curia principalmente afines al magisterio y la pastoral del papa Francisco, lo cual pudo sumar alrededor de treinta votos preliminares y facilitó un desenlace abrumador a favor del agustino, quizá más de cien papeletas. Ello explica que algunos cardenales electores hayan llegado a hablar de “una inmensa unanimidad[2]. Fue tal la convicción de los purpurados que el cónclave optó, conscientemente, por un pontificado que podría extenderse por dos décadas. 

Queda además consignado que la elección del cardenal Prevost conllevó el fracaso de la campaña de algunos grupos conservadores, por ejemplo, los que producen el College of Cardinals Report, dirigida a los cardenales electores, para convencerlos de que “continuas preguntas sobre su gestión de los abusos sexuales también han empañado sus perspectivas[3]aún a sabiendas de que el hoy severo Dicasterio de la Doctrina de la Fe descartó la acusación de haber protegido el obispo Prevost a un sacerdote de Chiclayo, respecto del cual, junto con suspenderlo del ejercicio ministerial, inició la investigación que posteriormente continuó en Roma[4]

Se estima que, en general, no se otorgó relevancia a la nacionalidad estadounidense (y peruana) del nuevo papa, aunque, posteriormente ella permitiese sostener a algún prelado que “hemos tenido un papa argentino, ahora un papa de Norteamérica, de forma que, si lo puedo decir, hemos descentralizado un poco el poder de la Iglesia católica, hemos ampliado el horizonte”[5]. Tampoco parece haber sido determinante, aunque quizá sí objeto de consideración, la circunstancia de pertenecer el elegido a una congregación religiosa clásica, tal como su antecesor, y especialmente el haber sido su superior general, función que lo hizo conocido en casi todos los países. 

En cambio, sí fue decisivo el perfil de Prevost -obispo “con olor a oveja” pero que llegó a ser parte de la Curia, cuyos laberintos conoce; políglota de quien los medios omitieron su dominio del quechua– un perfil que obedeció más que el de otros cardenales al diseñado en las congregaciones generales, en particular la duodécima, que concordó en “un papa pastor”, como Prevost lo fue durante décadas, “capaz de encarnar el rostro de una Iglesia Samaritana”, esto es, dispuesta a solidarizar con todos los que sufren, independientemente de sus creencias, en sintonía con la oferta de “misericordia” que marcó el pontificado de su predecesor, y de “muchas de las reformas promovidas por el Papa Francisco”, especialmente, “la lucha contra los abusos, la transparencia económica, la reorganización de la Curia, la sinodalidad, el compromiso por la paz y el cuidado de la creación[6].  Se agrega a estos rasgos de León su intransigente compromiso con los derechos humanos, como lo evidenció en 2017, cuando exigió al indultado Fujimori pedir perdón a las víctimas del terrorismo estatal, y en estos días, al “reiterar la solidaridad de la Iglesia con los periodistas encarcelados por haber buscado y contado la verdad, y pedir su liberación«[7].

Es evidente la opción del Colegio de Cardenales por un continuador de Francisco que también proviene de América y es el segundo obispo de una diócesis hispanoamericana en acceder al papado, la de Chiclayo, a la que no olvidó en su primer mensaje. Fue el fallecido Papa quien le confió ganar experiencia pastoral como obispo de esa iglesia rural peruana, trabajando junto a comunidades indígenas en situación de pobreza, pero también en una diócesis industrial y portuaria, como es Callao[8]. Y cuando Francisco lo llama a Roma, es para asumir como prefecto del decisivo Dicasterio que decide los nombramientos de los obispos, incorporarlo a la Pontificia Comisión para América Latina y crearlo cardenal. También es sabida su opción, compartida con el papa argentino, por los migrantes y el cuidado de la naturaleza. Todo ello está presente en el nuevo papa, desde ese mismo saludo inicial, en el cual manifestara que fue elegido para “dar continuidad” a la obra de su predecesor. 

Con todo, León XIV no es Francisco, obviedad ya percibida en menos de una semana. A diferencia de la espontaneidad comunicacional del papa fallecido, Prevost, el riguroso ex superior general de los agustinos, matemático y jurista, que fue miembro del consejo económico de la Conferencia Episcopal peruana, difícilmente improvisará, como lo evidenció al ser el primer papa electo que saluda desde la basílica de San Pedro con un texto previamente escrito. Asimismo, signos externos que renuevan el ceremonial de antiguos papas, como vestir la roja museta papal, la estola bordada, el roquete y el cíngulo dorado, o el uso más acentuado del latín, nos exhiben un obispo de Roma litúrgicamente más tradicional, lo cual agradará no solo a consagrados más apegados al acervo ritual sino también a muchos practicantes de la piedad popular que valoran la tradición.

Mas, a nuestro juicio, el mayor significado eclesial que para la jerarquía católica reviste haber elegido, entre varios purpurados afines al papa fallecido, al cardenal Prevost es su correspondencia con aquella idea, tantas veces repetida en las congregaciones generales, de un papa que, en el contexto de la continuidad, enfatice el empeño por “unificar” a la Iglesia, considerando seguramente la opinión compartida de que Prevost “tiene una gran capacidad conciliatoria[9]. León lo entendió muy bien y ya en ese primer mensaje, leído en el balcón de la basílica de San Pedro, manifestó estar consciente de haber sido elegido por los cardenales para “caminar junto a vosotros, como Iglesia unida”, confirmando como lema de su pontificado el que había escogido cuando fue consagrado obispo: In Illo uno unum (en Él único, somos uno). 

Volviendo a los signos externos, ninguno dice tanto sobre el concepto personal de León acerca de su aporte histórico como la elección del nombre. Él mismo ha explicitado que pensó en León XIII, el pontífice que inteligió el impacto de la revolución industrial y, con la mirada puesta en la clase obrera, escribió la matriz del magisterio social de la Iglesia, la encíclica Rerum Novarum. Pero esta referencia a su predecesor no lo traslada al siglo XIX, sino que lo catapulta a nuestro siglo XXI, en el que se desarrolla “otra revolución industrial”, en la cual destacan “los desarrollos de la inteligencia artificial (IA), que comportan nuevos desafíos en la defensa de la dignidad humana, de la justicia y el trabajo[10].

Con esta opción, León XIV se coloca en la vanguardia de la respuesta al impacto de la inteligencia artificial sobre los estados, la cohesión social, los derechos humanos y, especialmente, el mundo del trabajo. Además, otorga un espaldarazo a Naciones Unidas, que ha alertado sobre el riesgo del apoderamiento de la IA por las grandes multinacionales y se empeña en orientarla hacia el servicio de los pueblos, la inclusión y la cooperación internacional, ganando para esta causa la voluntad de los estados. 

Sin perjuicio de esta trascendental iniciativa de futuro y junto con asegurar la “plena adhesión” de su pontificado al Concilio Vaticano II, el papa León, con certeza, se dispone a recoger la “valiosa herencia” de Francisco, en cuanto al “crecimiento (de la Iglesia) en la colegialidad y en sinodalidad”, “el cuidado amoroso de los débiles y descartados”, en particular los migrantes vulnerables, el diálogo valiente y confiado con el mundo contemporáneo en sus diferentes componentes y realidades[11]. El énfasis primordial de este diálogo está puesto en la paz mundial, con un “nunca más a la guerra” que, rememorando al papa fallecido, se enfrenta a una “tercera guerra mundial a pedazos[12] y anuncia la persistencia en la diplomacia activa seguida por el Vaticano. 

Por cierto, hay una variedad de materias que incumben al papado cuyo futuro está por verse. Retomando una preocupación insistentemente manifestada por Benedicto XVI, el nuevo papa ha abordado en sus primeros mensajes el descreimiento religioso de Occidente, especialmente en Europa, que observa acompañado por el desprecio y hasta por la ridiculización de la fe, considerada como “un absurdo, algo para personas débiles y poco inteligentes”, por quienes “prefieren otras seguridades distintas a la que ella propone, como la tecnología, el dinero, el éxito, el poder o el placer[13], lo cual exigiría de la Iglesia un mayor compromiso con la identidad católica en el anuncio del Evangelio. Está por verse como se desarrolla magisterialmente esta preocupación. 

Asimismo, habrá que seguir el desarrollo que adopte el proceso sinodal, particularmente, en qué medida los cambios propuestos se materializarán en las Iglesias locales, incluidas diócesis y parroquias; así como la continuidad de los cambios en la Curia y la mayor responsabilidad de los laicos en el gobierno central de la Iglesia.

De otro lado, no es posible prever con tanta prontitud la forma en que León XIV -que como su predecesor se ha manifestado contrario al sacerdocio femenino- enfrentará los reclamos por una mayor participación de las mujeres en la Iglesia; ni tampoco el futuro del celibato sacerdotal; ni la apertura de la Iglesia hacia las parejas de igual sexo, que ha motivado reacciones negativas, especialmente en iglesias del África.

Por último, también se abre la interrogante sobre el efecto del nuevo pontificado sobre el catolicismo estadounidense, que podría consistir en un fortalecimiento de los sectores no conservadores de la Iglesia; como, asimismo, respecto a las relaciones de la Santa Sede con el gobierno de los Estados Unidos, con cuya política migratoria expulsora el cardenal Prevost discrepó en forma expresa. 


[1] Entrevista al cardenal Pedro Barreto. El País, 11.05.2025.

[2] Cardenal Jean-Paul Vesco, arzobispo de Argel, a Le Figaro. Agencia EFE ,09.05.2025. 

[3] https://collegeofcardinalsreport.com/, consultado el 06.05.2025

[4] Se estima que, tras aquella campaña, actúan ex miembros del Sodalicio para la Vida, una congregación peruana ultraconservadora, reciente suprimida por el papa Francisco, debido gravísimos abusos contra miembros suyos, en cuya persecución cupo un rol importante al ahora pontífice.

[5] Cardenal Francois Xavier Bustillo, arzobispo de Córcega, nacido en España. Agencia EFE, 09.05.205. 

[6] https://www.vaticannews 06.05.2025

[7] Encuentro del Papa con los representantes de los medios de comunicación. Vatican News, 12.05.2025 

[8] En 2020 y 2021, monseñor Prevost fue administrador apostólico de la diócesis de Callao.

[9] José Luis Pérez Guadalupe, teólogo y ministro de Interior de Ollanta Humala que, en 2015, firmó el decreto de nacionalización de Prevost. Elpaís.com 10.05.2025. 

[10] Discurso del Santo Padre León XIV al Colegio Cardenalicio. Vatican News, 10.05.2025 

[11] Ibid. 

[12] Papa León XIV, su reflexión tras el rezo del Regina Coeli, Vatican News, 11.05.2025

[13] Homilía del Santo Padre León XIV, en la Misa pro EcclesiaVatican News, 09.05.2025

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