Restos rebeldes contra una ideología encerrados en una maleta enterrada. Un catafalco de cemento que ya despedía como siempre mal olor. Ajusticiamiento sicario con un secuestro explícito registrado en las cámaras a sabiendas que las imágenes son superiores a las palabras. Miedo y terror. Un control autoritario de la información decretada como secreta.
El crimen se llenó de hipótesis y tesis “sin descartar ninguna”, con una resolución de muerte sicaria inmediata, que probablemente se intuyó y quizás se ocultó desde sus inicios. El mensaje, siempre el mismo: Tenemos el poder violento sobre la vida y la muerte y desafiamos, en este caso, a la autoridad disfrazados de las mismas fuerzas de control y orden. ¡No hay lugar de refugio o refugiado que valga! El que lo hace, lo paga. Hoy los métodos del crimen organizado se confunden entre los del narco crimen y los crímenes con motivación política. Las formas son similares y uno se sirve del otro con fronteras difusas y límites porosos. Cultura del mundo-tumba.
Hablando de rebeldes políticos, cabe preguntarse por los “magníficos rebeldes” de antaño. No me refiero a los filósofos y poetas románticos. Me refiero a los políticos románticos de la revolución, después de dos años de gobierno. Uno de ellos, impulsado por las próximas elecciones, de forma nostálgica reclama por el abandono de la batalla política de las ideas y exige retomar la batalla cultural confrontando el ideario y la visión del mundo capitalista y derechista. No debiera haber acuerdos frente a las actuales necesidades de legislar y alcanzar logros concretos que exige de forma post pragmática el presidente para mejorar el bienestar de las personas y el pueblo ciudadano. Otro, llama a retomar las movilizaciones y las calles. Lo contrario de lo magnífico, es ser mísero. Las ideologías y las personas no se matan ni entierran ocultas en una maleta. Eso es de miserables y no de magníficos.
¿Pero contra que imagen del mundo que permea la cultura y la subjetividad se debiese combatir y luchar permanentemente? ¿Contra “el capitalismo como sistema económico que sirve para producir mediante la riqueza más riqueza como fuente de enriquecimiento…con el menor costo social, político y ecológico”? Promovido como riqueza y libertad, pero de forma egoísta, la riqueza sola, y estoy muy de acuerdo, “no es suficiente para hacer una civilización o crear una sociedad humanamente aceptable”. El dinero no irá hacia los pobres y necesitados. Se necesita del estado, la política y el derecho para favorecer la justicia social. “La economía no reemplaza la moral, el amor y la espiritualidad”.
Finalmente ¿es una lucha política moral justificada? ¿Se puede hablar de un capitalismo moral, o más bien inmoral? Según el filósofo moral y profesor de ética, miembro de Consejo Consultivo de Ética Frances, André Comte -Sponville, “la profunda amoralidad del capitalismo le impide incluso ser inmoral …ni menos moral”. La economía, y por lo tanto el modelo capitalista, ciertamente no se rige por la moral, es decir, por lo que es bueno o malo ni busca el bien común. (“Fue el error de Marx”). Menos por la ética del amor. Sólo se rige por la ganancia del capital (y sus formas derivadas). De allí que sería fatal confundir la economía con la moral, como también la política con la moral que es individual (puede debatirse). Pero como siempre se necesita crecimiento y desarrollo en un país, finaliza este autor citando a Jospin: “Sí a la economía de mercado, pero ¡NO a la sociedad de mercado!
¿Nos parece esta una decisión ética moral que guíe una “lucha” política y cultural? Piense y decida.
Citas y referencias: André Comte-Sponville: “¿El capitalismo es moral?”; Ainhoa Vásquez Mejías: “Narco cultura”