Maria y Pier Paolo, la Divina y el Provocador. La magia del destino

por Cristina Wormull Chiorrini

María Callas, La Divina, fue una de las grandes divas no solo del siglo pasado, sino de la historia del bel canto y el glamour. Pier Paolo Pasolini, carismático, polímata, comunista, hizo de la provocación su leit motiv. Ambos se conocieron por esa curiosa magia que practica el destino y escribieron para la historia una de las amistades amorosas más notables del siglo XX.

Maria Anna Sofia Cecilia Kalogeropoulos, María Callas, hija de emigrantes griegos, nació en Nueva York en 1923, pero regresó a Grecia tras el divorcio de sus progenitores junto a su madre cuando recién cumplía 13 años.  A poco andar ingresó al Conservatorio de Atenas torturada permanentemente por su dominante madre que le reprochaba su exceso de peso, hecho que probablemente marcó la timidez que la acompañaría de por vida. Pese a esto, pronto se convirtió en miembro estable de la compañía de Ópera de Atenas, donde, entre 1940 y 1945, tuvo oportunidad de familiarizarse con los grandes papeles de su cuerda y ganar experiencia escénica.  En esta primera época abordó los papeles titulares de SuorAngelica Tosca de Puccini y Leonora en Fidelio de Beethoven, por mencionar algunos a modo de ejemplo.

Tras rechazar un contrato en el Metropolitan Opera House de Nueva York, marchó a Italia, donde debutó en la Arena de Verona en 1947 con La Gioconda de Amilcare Ponchielli. El éxito que obtuvo en esas representaciones atrajo sobre ella la atención de otros prestigiosos teatros italianos. Su carrera estaba desde entonces lanzada bajo la protección deTullio Serafin el destacado director de orquesta. Bajo su dirección cantó Turandot de Puccini, Aida y La forza del destino de Verdi e incluso Tristán e Isolda de Wagner (en versión italiana).

Considerada por algunos como la mayor soprano de todos los tiempos, su particular forma de abordar matices y colores, así como el estilo interpretativo de sus personajes en escena hicieron que sus seguidores la denominaran La divina y la convirtieran en un mito construido sobre su tremenda voz, su desdichada vida privada, el fuego de sus pasiones y su prematura muerte a los 54 años en París, víctima –oficialmente- de un paro cardíaco, aunque los rumores sobre las causas de su muerte siguen circulando por el mundo. 

El éxito no se mide en premios, sino en la capacidad de tocar el corazón de las personas.
María Callas

Su vida personal, como dijimos, distó mucho de ser afortunada: su primer matrimonio (1949) con el empresario G. B. Meneghini se rompió al cabo de diez años, y su posterior relación con el millonario griego Aristóteles Onassis, tampoco le aportó la felicidad ni la estabilidad necesarias para proseguir su carrera. Y luego vino el encuentro con Pier Paolo Pasolini.

“Una aparición física extraordinaria, con esos ojos grandes en un rostro de pómulos salientes, y con esas facciones y expresiones que encajan perfectamente en mi mitología fisonómica”. Pasolini, recordando el primer encuentro con Callas.

Pier Paolo Pasolini, poeta, director de cine, novelista, crítico feroz de los poderes de su época (la Iglesia católica y el Partido Comunista Italiano, entre ellos), actor, periodista, dramaturgo, traductor y semiólogo, nació en Bolonia, apodada “la roja” por el color de los techos y quizás también por ser una de las ciudades más izquierdistas de Italia.  Autor del magnífico poemario Las cenizas de Gramsci, y las novelas Chicos del arroyo y Una vida violenta, entre otras.

“Pasolini me parece la figura más notable que ha surgido en las artes y las letras italianas después de la Segunda Guerra Mundial. Su poesía es una parte importante de su apasionada, poderosa y vulnerable obra, una obra en y con la historia y del trágico itinerario de su sensibilidad”.  Susan Sontag 

Bajo el influjo de Arthur Rimbaud, comenzó a escribir poemas en la infancia mientras leía a sus compatriotas Alighieri, Ungaretti, Quasimodo y Montale y a los rusos Tolstoi y Dostoievski, y a los universales Shakespeare, Coleridge, Novalis y Proust. Simultáneamente, se ejercitaba físicamente y llegó a participar en competencias fascistas mientras escribía poemas en friulano, una lengua indoeuropea de la familia románica que, junto al romanche y el ladino, forma la rama de los Alpes centrales llamada retorromance y que el estado italiano reconoce como lengua independiente desde 1999. Este poemario llevó el nombre de Poesie a Casarsa y fue publicado cuando apenas tenía veinte años.

“(…) los deportistas están poco cultivados y los hombres cultivados son poco deportistas; yo soy una excepción”, Pier Paolo Passolini

Cuando 1968 finalizaba, María Callas sufrió la que sería quizás su mayor desdicha amorosa cuando Aristóteles Onassis, el amor por el cual abandonó escandalosamente a su primer marido, y que había sido su pareja durante 10 años, la abandonaba pública y escandalosamente por Jacqueline Kennedy.  Es de imaginar el dolor y la humillación de Callas, que al parecer nunca superó este rompimiento.

Y fue entonces, cuando le llegó la propuesta de Pasolini para interpretar a Medea en la película que deseaba hacer.  María Callas había representado a Medea –lo que le costó un gran sacrificio porque para ello tuvo que bajar más de 30 kilos- en las tablas, pero nunca había aceptado hacer una película.  Esta fue la primera y la última vez. Al principio, María Callas estuvo reacia a aceptarlo, básicamente por los prejuicios que tenía contra Pasolini, pero Franco Rossellini, el productor, la convenció de ver Edipo Rey y Teorema, películas dirigidas por Pier Paolo.   Ella aceptó, aunque Teorema le pareció una blasfemia. Y Pasolini empezó a escribir el guión recién cuando tuvo la confirmación de Callas.  Él estaba convencido de que ella debía ser Medea por la tremenda energía digna de una tragedia.

Así entraron uno en la vida del otro, por una “feliz coincidencia de voluntades” como diría más tarde María. 

“Ateo y a la vez religioso, apasionado por hacer valer lo que hay de sagrado en los seres y los actos de la vida; comunista, inclaudicable en su ‘herético’ rechazo de cualquier ortodoxia; homosexual sin tapujos y duro cuestionador del culto de la libertad sexual.  Daniel Freidemberg, escritor.

Indudablemente, Pasolini veía la vida de una forma muy similar a la de Callas y para cuando finalizó el rodaje de Medea (considerada hoy como la mejor película de Pasolini), el cineasta le regaló un anillo y se besaron apasionadamente en público tras abrazarse.  Todos enloquecieron, pero esta no fue la única vez que demostraron su cariño en público.   Numerosos testigos señalan que durante el rodaje Pasolini solo prestaba atención a María y habría llegado a afirmar que solo amaba a dos mujeres, a su madre y a María Callas.

“I sensi amarono ciò che amare altro non significava / che dimenticare e nascondere» [«Los sentimientos amaron lo que amar no significaba otra cosa / que olvidar y ocultar”. Pier Paolo Passolini en parte de un poema a María incluido en Trasumanar e organizar.

Hoy, Medea es una de las películas más destacadas de la filmografía de Pier Paolo Pasoini, pero cuando se estrenó no despertó mucho entusiasmo, pese a que todos coincidieron en que María estaba maravillosa interpretándola. Quizás el problema fue lo crudo de algunas imágenes, incluso una escena de antropofagia, y una revisión marxista del mito griego que fue considerada, a lo menos, una excentricidad y que no respetaba la tragedia original de Eurípides

Pero ambos, a partir de su estreno, se acompañaron en la gira promocional de Medea, en vacaciones y en viajes de trabajo: Maria Callas acompañaba a Pier Paolo Pasolini a localizaciones remotas en África para sus películas, iban juntos a islas griegas, y la amistad se mantuvo a través de cartas y telegramas cuando estaban alejados físicamente.

Pier Paolo era abiertamente homosexual. María estaba consciente de aquello y que, durante el tiempo de su amistad amorosa, él mantenía una tortuosa relación con Ninetto Davoli, un actor que terminó casándose con una mujer.   Testimonio de esto quedó plasmado en las cartas intercambiadas donde María lo aconseja y consuela de los sinsabores de esta dispar relación.

 “Y me preocupo por tu verdad y tu sinceridad. Estamos muy vinculados psíquicamente, me atrevo a decir que es raro en la vida. Es raro, sabes, pero hermoso. Pero tiene que durar ¿y qué es lo que dura?”, carta de María Callas a Pasolini, 1971.

A través de aquellas cartas se puede apreciar la estrecha relación que los unía   y que, pese a que los compromisos de trabajo los distanciaban, mantuvieron esta amistad a través de la escritura apoyándose en los momentos difíciles que les tocó transitar, como tras la ruptura de Pasolini con Davoli, cuando María fue una compañera incondicional.

Dicen que la amistad/amor entre Pier Paolo y María habría sido un “amor imposible”, porque se suele pensar que “el amor pleno” solo se da cuando las relaciones son acompañadas por el sexo (olvidando, por ejemplo, la gran amistad/amor entre Julio Cortázar y Cristina Peri Rossi), pero la verdad es que cuando se conocieron, rompieron todas las reglas conocidas y construyeron una nueva realidad sentimental.

 “Ojalá sintieras la necesidad de venir a mí, pasar 5 minutos difíciles porque son 5-10 minutos de dolor insoportable y después vuelve a ser un poco menos, pero no sentiste la necesidad de mi amistad y yo lo lamento. Te abrazo fuerte con mucho cariño y siempre seré, créeme, tu mejor amiga (presunción, tal vez). Maria”.

Pero a pesar de la intensidad que tuvo esta amistad plasmada en innumerables fotografías de sus viajes por el mundo, nada se sabe de la continuación de ésta a partir de 1972 (duró exactamente tres años).  Tanto así que, cuando a Pasolini lo asesinaron brutalmente en noviembre de 1975, María no dijo absolutamente nada en público.  

Dos años más tarde, ella moriría, absolutamente sola, en su departamento de París.

Pero el testimonio de su apasionada relación se puede encontrar en María Callas:  cartas y memorias y los poemas de Pasolini (los escritos durante su relación) en La insomne felicidad, que fueron publicados recién en el 2022.

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