Más allá de las cortinas, el mundo ensangrentado. Despierta de un sueño de tres años. Doscientos mil muertos en una guerra en Europa, diez mil en Medio Oriente en un enfrentamiento bárbaro, doscientos mil asesinados con armas de fuego al año…
Necesita desesperadamente normas morales para entender. Separar malos y buenos, culpar. Pero ya no hay como había antes. No consigue aplicar los viejos principios convincentemente. Siente frío. Busca hacia adelante, como antes. Si la historia progresa, todo lo que ayude a hacerla avanzar es justificable, aunque sea discutible en el presente. Pero no, ya no puede convencerse de que hay progreso. Más tecnología sí, ¿pero avances civilizatorios? Somos arrastrados de espalda por el futuro mientras la escombrera crece ante nuestros ojos, sugirió alguien, que medio dormido, no recuerda bien.
Siente frío. Sin guía, debe tomar responsabilidad. Enredado entre contingencias que no entiende, y sin plantillas, confronta casos singulares sin tener a quién pedir instrucciones, mandamientos para obedecer, recetarios que seguir, preceptos que aplicar. No encuentra en quien descargar la responsabilidad. La culpa es y será nada más que suya. Siente frío. Podría escabullirse, total son líos ajenos. O arrancar por arriba, total todas las instituciones del mundo y los esfuerzos humanos están contagiados y malditos. Hay que apartarse de ellos, irse al cerro, ironizar, dejar la pesada seriedad de lado, incluso armarse con molotovs. O huir por abajo, total cumplir con la vida diaria es más que suficiente.
Pero no, el frío no se va. Tiene que tomar responsabilidad. Y esta vez debe hacerlo por su cuenta. Ayudado, pero por su cuenta. Tiene que discernir, crear la manera de ejercer su propia responsabilidad. Aventurarse al frío. Opinar no basta. Perifonear con soluciones para principios abusados y maldades cometidas no lo ayudará con el frío. Debe amasar, tomar responsabilidad con la violencia del mundo en el círculo hasta donde alcanzan sus manos y su voz es oída.
No tiene razones para ser pesimista. Tampoco optimista. Verdaderas, solo tiene las razones que emergen con la responsabilidad que toma. Con lo que está más allá de su voz y sus manos hay esperanza. La que palpita detrás del mundo, la vida y la historia que han seguido y siguen su curso, con sangre y todo. Ahora, como dijo alguien que no recuerda bien, recién despertado del sueño, la esperanza no es para él. Lo que no tiene importancia.