Nostalgias…

por Luis Breull

Por Luis Breull

Toda nostalgia es una forma de muerte. Y en toda muerte – ¡gran paradoja! – vive la nostalgia… Ergo, hay ocasiones en que morir no es más que vivir en la burbuja eterna de las añoranzas y los recuerdos. Esto sugiere una potente interconexión nostalgia-muerte, cual juego dialéctico entre la permanencia y la desaparición. Llevado al ámbito mediático, la nostalgia puede entenderse como un fenómeno discursivo y simbólico que transforma la percepción del tiempo y la identidad social.

Había una vez una televisión pública…

La nostalgia es una forma de muerte simbólica, un proceso de congelamiento del pasado en la memoria que reconfigura la identidad y la percepción temporal del sujeto. A su vez, la memoria colectiva y los procesos comunicacionales perpetúan la nostalgia, convirtiéndola en un estado de existencia que trasciende la experiencia individual.

Este análisis se torna especialmente relevante al considerar la crisis de Televisión Nacional de Chile, que ha acumulado pérdidas cercanas a los 100 millones de dólares desde 2014 en adelante, y que al finalizar marzo dio a conocer el balance total 2024, en el que registró un déficit operacional de más de 19 millones de dólares. Un tema que en forma recurrente he analizado en mis columnas desde fines de la década 2000 y que refiere al sentido de tener en Chile un medio audiovisual público en el espectro de la TV abierta. 

Por lo anterior, no es del caso volver a profundizar en recetas ni diagnósticos, sino solo acentuar el recurrente ejercicio de nostalgia que se aplica desde los sucesivos equipos directivos del mismo medio en estos últimos diez años y cómo transformó a TVN en algo similar a un tango de Carlos Gardel y Enrique Cadícamo.

Ideas y matices

En el campo de la teoría de la comunicación y el pensamiento crítico, sociólogos como el francés Pierre Bourdieu y los alemanes Niklas Luhmann y Thomas Luckmann ofrecen herramientas conceptuales para entender cómo la nostalgia actúa como un mecanismo estructurante de la realidad social. Además, permiten examinar la crisis de Televisión Nacional de Chile, cuyas multimillonarias pérdidas desde 2014 reflejan el desajuste entre la nostalgia televisiva y las dinámicas contemporáneas de la comunicación y el consumo mediático.

La decadencia financiera de TVN refleja la dificultad de los medios tradicionales para adaptarse a nuevas lógicas comunicacionales y de consumo. La televisión pública, otrora pilar de la identidad mediática nacional, enfrenta hoy un colapso estructural impulsado por cambios tecnológicos y socioculturales. En este contexto, la nostalgia mediática se erige como un factor que puede tanto reforzar la identidad del medio como condenarlo a una lenta extinción.

La muerte simbólica

Según Pierre Bourdieu, el habitus configura la percepción del tiempo y de la memoria, generando estructuras de significado que determinan nuestra relación con el pasado. La nostalgia puede ser interpretada entonces como una cristalización del mismo habitus en el recuerdo, un proceso mediante el cual el sujeto ancla su identidad en una temporalidad ya clausurada. En este sentido, la nostalgia es una forma de muerte simbólica, en tanto la fijación en un tiempo perdido implica la imposibilidad de actualización en el presente.

En tanto, Nikklas Luhmann propone que los sistemas de comunicación operan mediante mecanismos de autopoiesis (concepto tomado de la biología y aportado al mundo científico social por Humberto Maturana y Francisco Varela en 1972), reproduciendo significados y referencias en bucles cerrados que tienen la capacidad de autosostener a una entidad. La nostalgia puede considerarse un sistema autorreferencial que se alimenta de sus propios discursos, generando una percepción del mundo que se distancia de la inmediatez del presente y se sumerge en una burbuja de significados preconfigurados. 

Este proceso es visible en la crisis de TVN, que persiste en modelos comunicacionales anclados en un pasado glorioso, relevante, ignorando la profundidad de su debacle, su falta de responsabilidad en los fracasos de gestión, y sin lograr una reconversión efectiva frente al ecosistema digital contemporáneo. La insistencia en narrativas nostálgicas, ampulosas, en dinámicas vampirizadoras de los recursos del Estado mediante su aval para sostener su endeudamiento y evitar la quiebra para seguir acumulando déficit, más una programación mayoritariamente sostenida en escasa innovación y ofertas gastadas podría estar contribuyendo a su muerte simbólica como medio de comunicación relevante, sin presente ni futuro.

La persistencia infinita

Si se recurre al modelo de construcción social de la realidad de Thomas Luckmann, se podría entender cómo la nostalgia funciona como un puente entre la memoria individual y la colectiva. La muerte, en tanto desaparición física, no implica necesariamente un olvido total; por el contrario, la memoria comunicada perpetúa la presencia del ausente. Así, la nostalgia actúa como un mecanismo de inmortalización simbólica.

La comunicación juega un papel fundamental en la institucionalización de la nostalgia. Los medios de comunicación, la literatura y el cine refuerzan narrativas nostálgicas que dotan de significado el pasado y lo proyectan hacia el presente, perpetuando experiencias y discursos, transformando la muerte en un espacio de persistencia simbólica. Sin embargo, cuando esta nostalgia no es acompañada por una evolución adaptativa, puede generar una desconexión con la audiencia contemporánea, como ocurre con TVN. Los públicos sub50 no consumen medios desde la nostalgia, ni determinan sus gustos mediáticos por ella, salvo en referencias a la infancia y adolescencia. Una característica que los distancia en todo sentido de las audiencias más envejecidas, incluyendo las pulsiones que gatillan sus preferencias políticas en los procesos electorales, donde la nostalgia también carece de valor.

El declive de la televisión pública en Chile está ligado a una transformación radical en los hábitos de consumo de medios. Plataformas de streaming y redes sociales han modificado la manera en que las audiencias acceden y se relacionan con los contenidos audiovisuales. La nostalgia de TVN por su rol histórico como centro de la cultura nacional ha generado una parálisis estratégica, dificultando su viabilidad económica y su capacidad para competir en el nuevo ecosistema digital. En este sentido, la cadena parece atrapada en una burbuja eterna de la nostalgia, donde la memoria de su relevancia pasada impide su resurgimiento en el presente.

La inevitabilidad de morir

El concepto de nostalgia no es en sí mismo un elemento negativo, pero su efecto en la comunicación depende de su aplicación. El filósofo francés Paul Ricoeur da luces sobre la instrumentalización de la memoria para la conservación del pasado como para la construcción de un futuro viable. En el caso de TVN, la nostalgia ha operado como una resistencia al cambio, dificultando su capacidad de innovación y enfrentar el vacío de sentido presente y la carencia de visión para salir del foso. No obstante, algunos medios han logrado transformar su legado histórico y su huella original en una ventaja competitiva, reinventándose sin perder su identidad.

Ejemplos internacionales muestran que la televisión pública puede adaptarse a los cambios sin perder su función social. La británica BBC, por ejemplo, ha integrado estrategias digitales que incorporan su historia con nuevos formatos y plataformas, manteniendo su relevancia en el siglo XXI. En cambio, TVN enfrenta una crisis donde la nostalgia de su antigua gloria se convierte en una barrera para su sostenibilidad.

Entre las lágrimas y el tango

La nostalgia afirma al tango en su núcleo de sentido y en su narrativa como si fuera una forma de muerte, en tanto implica un distanciamiento del presente y una fijación en una temporalidad inalterable. Si TVN fuera un boliche tanguero cercano al Abasto en pleno Buenos Aires, probablemente sonaría «Nostalgias» en cada corte comercial («Quiero emborrachar mi corazón para apagar un loco amor, que más que amor es un sufrir«), pero aquí no hay copas ni amores, solo un canal público que se ahoga en su propia melancolía. 

Entre números rojos y audiencias fugaces, TVN parece vivir en Cadícamo y Gardel -o en Edmundo Rivero si se busca una versión más moderna- esperando un milagro que lo devuelva a la pista o a la eternidad de los recuerdos, como testimonio muerto de una era que ya no existe y que la clase política se niega a aceptar y comprender.

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