Nuevas – y no tan nuevas – corrientes de pensamiento

por Francisco J. Zañartu. G

Ethos: Conjunto de rasgos y modos de
comportamiento que conforman el carácter 
o la identidad de una persona o una comunidad.


 Real Academia Española

Una discusión eterna

Al revisar la historia del conocimiento se observará que siempre, y en todo lugar, el ser humano ha discutido respecto de la forma de enfrentar lo que ocurre cuando no ocurre nada, es decir, según el filósofo chileno Humberto Giannini (1927 – 2014), la cotidianeidad. La pregunta de cómo está su vida y la de su comunidad, ha llenado la cabeza de pre-socráticos, aristotélicos, cristianos, existencialistas, esencialistas, marxistas, nacionalistas y neo patrióticos, por nombrar algunos. Todos se han declarado porta estandartes de la verdadera moral y han acusado a sus opositores de inmorales y/o amorales. Esta eterna discusión fue corroborada por dos hombres de 60 años aprox. que conversaban, poco después de la cuenta presidencial. Mientras uno decía que este país perdió la ética cuando permitió que el mandatario anduviera sin corbata, el otro le refutaba diciendo que el problema se había suscitado cuando se eligió a una mujer en La Moneda.

La ética siempre ha provocado grandes y profundas discusiones.

Resulta curioso decir que alguien ha perdido la ética, porque esta viene del ethos que, como se dice más arriba, son los rasgos y modos de una persona o comunidad. Difícil encontrar una persona que camine por la vida sin modos ni rasgos.  

En un inicio la palabra Ethos significó «guarida, lugar donde habitan los animales, o morada, lugar donde habitan los hombres«. Fue el poeta Homero el primero en dar cuenta de ella. Posteriormente Aristóteles se encarga de otorgar un segundo sentido al término, entendiéndolo como «hábito: carácter o modo de ser derivado de la costumbre» o “conducta fija que va formando el hombre a lo largo de su existencia” Desde que el ser humano se organiza en sociedad, siente la necesidad imperiosa de regular su comportamiento y modelar su carácter. 

De la misma raíz griega proviene la palabra ethikos (ἠθικός), que significa teoría de la vida, derivó la palabra castellana ética, por lo tanto, parece ser claro que el ethos y la ética pueden cambiar, ir mutando, lo que habla bien de una comunidad, sin embargo, no puede desaparecer. 

Todos ser humano tiene ética, desde los personajes del Tren de Aragua, los Boy Scout, los gendarmes, las chicas del Opus Dei y las LGTBIQ+. lo anterior no significa que debamos compartir dicha norma.

Ethos chilensis.

Chile es una comunidad, qué duda cabe, por lo tanto, se ha dado sus propias normas y tiene su propio ethos. Muchas veces, dichas normas no son respaldadas por la mayoría de los habitantes, quienes no pueden entender lo que ocurre en su sociedad. 

Hasta hace poco nuestra ética apuntaba que si una mujer era violada y quedaba embarazada, debía tener el bebé y si interrumpía la gestación tenía que enfrentar a la justicia. La norma se basaba en lo propuesto por el ideólogo conservador Jaime Guzmán (1946 – 1991) que decía:

La madre debe tener el hijo, aunque salga anormal, no lo haya deseado, sea producto de una violación o aunque de tenerlo, derive su muerte

Las normas van cambiando y las sociedades, algunas en forma más rápida o más lenta, van teniendo “avances civilizatorios” Hoy gracias a las tres causales, a nadie se le ocurriría condenar a una mujer violada o con un hijo inviable por interrumpir su embarazo. La verdad es que Chile es de los países más lentos en producir un cambio y siempre, o casi siempre, busca alguna excusa para acomodarnos a lo que ya tenemos, o lo que algunos pocos tienen. Hace unos días en los comentarios de Emol, una persona, respecto de la propuesta del presidente del aborto, decía que: “Para eso quieren subir impuestos, para financiar abortos. Si alguien quiere abortar, que pague

El problema entonces no es el aborto, sino el dinero. 

Resulta interesante ver como el ethos incorpora conceptos a diario en nuestras vidas y la ética se hace voluble. A propósito de esta exclusión e incorporación de nuevos paradigmas podemos ver cómo hay dos conceptos que, de un tiempo a esta parte han protagonizado el alma de los chilenos: la taima y el cosismo.

Taima y cosismo.

La taima, es una característica especial de los chilenos. Tanto es así que la Real Academia española da una mención especial a nuestro país y dice: “Chile. Obstinación, empecinamiento.” Durante nuestra vida hemos sido testigos de innumerables connacionales taimados: el chino Ríos, receloso porque a su mamá   le nagaron entradas para la Olimpiada, se encona y decide no llevar la bandera chilena en dicho certamen. La alcaldesa de Viña, Virginia Reginato, en un ataque de picardía y picantería se niega, durante 45 minutos, a entregarle la gaviota al Puma. (Hay que reconocer que a la edil finalmente le vino la cordura, escuchó la voz del pueblo y la entrega).

Durante los 80, el periodista, escritor y cronista Enrique Lafourcade (1927 – 2019) escribe “El gran taimado”. Esta novela aborda la figura de Pinochet con un sarcasmo agudo. Publicada en 1986, inicialmente fue una lectura prohibida durante la época de dictadura, su contenido provocador y su estilo literario han dejado una huella en la literatura chilena.

En las últimas semanas se ha visto uno de los actos más impactantes de la taima nacional: Un grupo de diputados, furiosos con el mandatario que anunciaba la presentación de una ley de aborto libre, deciden retirarse de la sala, algo similar al nene que se enoja y dice: “La pelota es mía y me la llevo a mi casa”. 

La mayoría de esos diputados/niños mimados -vinculado a diversas iglesias evangélicas – olvidó que su trabajo consiste en discutir y escuchar. Los taimados -según algunos estudios sicológicos – pierden la razón y se olviden de sus responsabilidades. (El niño que se lleva la pelota olvida el compromiso con sus amigos) Evidentemente nadie pide a estos parlamentarios que voten a favor de lo que están en contra, pero se les exige que recuerden que reciben un vigoroso sueldo para parlamentar. No para taimarse.

Otro de los elementos que ha tomado fuerza en nuestro ethos es el cosismo. A raíz de la misma cuenta pública del presidente, la senadora Rincón y el diputado Jouannet -entre otros – declararon que el aborto no estaba entre los problemas de la gente, que ellos recorrían el país y nadie se los había planteado. Lo anterior es absolutamente creíble, no es necesario ser candidato a nada para saber cuáles son las temáticas del chileno medio. A pesar de lo anterior, se supone que los líderes políticos están para poner los temas. Alguien imagina a Churchill, Adenauer o alguno de los otros grandes líderes políticos haciendo una lista de supermercado con las necesidades de sus electores para llevarlos a las próximas elecciones.

El cosismo en Chile, como se recordará, fue parte de una estrategia iniciada por Lavín para ganarle a Lagos en la campaña presidencial de 1999. Tuvo un relativo éxito y llevó a la realización -por primera vez en la historia de Chile – de la segunda vuelta. Hasta ahí no más llegó. Lagos ganó y Lavín inició una seguidilla de derrotas presidenciales que hoy lo tienen como un zombi electoral.  Recordemos que perdió con Lagos, Piñera y Sichel. 

La sociedad chilena, por mucho que algunos se opongan, es un ente dinámico en el cual van entrando y saliendo normas y preceptos. Hay cosas en las que se avanza y en otras se retrocede y se va armando una ética con mínimos y consensuados conceptos.  Esperemos que de pronto se olviden las listas de supermercado en los programas políticos y nadie se extrañe porque el presidente anda sin corbata o porque una mujer llega a La Moneda.

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