Periodismo Zelig

por Luis Breull

Mientras el mundo y Chile incluido aceleran sus cambios que acrecientan el consumo de internet y de medios de entretención audiovisual asociados a esa tecnología y las nuevas plataformas, el periodismo tradicional navega aguas complejas entre fake news, algoritmos y rankings de visionados, recortes de personal en planillas Excel, la permanente caída del avisaje y la ineludible reconfiguración de su modelo de negocio en pro de sostenibilidad en el corto, mediano y largo plazo. Un cóctel que exhibe deficiencias y deudas en credibilidad y confianza, que agregan mayor incertidumbre a la calidad en difusión de noticias y al rigor en el ejercicio profesional orientado a la cacería de audiencias. Un símil a Zelig, la comedia filmada por Woody Allen en 1983 y que retrata a un personaje carente de toda personalidad y que por timidez patológica asume las identidades y apariencias de quienes tiene al frente en cada situación de vida.

Un duro contexto

La consolidación de los medios digitales y de las redes sociales transformaron a las audiencias, transitando de espectadoras pasivas a evaluadoras activas del periodismo nacional, con el agregado de altos niveles de desconfianza informativa, particularmente en la televisión abierta, de pago y la prensa escrita. 

El consumo de noticias, entrevistas, debates, reportajes y de productos periodísticos de actualidad general o segmentada se juega en torno a las expectativas que los medios son capaces de crear previamente -que en general tienden a ser altas-, y los niveles de satisfacción posterior de los productos difundidos, que se declaran bajos o decepcionantes. Un fenómeno anómalo incapaz de responder al correcto alineamiento entre la visión de cada medio y la planificación estratégica de sus contenidos y agendas (valor real de la información ofrecida en relación a sus públicos reales y potenciales).

La calidad informativa se ha venido instalando en sucesivas encuestas de centros de estudios y universidades (PUC, UAH y UCV, entre otras) como una demanda especialmente focalizada en las audiencias de segmentos altos, medios-altos y tomadores de decisión. 

A mismo tiempo que la reducción de los ingresos publicitarios en la TV abierta, TV de pago, prensa escrita y radios ha puesto en jaque los modelos de gestión tradicionales vía avisaje y suscripción, así como la rentabilidad, sustentabilidad y capacidad de inversión en la generación de contenidos con valor agregado. 

El avisaje digital según el más reciente reporte de la Asociación de Agencias de Medios a febrero 2024 equivale al 51,4% de toda la torta a repartir entra las distintas industrias. En segundo lugar se ubica la TV abierta con un 24,4% (disminuyendo año tras año) y luego, en tercer lugar la publicidad en la vía pública con un 13,0%. Le siguen en la cuarta posición las radios (6,2%), los diarios (2,4%), la TV de pago (2,2%), el cine (0,2%) y, por último, las revistas (0,1%).

Los informes We Are Social 2024 (de la consultora Meltwater o ex Hootsuite) sobre el estado de situación mundial y local de uso de medios en general y plataformas digitales mediante internet y Consumo de noticias y evaluación del periodismo(Feedback y Universidad Católica de Valparaíso) entregan datos relevantes para comprender el panorama en que estamos como país y dimensionar los desafíos:

  • La población total de Chile es de 19,64 millones en febrero de 2024 (19,62 millones a inicios 2023). Ha crecido 2 millones en los ultimos 10 años.
  • 17,88 millones de personas son usuarios de internet en Chile, con una penetración de internet del 91,0% (+0,8% sobre 2023). 15,20 millones son usuarios de redes sociales o tienen identidades activas, lo que equivale al 77,4% de la población total (53,7% son mujeres y 46.3% son hombres). 
  • 30,16 millones de conexiones móviles celulares estaban activas en Chile a principios de 2024 (153,5% de la población total). 
  • Las personas usan en promedio 8 horas y 31 minutos diarios internet en cualquiera de sus posibilidades; ven 3 horas y 43 minutos de TV en cualquiera de sus formatos (incluyendo streaming) y pasan 3 horas 22 minutos en sus redes sociales.
  • Un 43,7% de la población entre 16 y 64 años afirma visitar sitios y portales de noticias al menos una vez al mes.
  • Whatsapp, Instagram y Facebook son las tres redes sociales más usadas en Chile.
  • Un 45,0% del universo de 16 a 64 años paga mensualmente por consumir películas y servicios de streaming digital; un 32,9% por streaming de música y solo un 3,6% por servicios de noticias.
  • Un 67,5% de los encuestados dice consumir noticias sobre lo que sucede en la sociedad frecuentemente, mientras que un 36,7% indica hacerlo todos los días (mayor a otros países). 
  • La orientación política y el nivel socioeconómico de las audiencias en Chile impacta significativamente en la evaluación que estas hacen de la credibilidad y calidad de distintas marcas mediáticas. A nivel general, se observa una mala evaluación de las marcas mediáticas por parte de las audiencias, particularmente asociadas a los medios de orientación editorial política contraria a sus puntos de vista y valores. 
  • Los medios considerados más creíbles y de mayor calidad en el país, comparativamente hablando, son Radio Bío Bío, CNN Chile y Radio Cooperativa, seguidos por Ciper, Chilevisión y El Mostrador. 
  • Las marcas mediáticas que las audiencias declaran consumir en mayor medida para informarse son Radio Bío Bío y Chilevisión, seguidos por Mega y CNN Chile. 
  • Un 82,2% de los encuestados confía en sus habilidades para juzgar la calidad de las noticias y un 78,9% considera contar con herramientas y habilidades para interpretar los hechos informativos.
  • Las funciones periodísticas que las audiencias en Chile consideran más importantes son: que los medios las eduquen en sus deberes y derechos como ciudadanos, que informen con la mayor imparcialidad posible, que denuncien el mal actuar de individuos o grupos de poder en la sociedad, que expliquen el impacto que ciertas decisiones políticas tienen en entornos locales, y que informen sobre procesos judiciales contra individuos o grupos de poder. 
  • En cambio, las audiencias perciben que los medios que proporcionan principalmente el punto de vista del periodista en las noticias, que incluyen información sobre la vida privada de las personas, y hacen referencias explícitas a sentimientos o emociones, son prácticas consideradas como poco importantes para ellas. Algo asociado preferentemente al campo del periodismo televisivo y a la compulsión por sacrificar la información pura y dura en pro de relatos e historias extensas que permitan sostener la alta duracion de estos programas, comparados con paises del primer mundo.
  • Los temas de mayor interés informativo declarados por las audiencias en Chile se relacionan con asuntos sociales como educación, vivienda y medio ambiente. Le siguen salud, ciencia y tecnología, arte y cultura, economía y política. En menor medida se valora la cobertura de noticias del espectáculo y la farándula.

¿Cómo seguimos?

Factores relevantes de la crisis de los medios y del descrédito del ejercicio del periodismo -al decir de los propios profesionales-, radican en la mala formación de sus pares, la falta de pluralismo asociada a la concentración de la propiedad y a la precarización de sus ingresos, derivados de modelos de gestión financiera que desprecian el valor del contenido de calidad. Si a ello su agregan las amenazas del contexto digital, donde al decir del periodista e investigador Eduardo Arriagada en su reciente libro “Hiperconectados”, las mentiras, los algoritmos y la polarización amenazan la calidad y obligan a redimensionar el rol de curatoría y la selección de noticias de los medios periodísticos de calidad.

Así como Lou Zelig hizo su vida desentendiéndose de su propia personalidad y aspecto físico, mutando según el contexto y a quien tenga a su lado con el fin de no incomodar y congraciarse con el mundo, la crisis de avisaje y los algoritmos están imponiendo el periodismo de “clicks” y múltiples segmentaciones que terminan en cámaras de eco que mutilan la capacidad de las personas de informarse de modo amplio y con equilibrios contextuales. 

Un mundo de compulsiva rapidez, simultaneidad, replicabilidad, copias sobre copias, y relatos cada vez más efímeros -no obstante, ruidosos, hiperinflados y sobrevendidos-, que moldean las percepciones sociales con elementos mínimos o a ratos de dudosa calidad, amplitud de puntos de vista, profundidad y reflexividad, como una seria amenaza a la convivencia democrática sana de una ciudadanía realmente informada.

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