Plenos años 60 y una trama actual. La lucha por justica social

por Karen Punaro Majluf

Hay obras que trascienden al tiempo por su temática y una de ellas es esta novela de Miguel Delibes, en la cual una viuda hace un repaso por la vida del muerto contraponiendo sus deseos burgueses con las necesidades del pueblo.

 Cinco horas con Mario, de Miguel Delibes, posiciona al lector de manera inmediata en lo que será el escenario de la novela y es el funeral del protagonista a través de un obituario que entrega todas las características a saber del muerto: se trata de Mario Díez Collado, quien falleció a los 49 años, el día 24 de marzo de 1966.

Es este el comienzo de una “caja de Pandora” que permite conocer a una familia que es la que finalmente da vida a la obra narrativa. Y si bien el título de la novela lleva el nombre de Mario, no es él el protagonista, sino que es su muerte el detonante de la trama, ya que la historia la lleva su viuda, Carmen Sotillo, quien, a través de diálogos -y principalmente monólogos- da a conocer lo que fue su historia, la situación de España, y su visión sobre la sociedad y sus clases en tiempos de guerra civil. Todo entrecruzado con una narración en pasado y en tercera persona.

Monólogo

Si bien se trata de una novela en la que habitan variados personajes, el peso narrativo se lo lleva Carmen en un monólogo que comienza en la página 111, en el capítulo 1. Es en ese momento cuando la viuda comienza a hablarle a Mario tal como si pudiera escucharla –e incluso responder-. “Con cualquiera, Mario, fíjate bien, con cualquiera”. “¿Es que no te dabas cuenta de mi indignación cada vez que estaba gorda y me negabas?” .

Sobre esta particularidad en la narración, Alfonso Rey, en Forma y Sentido de Cinco Horas con Mario, explica que el monólogo de la protagonista “tiene un destinatario que no es Carmen, ya que esta se dirige a Mario como si realmente estuviera presente”.

Carmen habla en tono imperativo y de recriminación. Queda manifiesta su insatisfacción con Mario, pues eran totalmente opuestos: mientras ella quiso una vida de opulencia, él buscó en su actuar una forma de lograr justicia e igualdad social.

 “Ahora os ha dado la monomanía de la cultura y andáis revolviendo cielo y tierra para que los pobres estudien, otra equivocación, que a los pobres les sacas de su centro y no te sirven ni para finos ni para bastos, les echáis a perder, convéncete, enseguida quieren ser señores y eso no puede ser, cada uno debe arreglárselas dentro de su clase como se hizo siempre”.

 Estas dos posturas, dadas a conocer en los monólogos de la protagonista, representan -las que podrían ser- las dos caras de España en tiempos de guerra. Rey plantea que esta forma de narrar, “por la existencia de preguntas y respuestas… debe ser considerado como un diálogo que tiene un interlocutor ficticio”.

Conocimiento del personaje de parte del lector

Cinco horas con Mario logra que el lector conozca desde otra perspectiva al personaje, “pues ya no solo se identifica con él, … sino que a la vez puede observarle críticamente”, explica Ramón Buckley ya en el año 1868 en Problemas formales en la novela española contemporánea.

Si bien en el neorrealismo de Ignacio Aldecoa el narrador era un colectivo de personajes -lo cual se puede interpretar como el desaparecer del autor- que permitía al lector completar el panorama a través de diálogos comunes y escenas cortas (behaviorismo), en esta novela de realismo social nos encontramos con monólogos y diálogos que permiten conocer tanto el ser social como el íntimo de la protagonista.

Llama la atención como constantemente se repiten textos en la novela. Carmen reitera “en la vida he visto un muerto así… Pero si ni siquiera ha perdido el color” y luego vuelve a enlazar con lo que fue su historia, desde que se conocieron, siendo ella una chica de clase media-alta y él un profesor con aspiraciones de igualdad social.

“¿Crees que eso es un viaje de novios? ¡Y si solo fuera eso! Pero, por si no bastara, siempre con cara de ciprés, como pensando en otra cosa”.

“¡Virgen tú! Pero, ¿es que crees que me chupo el dedo, Mario, cariño? Y no es que yo vaya a decir que tú seas un vicioso, que eso tampoco, pero, vamos, algún desahogo de vez en cuando (…) Luego lo de Madrid, el viaje de novios, que me hiciste pasar una humillación que no veas, un desprecio así, que empiezo por reconocer que yo estaba asustada, que sabía que tenía que pasar algo raro, por lo de los hijos, a ver, pero creí que era una vez sólo, palabra de honor, y estaba resignada, te lo juro, sea lo que sea, pero tú te acostaste y ‘buenas noches’, como si te hubieras metido en la cama con un carabinero…”

 Temáticas de ayer, hoy y siempre

Los temas que abarca Cinco Horas con Mario son adulterio, la culpa, la frustración, el rol de la mujer versus el del hombre, el conflicto político, las clases sociales, el papel de la iglesia, el pesimismo y la esperanza, y el sistema político; todos tópicos que podemos encontrar en la actualidad y plasmar –tal como la novela lo hizo con la historia de España- la realidad chilena.

Los monólogos que Carmen mantiene con el cadáver de Mario abarcan sus 23 años de relación. Parten el día del funeral en 1966 y van retrocediendo, pasando por la guerra civil y la posguerra.

Esto, para Fernando Larraz, según expresó en Aspectos ideológicos en Cinco horas con Mario de Miguel Delibes, se trata de “una parábola del eterno holocausto de la España laica, liberal y progresista que representa Mario, elevado … a una categoría mesiánica”.

Es recién al final de la novela que conocemos las verdaderas razones de la viuda para haberle hablado durante cinco horas a un cadáver: Durante la noche, Carmen insinúa que Mario alguna vez le fue infiel, aunque termina confesando que el adulterio lo cometió ella. Carmen necesita ser perdonada y deja entrever que sus constantes críticas y reproches fueron un justificativo para la falta cometida.

El deseo en la mujer

Si bien la trama principal es mostrar las dos caras de la España franquista, el segundo hilo conductor es el deseo sexual femenino y la insatisfacción.

Eran tiempos en que la mujer tenía solo dos roles: cuidar de la casa y procrear; mas Carmen hace saber que ella nunca quiso cuidar a tantos niños: “Que no soy de tener muchos hijos, por lo que sea”.

Sin embargo el gran reproche a Mario se da por la falta de atención que le puso a Carmen en cuando a la intimidad y sus deseos:

Figúrate si te conoceré, si nunca me has hecho caso, Mario, cariño, jamás de los jamases, ni siquiera cuando te advertía que eran días malos, tú a lo tuyo (…) no mezclemos las matemáticas en esto (…) no seamos mezquinos con Dios (…) dale, claro que yo como un palo, a ver que esperabas, encima, y que digas que Dios nos ha tenido de su mano, que no soy de tener muchos hijos, por lo que sea, que si yo soy una de esas artesanas conejas que los echan a pares, para que te voy a contar”.

La frustración sexual de Carmen es obvia. Sentía que para Mario era un mero trámite, un deber marital y que no tomaba en cuenta sus “días malos”. Durante todo el relato nos recuerda que él era quien decidía –según sus ganas- cuando hacer el amor y no cuando ella lo pidiera. Esto por un lado se contradice con el carácter liberal de Mario, capaz de dar al otro lo suyo; y por otro justifica la rabia de la narradora.

Queda abierto para el lector interpretar la muerte de Mario. ¿Murió de un ataque cardíaco? En el prólogo dice “No es un muerto; es un ahogado”. ¿Ahogado por quien? ¿Por Carmen quien lo engañó, pues nunca se sintió valorada? ¿Por el caos social? O ¿porque simplemente su corazón le falló?

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