Probablemente, y cuando estos mediocres tiempos hayan pasado, los recordaremos esencialmente como un tiempo perdido, inútil, irrelevante. Ni siquiera ostentarán el pesado título de nefasto porque recordemos que en Roma los días que figuraban como nefastos consulares (no se podía nombrar cónsules) lo eran porque alguna catástrofe los marginaba de aquellos días válidos para realizar actos oficiales significativos, pero al menos, destacaban negativamente en el temeroso calendario romano. Aquí ni eso. No dan tan siquiera para que un coaching de encargo diga con voz engolada: De todo esto saquemos algunas enseñanzas, o pregunte con voz afectada ¿qué oportunidades se nos abren, a partir de esta experiencia? y menos la frase aburrida por lo trillada de que hay que ver el vaso medio vacío.
Porque en verdad este último año no nos enseñó, propiamente nada. Nos mostró simplemente que somos una sociedad que hace mucho tiempo hemos perdido los escrúpulos. Y la vergüenza. Ahora todo vale. Si no, ¿cómo entender el lenguaje cínico y lleno de afirmaciones propias del hampa de Hermosilla y sus socios? El desparpajo con el que se refieren a fiscales, jueces, policías y otros funcionarios, la liviandad para reconocerse delincuentes, y las maquiavélicas ideas sobre métodos y procedimientos para cometer ilícitos. Y todo ello de la mano de la elite que se atribuye el rol de garante de las propiedades, las instituciones y la fe pública.
Todos sabíamos que el presidente Piñera -que en paz descanse-, era pillo. Y si para ganar un pesito debía saltarse las incómodas reglas del juego, no escatimaría esfuerzos, pero, aunque no sorprenda su modo de operar olímpico y tramposo, resulta un espectáculo patético ver como su prestigioso abogado, desde la Moneda y con la coautoría de su primo, hacía y deshacía, como corresponde al verdadero demócrata que era.
El caso Monsalve es parte de lo mismo. El superagente 007 de Chile, terror de los terroristas, contrasta con el modelo british en su mejor encarnación de Sean Connery, que seducía a las chicas con una voz tranquila y segura, diciendo Soy Bond; James Bond, cuando una chica deslumbrantemente atractiva le preguntaba con voz bobalicona quién era, sino que acudía a la más rasca, ordinaria, y delictiva táctica de emborrachar, intoxicar y engañar a una mujer mucho menor y subordinada, para tener sexo con ella. Obviamente no consentido. Y, aunque ahora no hay quien salve a Monsalve, lo sucedido por el ex subsecretario muestra hasta donde nos puede llevar la falta de escrúpulos, el narcisismo, y las redes de protección oficial. Otra vez autoridades sin Dios ni ley; ni vergüenza.
Las ISAPRES, sorprenden a sus confundidos clientes con devoluciones que se realizan en cantidades ridículas durante tiempos prolongados y como siempre nadie parece hacerse responsable de que los estafados ciudadanos cobren iñi piñi para corregir el abuso. Los representantes de las ISAPRES no parecen avergonzarse. Tampoco los honorables. Ni los representantes del gobierno.
Y la bella diputada Orsini, pone sus mejores esfuerzos no en sacar adelante leyes que favorezcan a los más pobres y vulnerables sino en influir con llamadas a fiscales y probablemente otros funcionarios interviniendo irregularmente en investigaciones que afectan a personas de su especial interés personal… Sin escrúpulos.
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Mientras tanto un Chile pobre, agotado, y envejecido, asiste desconcertado a discusiones que le pasan por encima. Y en donde todos hablan en su nombre y representación: Con mi plata no, dicen las AFP,encarnando la siniestra paradoja de que los más pobres de Chile son representados por sus dueños que deciden por ello, cuánto viven, y donde lo hacen.
Y el tema no es menor. De hecho, casi todo lo importante se juega en la conversación de la Reforma Previsional. Según los datos de la Fundación Sol a diciembre de 2023 la mitad de los y las pensionadas recibieron del sistema de AFP solo $185.000 y en el caso de las mujeres este monto no supera $151.000. El resto lo paga el vilipendiado Estado que a través de PGU o el Aporte Previsional Solidario permite que estos montos miserables se conviertan en jubilaciones pobres, aunque no muy dignas: $343.000 hombres y $232.000 mujeres.
Una derecha mocita (mozos de las AFP, ISAPRES) y una izquierdita cobarde, han puesto la conversación exactamente a dónde a la primera le interesa, es decir, en el destino de los fondos y en el sistema de reparto que, aunque no existe en Chile más que para los militares, un debate falso y manipulador lo convierte en el cuco de la historia.
Y así nos va. La derecha arrastrada por la ultraderecha republicana y la izquierdita cobarde ya sin apenas señas de identidad y pocas ganas de combatir en el campo de las ideas y temerosa de que la rabia se desborde, olvida imperdonablemente, que sin que los actores sociales directa e indirectamente involucrados hagan valer su voz en las conversaciones de incidencia, nunca habrá un poder alternativo al de los poderes fácticos que equilibre la balanza.
Esta vez no soy optimista, aunque una mirada holística de la coyuntura política me lleva a concluir que la derecha mocita y sus ultramontanos republicanos se metieron solitos en un callejón sin salida: la táctica de negar la sal y el agua suele ser eficaz pero suicida: impide gobernar al que ocupa la Moneda, pero imposibilita al propio tiempo ampliar los apoyos de su campo para ganar las próximas elecciones. Una derecha un poco más sensata empieza a comprenderlo. Si no hay Reforma Previsional, además de la tentación del electorado de pasar la cuenta a los boicoteadores, pondrá como tema hegemónico la necesidad de conseguir una solución definitiva a las pensiones miserables. Y, evidentemente, pocos creerán que los que ya impidieron una solución, sean en el futuro los artífices del cambio. Y esto no será compensado con las bravuconadas y las frases anticomunistas altisonantes de los republicanos. Porque no se juega con las cosas de comer.
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Si, en cambio, la oposición aspirante a la presidencia de la república se suma a un acuerdo para mejorar el sistema previsional, tendrán muchas posibilidades de arribar a la Moneda prometiendo un mejor gobierno y sin tener que arrastrar el fardo pesado de afectar el negocio de los sectores económicos que constituyen su apoyo y razón de ser. A pesar de que este triunfo legitime, a posteriori, al gobierno de Gabriel Boric, por los siglos de los siglos.
La Reforma Previsional es en todo y para todo fundamental: allí se juegan las posibilidades futuras de todo el sistema político de Chile. Si no la hay habrá que acudir al expediente mediocre de juntar cosas: un poco del Ministerio de Seguridad por aquí; otro poco de empadronamiento de inmigrantes por allá, unas cuantas motos más para Carabineros, etc.
Por eso creo que la palabra mágica es movilizar. Y movilizar no se hace desde el Diario Oficial. No se hace con puras modificaciones legales. Se hace convocando, proponiendo reformas, discutiendo con y para la gente. Debatiendo con los interesados y saliendo del encierro del Palacio. Con valentía. Asistiendo conscientemente a las críticas de la gente. No dejándose acojonar por el primer gritón y maleducado de un panel de debates mañaneros de una televisión decadente.
La izquierda necesita urgentemente recuperar un camino programático. Un camino de reformas profundas que ponga al país en el camino del desarrollo en un mundo completamente diferente al anterior. Y para ello no es suficiente como lo hace la derecha mocita poniendo titulares. Es necesario afrontar seriamente como se para Chile en los tiempos venideros. Es decir, donde los estados nación valen cada vez menos y los grandes poderes globales (Google, Facebook, Amazón) parecen no tener límites. Donde la preeminencia de Estados Unidos, cede ante su alternativa, la República Popular China y la ventaja de tener el dólar ya no les asegura mantener eternamente una ventaja. En este otro mundo diferente, Chiletiene problemas estructurales serios, graves e insoslayables como el descenso continuo de su población. Situación que, por ejemplo, también existe en España, pero allí el presidente de gobierno no tiene problema en declarar que, si no se regularizan 500.000 mil trabajadores extranjeros a corto plazo, no se ve como se sustentará a futuro la Seguridad Social española. La educación chilena se encuentra en crisis hace décadas. Pero tampoco se resolverá una cuestión tan grave enredados en la conversación idiota, de los criterios sobre los liceos emblemáticos. Porque a grandes problemas grandes soluciones, que son reformas. Al menos para conseguir que se enseñe lo que se requiere, en el nivel que exige este mundo, en los plazos que exigen los grados para que el nivel de conocimientos permita apalancar el desarrollo.
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Hasta el momento y merced al miedo a la derecha, a los medios, y algunas exigencias efectivas de la coyuntura la cuestión de la seguridad si se ha enfrentado con mirada estructural pero su sostenibilidad también depende de reformas profundas: la penitenciara en primer lugar, junto a otras como la urgente reforma a las instituciones de inteligencia, dispersas, descoordinadas e ineficaces.
¿Se puede? Claro que se puede. Pero no de la misma forma. Este es el momento de enfrentar -no de crispar que es otra cosa-. De enfrentar ideas sin superficialidad ni concesiones: El sistema de AFP es un fracaso. Sus pensiones no han alcanzado nunca un mínimo para salir de la pobreza. Es el Estado, el que mantiene en Chile el sistema de pensiones. Y, además, el sistema actual es contrario a la libertad: en Chile no existe la libertad para optar por diferentes sistemas de previsión: O AFP o AFP. Y, cada mes que transcurre, sin reforma al sistema de pensiones, hay miles de hombres y mujeres, que dejan de percibir unos montos que no son tan ridículos como las devoluciones de ISAPRES, y que nadie se los devolverá en el futuro. Esas platas suyas se habrán perdido para siempre.
La izquierda debe superar los complejos de izquierdita cobarde incapaz de articular un discurso radical, claro, transparente, para movilizar las reformas que necesitan la mayoría de los chilenos que necesitan salir de los umbrales de pobreza. Y no hay otra forma que desmantelando las estructuras fundamentales del modelo neoliberal: las AFP son parte de esa estructura.
Y si faltan votos en el parlamento estos no se conseguirán vendiendo el alma al diablo. Para demostrarlo basta con observar los ingentes recursos que los poderes fácticos pusieron en amarillos, demócratas y otros del tipo y sus magros resultados electorales. La ilusión de un tsunami republicano es solo eso: una ilusión. Una mala copia de Milei y sus fracasados socios españoles.
Cuando se impone la conversación sobre las cosas de comer los votantes buscan en el menú ejecutivo el límite de sus posibilidades. Y a nadie le interesa, en ese momento, las tediosas charlas sobre nutrición, cuando se hacen con el estómago vacío.
Y si el río se desborda, no será para reflotar las añejas consignas republicanas, sino por las mismas razones que precedieron al estallido.
Como dijo Nelson Mandela hace algunos años: Nuestro miedo más profundo no es que seamos inadecuados. Nuestro miedo más profundo es que somos poderosos sin límite. Es nuestra luz, no la oscuridad lo que más nos asusta.