Hace algunas semanas apareció el Cuaderno Literario N° 6 de PEN Chile, cual pedacitos de pan fresco horneados en nuestro corazón, como tal vez habría dicho el peruanísimo e inmortal César Vallejo. Pero antes de adentrarnos en los contenidos del Cuaderno, déjenme contarles algo sobre PEN Internacional y nosotros los escritores y escritoras de PEN Chile.
PEN Internacional nació en Londres el 5 de octubre de 1921, siendo la organización no gubernamental más antigua dedicada a la difusión de la literatura y la defensa de los derechos humanos. Originalmente, el acrónimo PEN se refería a “Poetas, Ensayistas y Narradores”. Hoy, con centros nacionales en más de 100 países, incluye también a periodistas, traductores, historiadores y blogueros.
PEN fue fundado por Catherine Dawson-Scott, poeta, dramaturga y activista por la paz, de nacionalidad británica. Su idea era poder unir a personas dedicadas a la literatura después de la devastación provocada por la Primera Guerra Mundial. En esos tiempos de terrible patriarcado, ella nunca fue elegida Presidenta de PEN. Más aún, tuvieron que transcurrir 96 años para que fuese elegida como Presidenta una mujer: la mexicana Jennifer Clement. El honor de ser el primer Presidente recayó en el británico John Galsworthy, quien recibió el Nobel de Literatura en 1932. Catherine Dawson-Scott fue capaz de movilizar tras esta idea a otros grandes escritores que recibieron el Nobel de Literatura, como el irlandés George Bernard Shaw, Anatole France, Tagore, W.B. Yeats, Thomas Mann, y la sueca Selma Lagerlöf, quien había sido la primera mujer en recibir ese reconocimiento en 1909.
Entre otros escritores notables vinculados a PEN Internacional cabe mencionar a Alberto Moravia, Henrich Böll, Arthur Miller, Mario Vargas Llosa, Octavio Paz, Pablo Neruda, Nadine Gordimer, Toni Morrison, y J.M. Coetzee. En fin, la lista es larga. Y para que me crean, había dejado afuera nada menos que a Jorge Luis Borges y a Paul Valery.
El propósito de PEN ha sido desde hace muchos años enfatizar el rol de la literatura en el desarrollo del entendimiento mutuo y la cultura mundial, luchar por la paz y por la libertad de expresión, y actuar como una voz potente que defienda a las escritoras y escritores perseguidos y encarcelados a causa de sus opiniones.
Sobre el Centro PEN Chile les puedo contar que fue fundado en octubre de 1935, siendo su primer Presidente Carlos Silva Vildósola, quien es considerado como uno de los padres del periodismo chileno. Entre otros escritores que presidieron PEN Chile podemos nombrar a Chela Reyes, Ricardo Latcham, Humberto Díaz Casanueva, Augusto D’Halmar y Luis Droguett. También participaron activamente connotados escritores como Pablo Neruda, Nicanor Parra, José Donoso y Jorge Edwards. En la actualidad son socios activos o socios honorarios de PEN Chile: Isabel Allende, Ariel Dorfman, Antonio Skarmeta, Carlos Franz y la escritora nicaragüense Gioconda Belli, quien recibió hace poco tiempo la nacionalidad chilena por gracia.
PEN Chile vivió unos años negros durante la dictadura civil-militar, que llevó a la exclusión de nuestro Centro de la vida de PEN Internacional, cuando la Presidenta Blanca Luz Brum declaró en el Congreso de 1984 que en Chile existía libertad de prensa y no había escritores perseguidos. Pasaron largos años para que se abriera un período de renacimiento y reinserción de nuestra institución en el escenario cultural de nuestro país. Este “proceso de reencantamiento”, iniciado en 2006, fue liderado por Aileen L’Huillier junto a un pequeño grupo que integraron escritores del antiguo Directorio y algunos miembros nuevos. Fue solo en el año 2016 en que PEN Chile tomó la trascendental iniciativa, por su sentido de reparación histórica, de hacer una Declaración de Mea Culpa, que tuve el honor de presentar ante el Congreso de PEN Internacional celebrado en Ourense, Galicia, en 2016.
El renacimiento de PEN Chile encabezado por Aileen L’Huillier, fue continuado por todos los Presidentes de nuestra organización que vinieron después: Blanca del Río (2015), Jorge Ragal (2016-2021), Germán Rojas (2021-2023) y nuestra actual presidenta Cristina Wormull quien ha acentuado, en este su primer año de mandato, el posicionamiento de PEN Chile tanto en el país como en el terreno internacional.
Pero hablemos ahora de lo que nos ocupa que es el reciente Cuaderno Literario N°6 publicado por PEN Chile, gracias a la valiosa ayuda de Editorial Latinoamericana. Son 26 poetas y prosistas de nuestra organización, quienes han contribuido con sus versos, cuentos y ensayos a dar vida a esta publicación que ahora les presento.
Como dice Cristina Wormull en el prólogo del Cuaderno, se trata de escritores y escritoras que abordan una multiplicidad de estilos diferentes. Entre las voces que se recogen hay personas que llevan una vida dedicadas a PEN Chile, como es el caso de Renzo Rosso Heyden (quien nos sorprende con sus delicados haikus de amor), y otras cuya presencia en la vida de esta institución ha sido muy importante en los últimos años, como la escritora canadiense Diane Alméras, quien nos interroga diciendo: “¿es ético dedicarse a contar historias sin razón ni fin, cuando hay tanto sufrimiento e incertidumbre aquí al lado, allí en todo el planeta?”, o como el poeta José Luis Acevedo, de profunda poesía trascendente, quien afirma: “somos hijos del mismo milagro / del mismo sonido inmemorial”, o Emilia Montes, quien entre otras temáticas, nos habla con tanta profundidad sobre la muerte con un pajarillo muriente entre sus manos: “La muerte… / es solo un portal / para entrar / a otro tiempo / de encuentros”.
En cuanto a los ensayos presentados, me parece importante resaltar el de Maritza Barreto, psicóloga y novelista radicada en Montevideo, y Presidenta del Comité de Escritores por la Paz de PEN Chile, quien nos dice con mucha claridad: “sabido es que la paz no es solamente ausencia de guerra…” sino que “no puede haber paz donde falta la salud, la educación, el alimento o el agua. No puede haber paz donde reina la incertidumbre, la delincuencia, la violencia intrafamiliar o de género, o donde haya abusos, un dominador y un dominado”.
Pero una de las cosas más valiosas que tiene este Cuaderno de politonales armonías es que da voz a muchos escritores y escritoras que se han acercado a nuestra organización en el último tiempo, razón por la cual quiero resaltar los valiosos aportes de algunos de ellos.
El poeta, periodista y gestor cultural Eugenio Llona contribuye un hermoso poema dedicado a Oscar “Cuervo” Castro, fallecido en París, enfermo de cárcel, de exilio, de madre asesinada por la dictadura. “… ¿qué es el Aleph, Cuervo, / sino el primer día después del infinito?”
Hermosos son también los versos de Tere Cornejo, poeta y bordadora, que nos habla de amor y de erotismo, que es como lo mismo, pero no es igual. “Si tuviera que hablar de ti… escribiría a manotazos sobre tu piel / desarticulando los cuerpos precedentes…”
También Trinidad Williams alza su voz en defensa de su género, sin mencionar jamás la palabra feminismo, de manera similar a como lo hace Carmen Tornero quien ya lleva varios años en PEN Chile. Trinidad, en su poema “Emancipada”, nos trae a la memoria el recuerdo imperecedero de la rebeldía de Lilith, diciéndonos: “Paraíso, ¿cuál paraíso? / Manzana roja, ¿o era granada? / Las rejas del Edén caen / bajo sus pies atronadores”.
Por su parte, Enrique Muñoz (o Fernando Megamuz), poeta de aceradas creencias espirituales, nos regala un tierno escrito titulado “Los Viejos”, en el que reflexiona sobre muchas ideas que aparecen en las redes sociales descalificando a las personas de la tercera y cuarta edad. Y levanta su lanza en defensa de los ancianos diciendo: “si estamos enfermos por la edad, somos un peligro de contagiar a la sociedad de consumo, de encender sana sabiduría, de amar incondicionalmente.”
Deliciosos son los relatos breves de nuestra veracruzana Georgina Odi, al parecer avecindada en Chile sin retorno, en que nos cuenta sus vicisitudes con el idioma chileno, a veces tan distinto a su mexicano materno, entre incomprensibles “trastes”, “cancelaciones”, “lucas” y “cantos de Gardel”.
Otro buen aporte que aparece en el Cuaderno es el poema “Teoría del Conocimiento” de Javier Maldonado, que disfrazado de humor de fantasía devela realidades insoslayables como cuchillo de matarife. Allí está el abejo que le habla a la abeja o el avispo a la avispa, sobre las dificultades de las relaciones afectivas.
Rescato como muy valioso el poema “Cenizas en la herida” de Carlos Lizama, un canto que él dedica “en memoria de Lola Kiepja, chamana y cantante, una de las últimas Selk’nam, víctima de la marginación y el genocidio”.
Deseo también mencionar a Leonardo Soto Calquín, artista visual y poeta, quien nos ofrece unos latigazos para la reflexión, como su poema “Cauce”, que dice: “Un río lo es / mientras recorre el tiempo / de nuestras miradas / buscando el mar”.
Cada uno de los participantes en este Cuaderno tienen razones valederas para ser incluidos en esta reseña, pero desgraciadamente el espacio es un tirano que no me permite explayarme como hubiese deseado para hablar de todas las voces presentes en el Cuaderno.
Solo quiero terminar junto a Vallejo nuevamente, diciéndoles que al presentar este cuaderno he podido “hoy ser feliz de buena gana”. Quiero invitarles a todos y a todas a compartir conmigo esta felicidad y decirles a quienes estén interesados en acercarse a PEN Chile que pueden escribir a nuestra Presidenta Cristina Wormull al correo penchile.comunicaciones@gmail.com.