Abuelo, ¿tú fuiste de izquierda? El querido pequeño monstruo se acerca premunido de la grabadora del celular, espero que no sea una tarea del jardín. Fui. ¿Y ahora?, insiste. ¡Cabro de mierda! ¿Qué es ser de izquierda, nieto? Ser de izquierda es ser de izquierda, asegura el enano sabio. Se llama principio de identidad, no sirve como definición, pero enseñarlo en este momento será entendido, con razón y en cámara, como abuelo arrugando. Por supuesto, me dan ganas de responder, pero sería un chamullo, y si está permitido chamullarse entre amigos, chamullarle a un nieto es un pecado. Pero, en verdad, ¿qué es ser de izquierda hoy?
En el tiempo implicado en el “fuiste” del pequeño bandido ser de izquierda es conceptualmente fácil y pragmáticamente jodido. Consiste en eliminar la propiedad privada de los medios de producción e intercambio y suprimir el estado burgués, sea liberal democrático, o no. Es ser anticapitalista. Tiene mucho de guerrear en forma focalizada. Pero hoy día, lo dice un avispado amigo muy de izquierda, el capitalismo es “la” economía, ¿cómo estar en guerra con la economía? Los ejemplos de los porfiados no son muy atractivos, y es mejor no olvidar la muerte súbita del socialismo real a comienzos de los 90.
¿Es una especial sensibilidad a la desigualdad económica y social, entonces, y la dedicación a acabar con ella? Bueno, el Sermón del Monte sugiere de dónde viene esa preocupación, lo que no sabe bien a ñurdos laicos. Quizás ser izquierdista consiste en ser cristiano sin la maquinaria y la ritualidad eclesiástica, ni la fe trascendente. ¿Preocuparse del bien común, incluyendo el medio ambiente y otras comunalidades? Bueno, es fundamentalmente una preocupación conservadora la de preservar y cuidar lo ´común´ heredado. Quizás habría que aceptar que ser izquierdista es ser un poco bastante conservador. ¿Tener sensibilidad especial al sufrimiento humano masivo, tal vez? Chuta, negarle a la derecha compasión no me parece fair play conmigo mismo. La superioridad moral es autoengaño. ¿Querer superar la democracia puramente representativa y meterle más democracia directa y permanente, tal vez? Vale, pero, un pero grande, la democracia de asamblea permanente es caótica, se aleja fatalmente de lo que da por cercano, sobre todo no tiene eficacia práctica. De aquí posiblemente la invención leninista del centralismo democrático.
Otra veta característica de ser de izquierda puede ser el afán de acabar con las discriminaciones étnicas, de género, de cualquier otra clase. Puede ser, pero también es liberal, radicalmente liberal si se quiere, pero obviamente liberal. Nada más que igualdad efectiva de todas ante la ley. El matrimonio homosexual extiende la institución jurídica burguesa de la familia, el aborto ´integral´ generaliza el derecho de propiedad sobre el cuerpo (supuesto que el feto sea parte del cuerpo de la madre) y la libertad de hacer con éste lo que se quiera, las cuotas preferenciales y paridades no son más que herramientas perfectamente aceptables para liberales sensibles, el soporte de la familia para permitir a la mujer acceder al trabajo en condiciones igualitarias amplía la concepción burguesa del ser humano como animal de trabajo. Capaz que ser de izquierda hoy día consiste en ser un liberal radical.
También puede que ser (abuelo) de izquierda consiste en pertenecer a una comunidad histórica, proyectar hábitos y narrativas familiares en forma poco reflexiva pero consecuente con el pasado compartido, no distanciarse de viejas amistades. Capaz. Pero no es más que conservadurismo. Y el peor, de club.
Quizás ser de izquierda es una mezcolanza de todo lo anterior. Afanes que no pueden representarse mediante un sistema conceptual completo coherente como antes. Una manera de existir, más que una ideología. Enredosa, desafiante, a venturosa, contingente, exploradora, al borde del precipicio y el pecado. Con escaramuzas, batallas, treguas y acuerdos dispersos poco enfocados y a ritmo variable.
Pero falta algo medular, creo yo, sine qua non: la preocupación por amansar la tecnología para todos, todos todas, no solamente los de aquí, y evitar que se convierta en el dios creador de lo que existe. Es, quizás, la preocupación que antes estaba subsumida en el manejo estatal planificado de los medios de producción. Supone un estado fuerte, capaz de ordenar, de aquí posiblemente la intuición leninista de la dictadura del proletariado. En esto de la tecnología, mis amigos y conocidos de izquierda, jóvenes y viejos, están en pelotas. Yo, en tanga.
Le pongo empeño, respondo finalmente a mi nieto. Ah, ya. El micro delincuente se declara satisfecho, incapaz de verse como el desalmado que es.
1 comment
Estimado columnista: no se complique tanto con el nieto. La cosa, creo, es más simple. Un buen derechista centra sus convicciones y su actuar en la defensa de su libertad para progresar y enriquecerse, todo lo que vaya en contra de eso es una amenaza. Un buen izquierdista aspira a que esos derechos estén condicionados a lograr mejores condiciones de igualación para todas y todos (de oportunidades, pero también de resultados). Un abrazo.