Deseo compartir con ustedes un maravilloso libro que leí hace poco: Contemplando la luna. Su autor, el monje y poeta japonés Saigyo (1118-1190). Vivió fines de la Era Heian (1180) y comienzos de la Era Kamakura (1185). Contemplando la luna; contiene poemas budistas sobre la soledad, traducidos del inglés al castellano por la editora de Editorial MAITRI, Teresa Gottlieb.
La forma escogida por Saigyo para describir su travesía es el Tanka, forma breve practicada también por poetas como Elena Garro, Borges, Octavio Paz, y el poeta chileno Luis Cruz-Villalobos (1976).
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El libro está compuesto por siete cuerpos: Primer despertar; Abandono del mundo; Reclusión; Búsqueda; Hallazgos; Mirada; Ante la muerte. Siete cuerpos sostienen a su autor, Saigyo, a través de un recorrido de más de cien hermosos y conmovedores poemas. Un privilegiado de su época que renunció a todo y que, en su formación como eremita, lo llevó por un viaje permanente de búsqueda de su propio retiro, iluminación y muerte:
No esperaré
saldré a buscar
el cerezo de la montaña
descubriendo el camino
guiado por las flores
En mi opinión, el tanka se ubica en los bordes de la escritura de poesía, es decir, es una forma útil para el ejercicio del oficio poético, y en su dominio es un modelo de la fuerza que puede alcanzar la palabra poética. En ese sentido, este libro es una demostración de trabajo, de superación y de exigencia:
Que feliz me hace
esta nieve oportuna
que borra el sendero de montaña
mientras avanzo
buscando aislarme largamente
Aparentemente fácil, obliga a moverse en espacios estrechos a escoger, como nunca, la palabra justa, en vista de los límites y la economía de lenguaje que exige su forma breve y su métrica. Por lo tanto, es una práctica de artesanía del poema. Es un viaje al interior de la poesía:
En plena primavera
ramas quietas
pétalos que caen
aunque no
por culpa de la brisa
Más que la estación del año o un elemento de la naturaleza, o la métrica, o su espíritu contemplativo, el autor se conecta naturalmente con la forma que exige el tanka para buscar en su estilo el pensamiento, la contemplación y el sentimiento, casi precipitándose al silencio:
El hielo que sellaba las grietas de la roca
empezó a derretirse esta mañana
bajo el musgo
se escurre el agua
buscando su camino
En estos tiempos apresurados, de impaciencia, de respuestas inmediatas, pareciera que las formas breves en la escritura de Saigyo tomaran la palabra pragmáticamente. No hay tiempo para leer, escucho, no hay tiempo para pensar, me doy cuenta, no hay tiempo para los grandes relatos, tampoco para minimalistas momentos. Curiosamente, nos exigimos más poesía, más poesía como la de Saigyo, tan lejano de nuestro tiempo y tan cercano a la vez en su espíritu:
Qué efímeros fueron
los años en que creía
que iba a vivir eternamente
pasados ya
como un sueño pasajero
La situación de lectura para un poema escrito en tanka, en general para las formas breves, es contradictoria con la rapidez que exigiría nuestro mundo acelerado con su superficialidad, con su uniformidad de pensamiento que ayuda a no pensar. Se trata de no pensar; en cambio, pocas palabras, las palabras necesarias, que Teresa Gottlieb nos regala con esta traducción de Saigyo al castellano, nos entregan pequeñas obras de arte; esculpidas, pulidas, meditadas. Que se leen en poco tiempo, pero que nos obligan a regresar una y otra vez; a reflexionar, a disfrutar de cada idea, cada pensamiento, cada imagen que contiene cada palabra escrita por Saigyo. La brevedad del poema detiene el tiempo:
Las ramas del cerezo
encendidas de flores
niebla de la mañana
como humo
a la deriva
La violencia de su época espanta al poeta aprendiz de eremita; tanto lo es, que lo mueve a aislarse, como si la desazón se le pasara escribiendo. No grita, escribe como si se tratara de un profundo acto de oración, en silencio, dentro del silencio. Tomándose el tiempo y la soledad que otros malgastan:
Al escuchar
las aguas impetuosas
de este torrente de montaña
siento el fuerte empuje
de la vida
En medio de la rapidez que significa habitar la ciudad, su poesía llega en susurros, como si fueran secretos; laten, llenas de sonidos silábicos, las arterias, donde nadie pareciera querer saber cómo sobrevivir y oír la respuesta a la pregunta fundamental; si vale o no la pena vivir. Todo en treinta y una sílabas, para Contemplar la luna.
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Invito a abrir este maravilloso libro. Lo pueden encontrar en librería Aldebarán de calle Pedro Torres Nº 75, Nuñoa. Gracias, Teresa Gottlieb por traer a Saigyo a nuestro tiempo, en nuestro idioma, el castellano.
Ficha técnica
Título: Contemplando la luna
País: Chile
Autor: Saigyo
Género: Poesía
Editorial: Maitri
Páginas: 132
4 comments
Me gusto Dante como explicas las letras del autor … y es lindo sentir al leer , cómo aparece la necesidad de solo un momento para transitar en el silencio del tiempo , cómo es bueno la calma y la lentitud del paso de los días , en esta vida que corre y corre … desesperadamente como si alguien quisiera atraparla, corre la vida y corremos nosotros…
No alcanzamos a ser testigos de simples acontecimientos verdad? Gracias querido Dante ????????
Me gusto Dante como explicas las letras del autor … y es lindo sentir al leer , cómo aparece la necesidad de solo un momento para transitar en el silencio del tiempo , cómo es bueno la calma y la lentitud del paso de los días , en esta vida que corre y corre … desesperadamente como si alguien quisiera atraparla, corre la vida y corremos nosotros…
No alcanzamos a ser testigos de simples acontecimientos verdad? Gracias querido Dante ????????
Tremendo regalo que nos hizo Dante!!
Me hizo recordar como era bueno sentarse en la Plaza del Tabo a contemplar como el sol se derretia en el Pacífico mar…saudades.
Gracias Dante!