Tres cuentos de Dino Buzzati.

por Tomás Vio Alliende

El periodista y escritor italiano, con una vasta experiencia en el mundo de las letras, escribió relatos y novelas. Esta vez se rescatan tres de sus cuentos que aparecieron publicados en el Corriere della Sera, diario en el que trabajó toda su vida.

Proveniente de una familia acomodada, Dino Buzzati (1906 – 1972) fue un periodista y escritor de gran modestia que nunca se asumió como tal y siempre dijo que era un reportero que a veces escribía novelas y cuentos. Para los que no lo ubican, la obra de Buzzati está bastante influenciada por Kafka y el tema de la expresión de la impotencia humana en un mundo incomprensible. También tiene rasgos surrealistas como sucede en sus cuentos siempre ligados a los sueños o a la exacerbación de sus personajes. Por su espíritu existencialista, su estilo ha sido comparado con obras de fines de los 30 como “La náusea” (1938) de Jean-Paul Sartre o “El extranjero” (1942) de Albert Camus.

En esta oportunidad se analizarán tres cuentos publicados en el Corriere della Sera, diario italiano donde Buzzati trabajó toda su vida después de que renunciara a ser abogado. El primero de ellos es “Y sin embargo llaman a la puerta”, un cuento publicado en 1940 que muestra el devenir de una familia acomodada en una casona en el campo. Todo cambia cuando la normalidad se ve alterada por un extraño movimiento de aguas que amenaza con sucumbir la vivienda, a pesar de que sus habitantes no quieren percibir nada. Este relato va claramente dirigido a todos aquellos que se mantienen cómodos en sus respectivos lugares, tranquilos con sus vidas y no quieren hacer nada que involucre cambios ¿Suena conocido? Es el mayor de la familia, el señor Gron, el que más hace notar que las cosas no están bien y que deben actuar. Buzzati demuestra aquí su habilidad para retratar una familia conservadora, acostumbrada a hacer siempre lo mismo.

El niño tirano”, publicado en 1951, es un cuento que refleja la personalidad de un pequeño acostumbrado a hacer siempre lo que él quiere. Es presumido, egoísta, tiene todos los juguetes que siempre ha deseado. El punto de quiebre del relato se presenta cuando su abuelo, un general retirado, le rompe, sin querer, uno de sus juguetes favoritos. Eso hará que el destino del cuento cambie y confirme la realidad de las cosas. El niño malcriado prevalece siempre sobre el resto. La demostración que el destino no está absolutamente escrito y que todos, finalmente, somos vulnerables ante los avatares de la vida.

El último cuento “Los ratones” es el mejor de esta selección y fue escrito en 1953. La historia narra la visita que el protagonista hace en reiteradas ocasiones y años a una casa de campo de sus amigos los Corio, donde escucha ruidos extraños que, según él, provienen de roedores. Los amigos los niegan los hechos, pero el tiempo hace que todo cambie. El autor juega mucho con los espacios y las reacciones de los personajes. Está claro que algo pasa, pero existe una permanente reacción de encubrimiento, un malestar generalizado que agobia. El hecho de creer o no creer, de no asumir, subyuga la trama, manteniendo la expectativa hacia un desenlace desconocido. El escritor lo hace bien marcando los espacios, haciendo que el lector mantenga siempre el interés hasta la última línea.

Buzzati murió de cáncer de páncreas en 1972, dejando un extenso legado como periodista y narrador. De su obra como novelista destaca “El desierto de los tártaros” (1940), un texto que, según los expertos, releva lo permanente e interminable y que cuenta lo que le sucede a Giovanni Drogo, un segundo teniente que debe defender una frontera que ha perdido importancia para sus enemigos y ya no es víctima de ataques. Este libro fue magistralmente adaptado al cine por Valerio Zurlini en 1976, con Jacques Perrin, Vittorio Gassman y Giuliano Gemma. Una verdadera joya de película.

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