Tres espejismos y un ministro fantasma.

por Osvaldo Rosales

La angustia que genera la sed en el desierto produce visiones de agua que no son más que espejismos. La angustia económica que viven millones de familias, así como la intencionalidad política que caracteriza a los principales medios de comunicación, facilita presentar versiones más optimistas de la realidad, tal cual espejismos en el desierto. Los tres espejismos que hay que enfrentar son el optimismo sobre la reactivación económica; la recuperación en el mercado del trabajo y la evolución de la pandemia.

El primer espejismo: los contagios se están controlando

Espejismo: Imagen, representación o realidad engañosa e ilusoria.

La crisis sanitaria no ha sido bien manejada. La información más autorizada, la Universidad John Hopkins, con datos al 17 de noviembre, para un total de 166 países, indica que Chile ocupa el tercer lugar en los decesos por cada 100 mil habitantes (789), detrás de Bélgica (1.251) y Perú (1.097). Sin embargo, Bélgica incorpora en esa medición todos los casos probables, incluyendo los decesos en residencias de ancianos. Según el DEIS (Departamento de Estadística e Información del Ministerio de Salud), que incorpora los casos probables y no sólo aquellos en hospitales o con exámenes covid positivos, los decesos subirían a 20.000, con lo cual Chile asciende al dramático segundo lugar en el mundo de decesos por el covid, con 1.067 decesos por cada 100 mil habitantes. Este drama sólo puede ser catalogado como un sonado fracaso.

Chile ocupa el tercer lugar en los decesos por cada 100 mil habitantes (789), detrás de Bélgica (1.251) y Perú (1.097).

Las razones del fracaso son conocidas. Los expertos epidemiológicos lo han señalado con claridad. Desde el inicio se debería haber aplicado tests masivos, aislando los contagios y casos cercanos, apoyándose en la salud primaria, otorgando los recursos necesarios a los municipios, de quienes dependen la salud local. Esto debería haberse complementado con una cuarentena eficaz, de modo de aplanar la curva de contagios y así, reducirla gradualmente. El gobierno demoró demasiado y cuando rectificó, lo hizo regateando los recursos. Para que esta política hubiese sido eficaz, era imprescindible que el gobierno asegurase el ingreso familiar, de modo que las cuarentenas fuesen efectivas. Aquí nuevamente el gobierno reaccionó con tardanza, a cuentagotas, con recursos muy menores y con protocolos llenos de letra chica. El gobierno privilegió atender la urgencia sanitaria con equipamientos de camas de urgencia y equipos de respiración mecánica, es decir, combatirla en los centros hospitalarios, es decir, en la última milla y no preocupándose de abatir esos casos antes que llegasen a los hospitales. Hay que reconocer que el esfuerzo del gobierno ha sido significativo en ese empeño. La evidencia indica que el esfuerzo, pese a su importante envergadura, ha sido fallido.   

El gobierno demoró demasiado y cuando rectificó, lo hizo regateando los recursos.

En una economía con un elevado porcentaje de empleo informal, es evidente que son millones de familias las que dependen del ingreso diario que obtienen saliendo a las calles para financiar su subsistencia. El Foro por un Desarrollo Justo y Sostenible propuso, ya en marzo, la urgencia de contar con un Ingreso Básico Universal al nivel de la línea de pobreza definida por el Ministerio de Desarrollo Social. Dado que el tamaño promedio de la familia chilena es de 3,1 miembros, ello significaba un ingreso familiar de $530.000 mensuales. Las medidas implementadas con tardanza con el gobierno siguen estando muy lejos de dicho monto. La conclusión es que son millones de personas las que igual tienen que salir a las calles a financiar la subsistencia de su familia. En ese cuadro, la cuarentena ha sido ineficaz. Los casos de contagio aún superan los mil diarios y no es evidente que estemos transitando por la segunda ola de contagios. El abrumador apoyo por el retiro del 10% de los fondos en las AFP y el eventual segundo retiro es la expresión más clara del fracaso de la política fiscal de ir en apoyo a las familias afectadas por la crisis. 

El abrumador apoyo por el retiro del 10% de los fondos en las AFP y el eventual segundo retiro es la expresión más clara del fracaso de la política fiscal de ir en apoyo a las familias afectadas por la crisis. 

La presión de los grandes negocios por levantar las restricciones sanitarias no contribuye a abatir los contagios y es bien probable que el retorno a “la normalidad económica” retarde aún más la duración de los contagios. La apertura del comercio, del aeropuerto y el retorno a las clases, sin las condiciones sanitarias y logísticas adecuadas, sólo contribuiría a prolongar la fase de contagios.

El segundo espejismo: la economía ya se está recuperando

Los principales medios difunden la impresión de que lo peor de la caída económica ya pasó y ahora vendría un ciclo de mayor normalidad económica. Esta lectura es apresurada.

Los últimos datos (septiembre) indican que: i) el Imacec de septiembre es aún inferior en 16% al de diciembre 2019; ii) el mes de septiembre es el séptimo mes consecutivo de caídas en la actividad económica, es decir, caídas desde marzo en 12 meses. El BC presentó los datos trimestrales de actividad económica y ellos indican valores de 0,3% en T1 y caídas de 14,5% en T2 y de 9,1% en T3.  Para que el PIB 2020 muestre una caída de 5,5% se requiere un crecimiento de 3,3% en el último trimestre. Esto es posible, dada la baja base de comparación en los meses de octubre y noviembre, meses que la actividad cayó 3 y 4%, respectivamente. Por tanto, este sería un mero espejismo, una mejora estadística respecto de una reducida base de comparación.

Por tanto, este sería un mero espejismo, una mejora estadística respecto de una reducida base de comparación.

El BC espera que el PIB crezca 4,5% el 2021, tras caer 5% este año. Eso quiere decir que para retornar al nivel del PIB de 2019 habrá que esperar al primer semestre de 2022 y esto, suponiendo recuperación ininterrumpida de la economía mundial y del comercio internacional para el segundo semestre 2020 y el 2021. Ello está fuertemente cuestionado por la intensidad de la segunda ola de contagios en Europa y la persistencia de la epidemia en elevados niveles en USA. El retorno a cuarentenas en varios países europeos y la acentuación de las restricciones a la movilidad en Estados Unidos afectará el nivel de actividad económica en el último bimestre, haciendo que el FMI se vea obligado a moderar sus proyecciones de crecimiento para 2020. De hecho, JP Morgan proyecta una contracción de 1% en la economía norteamericana para el próximo primer trimestre 2021. Otro supuesto grueso es que Chile esté en condiciones de reaccionar con oportunidad y eficacia a una eventual segunda ola de contagios en el primer semestre 2021, así como abordar con oportunidad y eficacia los preparativos para el almacenamiento y distribución de la vacuna, a mediados del próximo año.

Ello está fuertemente cuestionado por la intensidad de la segunda ola de contagios en Europa y la persistencia de la epidemia en elevados niveles en USA.

proyecta una contracción de 1% en la economía norteamericana para el próximo primer trimestre 2021.

La situación de la economía y el empleo post-pandemia dependerá críticamente de cómo salgamos de la pandemia. Si salimos con caídas severas del producto y el empleo; con gran destrucción de micro y pequeñas empresas; con aumento en la pobreza; con sectores medios que han caído en la pobreza y con elevado endeudamiento de las familias, entonces la recuperación será frágil y modesta. No hay que ilusionarse entonces con el espejismo de una economía que en 2021 pueda estar creciendo a 3 o 4%. Ello no será propiamente crecimiento sino más bien rebote después de la caída, recuperación de capacidad productiva que se había perdido.

Ello no será propiamente crecimiento sino más bien rebote después de la caída, recuperación de capacidad productiva que se había perdido.

El tercer espejismo: la recuperación del empleo.      

El drama del desempleo (desocupados más la inactividad forzosa más ocupados ausentes que no serían reincorporados) afecta a más de dos millones de personas, esto es, casi ¼ de la fuerza de trabajo. En la crisis de 1982 y en la crisis asiática de 1999 cuando el desempleo saltó a dos dígitos, en ambos casos tomó 5-6 años que la tasa de desempleo retornase a un dígito.

En situaciones de recesión profunda como la actual, agravada además por las restricciones sanitarias, la tasa de desempleo deja de ser un indicador relevante de lo que está aconteciendo en el mercado del trabajo. Así, por ejemplo, de acuerdo a última información disponible del INE (trimestre móvil julio-septiembre), la tasa de desempleo fue 12,3%, afectando a 1.037.000 trabajadores. Sin embargo, el mismo INE indica que el desempleo potencial (los desempleados más los que están dispuestos a trabajar, pero no buscan empleo por las restricciones sanitarias o porque piensan que en las actuales condiciones no lo van a conseguir) afecta al 28% de la fuerza de trabajo, es decir, 2.335.000 personas. El desaliento en la búsqueda de trabajo ha llevado a un fuerte incremento en la población inactiva, la que pasó de 5.721.000 personas en el trimestre julio-septiembre 2019 a 7.344.000 en similar trimestre 2020.  Por tanto, el millón seiscientos mil trabajadores que, por la crisis, pasó a engrosar las filas de la población inactiva, se irá incorporando gradualmente a la fuerza de trabajo, a medida que la economía vaya reactivándose.  En una aparente paradoja, a medida que la economía se vaya recuperando, subirá la tasa de desempleo pues parte de la población inactiva se volcará a buscar empleo.  

El desaliento en la búsqueda de trabajo ha llevado a un fuerte incremento en la población inactiva, la que pasó de 5.721.000 personas en el trimestre julio-septiembre 2019 a 7.344.000 en similar trimestre 2020.

En una coyuntura laboral tan grave como la actual, el desempleo debe examinarse en conjunto con la evolución de la población inactiva y la población ocupada. Los ocupados aún son inferiores en 16% (1.635.000 empleos menos) al valor del mismo trimestre 2019. Por tanto, el retorno a cierta normalidad laboral sólo podrá darse una vez que se recupere ese más de millón y medio de empleos perdidos. Antes de ello, hablar de “generación de nuevos empleos” es un nuevo espejismo. En verdad, lo que está aconteciendo es una leve recuperación de los empleos perdidos.

En verdad, lo que está aconteciendo es una leve recuperación de los empleos perdidos.

La Encuesta Empleo-Covid19 del Centro UC Encuestas y Estudios Longitudinales del mes de octubre ratifica lo comentado. Según esta encuesta, los ocupados sumarían 7.390.00, casi el mismo valor que calcula el INE para el trimestre julio-septiembre. El mínimo de empleos se habría dado en el mes de julio y desde julio a octubre se habrían recuperado 721 mil puestos de trabajo, en tanto el 55% de ellos se habrían gestado en trabajadores independientes y el 9% en trabajadores de casas particulares. Es decir, desde julio hasta la fecha, casi 2/3 de los empleos recuperados se han dado en el empleo independiente o de trabajadores de casa particular. Este es otro tema a considerar: no basta con recuperar los empleos perdidos si es que la estructura de esos empleos está sesgada hacia el empleo por cuenta propia. De no contar con políticas de empleo más sólidas, es posible que la recuperación de empleos vaya generando una estructura ocupacional cada vez más intensiva en trabajos de entrega de comida, en Uber y otros empleos de baja calificación, sin acceso a seguro médico ni a cotizaciones previsionales. Difícilmente ello podría considerase un avance en equidad y calidad del empleo.

Es decir, desde julio hasta la fecha, casi 2/3 de los empleos recuperados se han dado en el empleo independiente o de trabajadores de casa particular.

Briones, el ministro fantasma

Fantasma: Imagen de un objeto que queda impresa en la fantasía. Aquello que es inexistente o falso.

Las proyecciones más optimistas indican que la economía chilena tendría una caída de 5,5% este año y una recuperación de 4% en 2021. Aún en ese escenario optimista, habrá que esperar 3 años para recuperar el PIB de 2019 y 5 años para recuperar el PIB por habitante de 2019. 

Sin cambio de políticas, con mayor desempleo y menor productividad, no hay espacio para incrementos en el salario real.

La inversión caerá 11% respecto de 2019 y no alcanzará a recuperarse en 2021, por tanto, el empleo que se recupere operará con menor dotación de capital por unidad de trabajo, reduciéndose la productividad por trabajador. Sin cambio de políticas, con mayor desempleo y menor productividad, no hay espacio para incrementos en el salario real. Siendo el salario el principal componente de la demanda agregada, tampoco se podría proyectar un crecimiento importante que vaya más allá de la mera recuperación en el uso de la capacidad instalada. 

El gobierno insiste en que será la inversión privada la que reactivará la economía y para ello premia a las grandes empresas con rebaja de impuestos y depreciación acelerada. En el contexto recesivo actual, es la inversión pública la que debería jugar el principal rol reactivador. Por lo tanto, es fundamental un sesgo expansivo en la política monetaria y fiscal durante 2021. Hasta ahora, sin embargo, más allá de los malabares estadísticos de Briones, el presupuesto 2021 sigue siendo neutral: no está comprometido con la reactivación y tampoco ha destacado la transparencia en la gestión del Fondo Covid. La trampa de Briones es comparar el presupuesto 2021 con el presupuesto que se aprobó para 2020. Con esa comparación puede decir que el presupuesto se incrementa en 10%, sin considerar el incremento de gasto a que se vio obligado por la irrupción de la pandemia. Al compararse el presupuesto 2021 con el gasto efectivo en que ha incurrido el gobierno este año, entonces allí la variación es cero. Es decir, el presupuesto para 2021 es totalmente neutral; no es expansivo como Briones y los medios oficialistas se han encargado de difundir.

El gobierno insiste en que será la inversión privada la que reactivará la economía y para ello premia a las grandes empresas con rebaja de impuestos y depreciación acelerada. En el contexto recesivo actual, es la inversión pública la que debería jugar el principal rol reactivador.

La política fiscal puede más en gasto público, endeudamiento y uso de fondos soberanos. Según el FMI, Chile en 2020 y 2021 continuará siendo el país con la menor deuda bruta sobre el PIB en la OECD, salvo Luxemburgo y Estonia y con la menor deuda neta en países con similar calificación de riesgo, incluso más baja que Arabia Saudita. Más aún, a fines de octubre, los fondos soberanos siguen en US$ 21 mil millones. La obsesión de Teatinos 120 sigue siendo responder a las calificadoras de riesgo antes que a las demandas ciudadanas.

La política fiscal puede más en gasto público, endeudamiento y uso de fondos soberanos. Según el FMI, Chile en 2020 y 2021 continuará siendo el país con la menor deuda bruta sobre el PIB en la OECD, salvo Luxemburgo y Estonia y con la menor deuda neta en países con similar calificación de riesgo, incluso más baja que Arabia Saudita.

El costo de la crisis ha recaído básicamente en los trabajadores, sea través del retiro de fondos desde las AFP; de los recursos del seguro de cesantía individual o del drama del desempleo. El retiro de fondos de las AFP ha sido el principal factor que explica la menor caída en el PIB de este año, ya que de los 6 puntos del PIB que ello supone, al menos la mitad se debe haber orientado al consumo. De otra forma, la caída en el PIB de 2020 bordearía el 8%. Hacienda sigue sin entender la magnitud de la crisis, deambulando como fantasma por los pasillos del congreso.

El costo de la crisis ha recaído básicamente en los trabajadores, sea través del retiro de fondos desde las AFP; de los recursos del seguro de cesantía individual o del drama del desempleo.

Hacienda sigue sin entender la magnitud de la crisis, deambulando como fantasma por los pasillos del congreso.

El desempleo juvenil bordea el 30%. A fines de 2019, la mitad de los trabajadores ganaba $ 400 mil o menos (450 mil los hombres y 352 mil, las mujeres). La mediana del ingreso familiar era de $ 849 mil pesos. Con una familia promedio de 3,1 miembros, eso significa un ingreso por persona de $273 mil, que supera sólo en 60% a la línea de pobreza ($ 170.851).  Cualquier cálculo elemental de gasto en arriendo, transporte, alimentación, salud y educación conduce a una elevada deuda familiar para poder subsistir. Peor aún, de acuerdo al INE, la caída de ingresos durante este año afecta a 1/3 de la población ocupada y a casi la mitad de los ocupados informales. Por ende, la situación social se ha agravado. El impacto social de la pandemia afecta a no menos de 4 millones de personas: 2 millones por el shock ocupacional y una cantidad parecida por caídas de ingresos.     

El impacto social de la pandemia afecta a no menos de 4 millones de personas: 2 millones por el shock ocupacional y una cantidad parecida por caídas de ingresos.     

Costará dinamizar la demanda por el elevado nivel de desempleo, el incremento en la tasa de pobreza y la pesada carga de la deuda que aflige a millones de familias. Están desapareciendo miles de pequeñas empresas. La reactivación económica será lenta e incierta pues dependerá mucho de la evolución sanitaria.  

El balance es claro: aumento de la pobreza, incremento de la desigualdad y extrema vulnerabilidad de los sectores medios.

La pandemia ha dejado de manifiesto las precariedades de nuestra salud y la ausencia de un sistema de seguridad social, los altos costos que tiene la segregación de nuestras ciudades, el déficit de vivienda y de transporte público que afecta especialmente a las comunas más pobres. En una sociedad tan desigual como la nuestra, era obvio que la estrategia de inmunidad de rebaño concentraría las bajas en las comunas pobres y no en Vitacura, Las Condes ni Lo Barnechea. El balance es claro: aumento de la pobreza, incremento de la desigualdad y extrema vulnerabilidad de los sectores medios.

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