TVN… Ejes para su refundación

por Luis Breull

Marzo es un mes clave en la gestión de la televisión pública chilena para ratificar o redefinir los rumbos, estilos de liderazgo y equipos humanos requeridos para enfrentar el necesario rediseño estratégico de un proyecto fuertemente desgastado en las últimas decadas, ineficiente en términos financieros y pauperizado e ineficaz programáticamente y en su vínculo con las audiencias nacionales.

Del éxtasis a la agonía

La épica inserta en el film del director inglés Carol Reed, La agonía y el éxtasis (1965), remite a la tarea titánica del pintor Miguel Ángel Buonarroti (Charlton Heston) de recrear la creación en los frescos de la Capilla Sixtina para el Papa Julio II (Rex Harrison). Un proceso doloroso y cuasi calvárico, en donde el artista italiano oriundo de un pueblito de Arezzo se consagra con una obra magistral, apreciada y referida como una de las más majestuosas y perfectas de la historia. Una huella que perdura pasados casi quinientos años.

Repasar la historia de TVN desde la recuperación de la democracia en 1990 hasta hoy, muestra exactamente lo contrario, un camino sinuoso de refundación exitosa postdictadura que al cabo de diez años alcanzó un liderazgo que se fue desgastando lentamente al iniciarse el siglo XXI y que en la última década exhibe una profunda crisis de gestión y sentido como medio de comunicación televisivo generalista o lo que comúnmente se conoce como TV abierta.

Con un tercio de los funcionarios que había en 2017, la estación cuenta hoy con un conjunto de tres edificios corporativos de casi 58 mil metros cuadrados de terreno, de los que usa solo dos de ellos y arrienda el más grande, junto con la casi totalidad de sus estudios subterráneos y parte de sus estacionamientos. Esto con el propósito de generar ingresos de cualquier modo, incluso fuera de su giro, que permitan paliar las pérdidas acumuladas desde el año 2014, imposibles de revertir solo desde la oferta de contenidos y la inversión publicitaria.

Hitos, desmitificación y debacle

No se puede explicar el presente de TVN sin conocer profundamente los procesos internos vividos desde la trasición y los estilos de liderazgo y acciones de sus responsables. 

La Ley 19.132 que le dio autonomía y autofinanciamiento desde 1992 -impulsada por el entonces Ministro Secretario General de Gobierno de la administración de Patricio Aylwin, el lobbista Enrique Correa-, la dotó de un directorio binominalizado y una estructura corporativa y organizacional que respondió a las demanadas de la década de los 90, fuertemente vinculada con la mantención de equilibrios políticos, la necesaria defensa de la independencia directa de los gobiernos de turno, el resguardo de la democracia y el imperativo de la recuperación de su credibiidad y confianza por parte de los públicos televisivos nacionales. 

Se trata de una época con una industria duopólica (con internet recién empezando a conocerse y masificarse), donde el liderazgo indiscutido de Canal 13 desde los años 70 y 80, se ve amagado por TVN al finalizar los 90, gracias a las gestiones estratégicas de los directores ejecutivos Jorge Navarrete y René Cortázar. Revirtieron las enormes pérdidas heredadas de sus predecesores al finalizar el régimen militar y supieron además crear equipos ejecutivos de excelencia y empoderarlos; acompañados de realizadores y profesionales talentosos, y un grupo humano general alineado en este cambio de modelo televisivo público, distinto del clásico aplicado en el primer mundo, pero similar al neozelandés (sin financiamiento directo del Estado y obligado a ser competitivo en el mercado de las audiencias e ingresos publicitarios devenidos de ellas). Recalcó aquí que -sin estar exentos de las demandas de los gobiernos de turno y la conflictividad que a ratos se dio con algunos casos periodísticos-, la agenda informativa y la oferta programática se enmarcaron en una estrategia de desarrollo pensada desde un profundo estudio, tanto de la sociedad en su conjunto, como de las demandas de las audiencias y sus necesidades, propias de un mercado audiovisual televisivo que comenzaba a transformarse poco a poco con el ingreso del mundo digital asociado a internet. 

Quedan como herencia formatos diversos, vinculados con la cultura, el mundo documental, la entretención, el arte en general, la información periodística, los reportajes y un producto clave en masividad e ingresos económicos: las teleseries de fuerte componente sociográfico y de representación territorial, de la mano de Vicente Sabatini(Iorana, La Fiera, Romané, Pampa Ilusión, Oro Verde, entre otras) y de comedia con María Eugenia Rencoret (Amores de Mercado, la más vista de todas).

Es época de instalar referentes como El Mirador, El Show de los Libros, Cine Video, la Cultura Entretenida, el matinal Buenos Días a Todos, Pase lo que Pase, los noticieros 24 Horas, los programas de debate electorales y de entrevistas, repotenciar Informe Especial, Vida 2000, Revólver, Ojo con el Arte, La Manzana de la Discordia y el docudrama de Carlos Pinto, Me Culpa, entre muchos otros.

La marca de TVN se trabajó estratégicamente anclando su oferta a su imperativo editorial y de misión de TV pública, aspirando a ser referente de la industria en programación de calidad. Se realzó su autonomía (el cliente es el público; no las instituciones), el pluralismo, la independencia, la capacidad de innovación, su credibilidad, representando la identidad nacional asociada al territorio y a la diversidad social, con criterios de masividad (eje hoy cada vez más efímero y fragmentado por las otras televisiones en juego, como la de pago y las OTT o streaming).

La década 2000 se marcó desde del inicio por cambios críticos como la salida de René Cortázar de la Dirección Ejecutiva, la de Jaime Moreno de la Dirección de Prensa y la de Jaime De Aguirre de la Dirección de Programación. Se vienen las gestiones directivas de Pablo Piñera, marcada por la intención de dejar atrás la transición política, y luego de tres años de desgaste, su salida y reemplazo por Daniel Fernández, quien aplica un programa de reingeniería de gestión para tratar de anclar nuevamente el proyecto TVN al espacio social y a las transformaciones producidas en las dimensiones que construyeron la marca de la señal como canal público. Su gestión creó un arco amplio de gerencias y subgerencias que alzaron la estructura de costos y comenzaron a redibujarse las ofertas de entretención, con aciertos y fracasos. Década donde las teleseries dejaron los dramas sociográficos para volcarse a un mix de temáticas, así como se vive el auge y desgaste de programas como Rojo y el reality Pelotón. Se abre espacio a una pantalla más light y con ello, también se comienza a abandonar la densidad del proyecto diseñado en los 90 y que marcó su refundación.

La derrota de la Concertación en la elección presidencial 2009 dará paso a cambios internos en TVN, que coinciden también con la migracion a Canal 13 de su plana ejecutiva casi completa para refundar el canal de la Universidad Católica, ahora con el empresario Andrónico Luksic como socio mayoritario. Corre el año 2010 y esto obliga a acelerar la recomposición de equipos en la señal pública. Asume Mauro Valdés la dirección ejecutiva y Marcelo Bravo en programación. 

Serán tiempos complejos de tensión con el gobierno por las protestas estudiantiles, donde se recordarán las series El Reemplazante y Los Archivos del Cardenal como productos de calidad y buenos resultados de audiencia, así como bullados fracasos como los nuevos realities y docurrealities como El Juego del Miedo y Las Argandoña. Prensa se mantiene en competencia por el liderazgo, apoyado por el tren programático de las teleseries de cmedia vespertinas y dramas en prime time. Se destapa el caso Karadima como uno de los logros relevantes también. La compra de Mega por parte del grupo Bethia y Carlos Heller, implicará un golpe mortal a la línea de flotación del proyecto general de TVN, que terminó descansando en sus teleseries, la contratación de María Eugenia Rencoret y de casi toda el área dramática por este nuevo canal privado en refundación. Una apuesta que se verá reforzada por el éxito rotundo e inesperado de su apuseta por emitir teleseires turcas en Chile, abriendo nuestro territorio a un proceso de colonización audiovisual que se mantiene hasta hoy por esa industria.

El retorno de la centroizquierda y la izquierda al poder con la segunda administración de Michelle Bachelet trae consigo la época más baja en resultados programáticos y financieros. Se viene la compleja dirección ejecutiva de Carmen Gloria López, que encarnó el mandato gubernamental de detentar ese cargo como mujer destacada en el campo periodístico, y los interinatos de reemplazo y el regreso de Jaime De Aguirre para tratar de sacar a la estación de una aguda crisis financiera, de marca y de oferta. Sin contar con los recursos necesarios para desplegar su propuesta de gestión, se viene el segundo gobierno de Sebastián Piñera y el directorio del Canal asume el ajuste de costos y de personal como un imperativo de subsistencia. Se reduce su planta funcionaria a un tercio, se arriendan parte de sus instalaciones, se enajenan inmuebles en Santiago y regiones, y se cierra definitivamente su área dramática o lo que quedó fallidamente en sucesivos intentos de refundación. Liderar ya no es tema -solo subsistir ajustando costos-, y tampoco encarnar los ejes conceptuales que dieron forma a su marca en los años 90: cumplir una función orientadora con ofertas de contenidos potentes, diversos y de calidad, una función representadora con el anclaje en la demanda de las audiencias (con pluralismo y credibilidad como atributos) y la necesaria dimensión económica de autofinanciamiento.

TVN está cumpliendo ya diez años de crisis tanto en oferta como en resultados financieros y de audiencia, tal como lo demuestra el siguiente cuadro:

 Balance Financiero (millones de pesos)Rating Hogar PromedioRanking TV Abierta
2014-6.5936,84 º
2015-25.9924,34 º
2016-14.6835,04 º
2017-8.9804,84 º
2018-9.9224,94 º
2019-12.1825,14 º
*2020+9005,84 º
*2021+8.2975,83 º
*2022+3.0184,54 º
**2023-4.7323,84 º

Huelgan mayores comentarios con estas cifras, solo preguntarse si marzo será el mes que permita a TVN redefinirse y repensarse en su rol público y como actor de una industria televisiva abierta en constante achique de participación en la torta publicitaria y en fragmentacion de audiencias. Y preguntarse en calidad de qué quiere continuar como el único medio público presente en todo el territorio nacional. 

El tablero está abierto, pero su eventual renacer exitoso requiere conocer ampliamente su historia y los ejes de las estrategias y conceptos desplegados desde los 90 en adelante, para rescatar lo que aún puede servir. Así como para no seguir dando palos de ciego ni pauperizando aún más un proyecto que debe tener a los ciudadanos como destinatarios, y las agendas plurales y diversas que nacen de habitar un territorio común a casi 35 años de la instauración de su actual modelo corporativo y mediático.

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