Tras la caída de Barcelona en manos del franquismo en 1939, centenares de miles de republicanos iniciaron el largo camino del exilio. En Francia, una sociedad en crisis y atemorizada los recibió aprensivamente. Fueron internados en campos que rápidamente, tras la ocupación alemana, se transformaron en reclusión. Miles acabaron en campos de exterminio nazis, otros continuaron la ruta del exilio para nunca volver y otros más siguieron su lucha en contra del fascismo.
El autobús se detiene en medio de la nada. Apenas un poste con un diminuto cartel indica que nos encontramos en un lugar de recuerdo: el Memorial del Campo de Rivesaltes. Sin embargo, la dirección que indica la flecha conduce a un páramo en el que apenas sobresale lo que parece una colección de ruinas. En apenas unos segundos, el autobús ha cerrado las puertas y se aleja por el camino que nos trajo. Un sol abrasador corona un panorama agreste que provoca una mezcla de agobio y perplejidad. Agobio por el efecto de un viento cálido en la cara que hacía más insufribles los 35ºC de esa tarde. No pude dejar de pensar en qué sensación provocaría ese viento, seguramente muy frío, en mitad del invierno. La perplejidad, porque esperábamos un museo, un edificio con distintas dependencias y detalladas explicaciones respecto a lo que expone, y, por sobre todo en ese momento, climatizado. Pero, nada de eso había. Solo la sensación de desamparo en medio del lugar más abandonado e inhóspito que en ese momento podíamos imaginar.
Sin más alternativa, comenzamos a seguir las escuetas indicaciones que orientaban hacia una dirección, hasta que luego de unos doscientos metros, comenzamos a divisar la parte superior de lo que parecía un búnker y que sobresalía levemente de la tierra. Habíamos llegado al Memorial de Rivesaltes, dedicado a los republicanos que debieron abandonar Barcelona en una procesión interminable ante el avance de las tropas franquistas, en lo que se llamó “La Retirada”, ocurrida a inicios de 1939 en medio del invierno.
Todos llevaban en la memoria lo que dos años antes los milicianos andaluces habían llamado “La Desvandá”, cuando los republicanos derrotados huyeron junto a decenas de miles de personas ancianas, mujeres e infantes, desde Málaga en dirección a Almería, que aún se encontraba en manos de la República. Sin embargo, la columna fue atacada desde mar y aire por las tropas del general Queipo del Llano, quedando cerca de cinco mil muertos a la orilla del camino.
Se calcula que cerca de quinientas mil personas emprendieron la larga marcha hasta Francia y, luego de interminables sacrificios, fueron internados en este y otros campos. Rivesaltes se encuentra a poco más de doce kilómetros al norte de Perpignan, en el sur de Francia. Habían cruzado la frontera, pero su tragedia recién comenzaba.
La Francia de Vichy
De alguna manera, Francia experimentó del modo más dramático la crisis financiera de los años treinta. Vivió el fracaso de las fórmulas tradicionales del liberalismo, que recomendaba la repetida fórmula de esperar por el ajuste automático de la economía. Pero también vivió la debacle de una política de intervención del Estado, auspiciada por la Escuela Politécnica desde 1933. Sin embargo, el problema no estaba solo en la orientación de la política económica. De hecho, existía un cierto consenso a mediados de la década, respecto a que el liberalismo estaba irremisiblemente muerto. El tema de fondo era el agotamiento del sistema político que fundaba la III República.
Mientras la izquierda se fragmentaba en más facciones que corrientes de ideas, la derecha vivía una situación parecida, pero con la creciente y generalizada convicción de que la III República moría y, para algunos, la democracia era la responsable. Francia se desangraba, con el recuerdo aún fresco de la Gran Guerra. Por las calles deambulaban los veteranos mutilados y viudas aún vestidas de negro, que representaban el amargo recuerdo de lo que suponía una guerra que la sociedad prefería olvidar y nunca repetir.
En ese contexto, los discursos filofascistas paso a paso se abrían un espacio en las discusiones y en la calle, primero rechazando todo aquello que pudiera empujar a Francia a otra guerra, aunque ello significara cerrar los ojos frente a la amenaza del fascismo, y luego haciendo un sincretismo entre el espíritu de Francia y esa clase de discurso. Bajo esa consigna, cundía el rechazo sobre todo aquello que reflejara la “antifrancia”: los comunistas, los judíos, los gitanos, etc.
Se afirma que el régimen de Vichy nace de la prolongada crisis de los años treinta, lo que no es falso. No obstante, lo esencial es que el régimen político de la III República estaba tocado de muerte.[1]
La gran derrota del ejército francés se consumó en pocos días. El 10 de mayo se inició la invasión sobre Holanda, Bélgica, Luxemburgo y Francia. El 22 de junio se firmaba el armisticio que permitía que los nazis ocuparan el 60% del territorio francés, mientras que el resto era administrado por un gobierno títere encabezado por el viejo mariscal Petain, héroe de la Gran Guerra devenido colaborador de los nazis. Esa administración se asentaba en una pequeña localidad llamada Vichy.
Ese era el escenario político que encontraron los refugiados republicanos que iniciaban, luego de incontables penurias, su exilio en Francia. La primera reacción de los guardafronteras fue impedir el paso de la marea que se volvía incontrolable, para luego permitir el avance a condición de que los combatientes se desarmaran al entrar en Francia.
Sin una retaguardia organizada ni liderazgos claros, millares de refugiados deambulaban por páramos deshabitados y playas de la región, soportando las inclemencias del crudo invierno.
Rivesaltes
La región de “El Rosselló” fue objeto de seculares disputas desde la época de la monarquía catalana-aragonesa de Jaume I el Conquistador, hasta la Paz de los Pirineos que puso fin a la disputa entre los dos reinos en 1659, en el contexto de la Guerra de los Treinta Años. A partir de entonces, la región fue cedida definitivamente a Francia con su capital en Perpignan. Sin embargo, hasta el día de hoy se le considera en ambos lados de los Pirineos, la “Catalunya Nord” y la huella de esa cultura es palmaria en cada rincón de la capital. Incluso los nombres de las calles están escritos en francés y català.
A lo largo de la historia, la interacción entre ambos lados de la frontera de los Pirineos ha resultado intensa, y particularmente en los distintos conflictos entre Catalunya y la corona española, como la Guerra dels Segadors en 1640, la Guerra de Sucesión de 1701, las guerras napoleónicas, etc. Los Pirineos, más que separar los territorios, han sido siempre un espacio de relaciones fluidas asentado en una cultura compartida durante siglos.
Lo anterior fue uno de los motivos que llevaron a iniciar la construcción del Campo en 1935. Fue ideado originalmente como un campo de entrenamiento de las tropas que debían combatir en los distintos escenarios coloniales de Francia. Pero, además, con el objetivo de visibilizar la presencia del Estado en una zona de flujos demasiado abundantes con un vecino que se encontraba en medio de un turbulento proceso de revolución social en el cual existía una fuerte presencia de expresiones sociopolíticas que una parte creciente de la sociedad francesa observaba con claro resquemor.[2]
Lo que se conoce como “La Retirada” tuvo su inicio luego de la Batalla del Ebro, el último y frustrado esfuerzo de la República por contener el avance de los nacionales, el 23 de diciembre de 1938. Esta derrota prefiguró la suerte de Barcelona, que cayó en manos del franquismo el 26 de enero de 1939, sellando, de paso, la suerte de la II República española.[3]
La presión de esta migración forzada llevó al gobierno francés a tratar de recluir a esta ingente masa de refugiados, civiles y milicianos, en distintos recintos, como fue el de Argelès-sur-Mer, a 35 kilómetros de la frontera, y el campo de Rivesaltes. En ellos, las familias fueron separadas para, posteriormente, según cambiaban las políticas prevalecientes en el gobierno francés y el devenir de la nueva guerra que se iniciaba, establecer nuevas clasificaciones y destinos para los refugiados que se encontraban internados en los campos.
En este proceso de conversión de los campos de albergue en lugares de reclusión, tuvo un hito importante el derrumbe del ejército francés y la ocupación de los nazis. La instalación del régimen de Vichy supuso el despliegue de un dispositivo represivo en todas las regiones no controladas directamente por la Alemania nazi, en cuyas manos estaba el 60% del territorio. La Francia colaboracionista marcaba la impronta más oscura de la historia reciente del país.
La última vez que se utilizaron esas instalaciones fue a principios de los años sesenta, y fue para internar a los harkis,argelinos que sirvieron en el ejército francés y que debieron exiliarse con la descolonización.
Los caminos del exilio republicano
Rápidamente los campos de refugiados se transformaron en campos de reclusión y el ejército y la policía francesa actuaron primero separando la población de judíos, gitanos y comunistas. Para cada uno de estos colectivos hubo un destino que en su mayor parte fue el campo de exterminio nazi de Mauthausen y Mauthausen-Gusen, aunque también muchos acabaron en Ravenstrück, Berguen-Belsen o Buchenwald. El gobierno español ha publicado la lista de 4.427 españoles que fueron asesinados en Mauthausen. En Vilanova i la Geltrú, desde donde escribo, hay registro de 24 vecinos que acabaron su vida en los campos de exterminio nazis.
El destino de los cientos de miles de republicanos que buscaron refugio en Francia luego de la caída de Barcelona, fue diverso. Una gran parte quedó recluida en los campos de internamiento, como el de Rivesaltes. Otros pudieron continuar su diáspora hacia diferentes destinos, generalmente en América Latina. Otros tantos, con experiencia de combate, lograron unirse a las fuerzas de la Resistencia francesa o a las tropas de la Francia libre, incluso la Compañía 9 de milicianos republicanos estuvo en la vanguardia de las fuerzas que reconquistaron Paris el 26 de agosto de 1944.
Una parte importante de los refugiados, al tenor de las condiciones que se debían soportar en los campos o sobreviviendo por su propia cuenta, optó por retornar a la ya entonces España franquista, con las represalias y persecuciones que les esperaban. Los que acabaron recluidos en Rivesaltes o Argelès-sur-Mer fueron deportados a los campos de exterminio, entregados al nuevo gobierno español, como lo había sido Lluís Companys, detenido en Paris y fusilado por los franquistas el 15 de octubre de 1940, o pasaron largos años recluidos en dichos recintos.
Los nuevos Campos
En distintos momentos de la historia ha habido cataclismos sociales, como es el caso de las guerras, que han supuesto grandes desplazamientos de población. El ingreso de distintas tribus germanas en territorio del Imperio romano a mediados del siglo IV, se debió a la devastación provocada por los hunos, que empujaban a ejércitos derrotados y población civil a cruzar el río Danubio. Cientos de miles buscaban refugio.
En nuestra época, esos movimientos migratorios son cada vez más frecuentes e intensos, y la respuesta de los Estados no se aleja mucho de lo clásico. La Inglaterra de Boris Johnson, en complicidad con Dinamarca, ideó un polémico proyecto para recluir en Ruanda a los inmigrantes ilegales que buscan llegar al Reino Unido a través del Canal de la Mancha. Los países de la UE como España mantienen los llamados Centros de Internamiento para Extranjeros, CIE, como forma de enfrentar la presión migratoria y que han sido denunciados por distintos organismos de DD.HH. como lugares en que se violan gravemente los derechos de los migrantes.
La historia humana es una historia de migraciones, y si ayer el objetivo de sobrevivir a guerras u otras calamidades motivó grandes desplazamientos humanos, en el futuro inmediato observaremos el mismo fenómeno para escapar de los efectos del aumento en el nivel del mar o la ausencia de lluvias. Inevitablemente habrá unas zonas más castigadas que otras en este proceso, lo que se traducirá en una presión mayor sobre los espacios habitables. Si la respuesta es lo que se ha ensayado hasta ahora, nos espera un panorama nada edificante.
El efecto del memorial
Hemos acabado la visita al memorial de Rivesaltes, pero aún nos restan casi dos horas para que el autobús nos recoja. Recorremos el sendero por el que se hayan alineadas las barracas que recibieron a los exiliados republicanos hace ocho décadas. Cada dos barracas se levanta una letrina. Cada metro cuadrado esconde el recuerdo de una tragedia humana difícil de describir.
El sol abrasador continúa cayendo impunemente sobre nuestras cabezas y en ese momento es posible sentir el efecto del memorial. Hace mucho, miles de hombres, mujeres y niños sintieron la agonía y la perplejidad frente a un espacio abierto sometido a la inclemencia del tiempo. Si para mí era un lapso breve, para ellos era un futuro incierto e indeterminado. Creí entender que todo tenía un sentido preciso. El lugar al que llegaba el autobús, el que no hubiera un resguardo frente al sol, que para llegar al recinto hubiera que recorrer un largo trecho sin lograr identificar algo más de la inmensidad y las ruinas. Incluso que el horario del transporte obligara a esperar, ante la nada, ante el silencio. Seguro que eso, multiplicado infinitas veces, pensó y sintió el primer refugiado que llegó a las puertas de Rivesaltes.
Ha llegado nuestro transporte. En algo más de media hora, y en
un ambiente climatizado, nos alejaremos de Rivesaltes para volver a
Perpignan. Dejamos atrás una experiencia difícil de olvidar.
[1] Olivier Dard (2018) “La crisis francesa de los años treinta” http://servinv04dep.der.usal.es/masterhistoria/wp-content/uploads/2018/07/Conferencia_Olivier_Dard.pdf
[2] https://es.wikipedia.org/wiki/Campo_de_Rivesaltes
[3] https://www.despertaferro-ediciones.com/2022/la-retirada-exilio-espanol-refugiados-guerra-civil-espanola/
1 comment
Me ha llegado muy profundo…me he desplazado hasta esas tierras y he podido sentir ese ahogo, esa asfixia y el entorno histórico que acorraló a esas miles de personas. Gracias por haber puesto foco en esas vidas y por la precisa ubicación històrica del momento. Gracias