En literatura las cosas son o no son. Así al menos lo veo yo. Los temas a veces se vuelven complejos, pero la verdad termina siendo una sola. Tal es el caso de James Matthew Barrie (1860 – 1937), autor de Peter Pan, un hombre que no tuvo una infancia feliz. La muerte de su hermano mayor David mientras patinaba por la superficie helada de un lago afectó profundamente la salud mental de su madre, tanto que desde ese momento ignoró totalmente a su hijo menor. Su padre mantuvo en todo momento una distancia emocional con su hijo, lo que provocó una enorme tristeza en el pequeño James. Al final, cuando creció, el joven de origen escocés se marchó a Londres donde empezó una exitosa carrera literaria. No le quedaba otra.
De estatura baja, casi un metro y medio, el autor siempre se sintió acomplejado frente a los demás. Se casó con la actriz Mary Ansell en 1894, pero la relación no prosperó y en 1909 la pareja se separó cuando James se enteró que Mary tenía un amante. En 1897 Barrie había conocido a Arthur Llewelyn Davies y a Sylvia du Maurier, un matrimonio que en aquel momento tenía tres hijos: Peter, John y George. En 1900, llegaría Michael y posteriormente nacería Nicholas. El escritor llegó a considerarlos su verdadera familia, aunque congenió de manera especial con Peter y Michael. El nacimiento de este último quedó registrado por Barrie en su novela “El pajarito Blanco”, donde aparece por primera vez Peter Pan, un niño capaz de volar gracias a su imaginación y al polvo de hadas.
Posteriormente, Barrie creó la obra de teatro “Peter Pan, el niño que no quería crecer” y después una continuación que tuvo a Michael como protagonista. La novela que todos conocemos mezcla ambas piezas y fue creada en 1911. ¿Cuál es la gracia de Peter Pan? Se trata del enfrentamiento entre el mundo real y el de fantasía; la negativa de Peter Pan a hacerse mayor, su decisión de quedarse en la Tierra de Nunca Jamás, un lugar mágico donde se desconocen las reglas de los adultos y él puede ser el líder de su grupo.
El marcado rol de Peter Pan y el papel que asume Wendy como la niña-madre de los Niños Perdidos y la decisión final de volver a casa junto a sus hermanos han convertido a esta famosa novela en objeto de estudio para críticos y psicólogos, quienes incluso han denominado el fenómeno como el “síndrome de Peter Pan”, pensando en todas aquellas personas que se niegan a madurar y quieren permanecer siempre como infantes.
La historia de un niño líder de una pandilla de huérfanos que vive en una isla con piratas e indios ha convertido a la novela en un clásico de la literatura universal que se consagró mundialmente con una adaptación cinematográfica animada en 1953 por Walt Disney que se sigue proyectando en teatros hasta el día de hoy. Recuerdo haberla visto en un cine cerca de mi casa en la década del 70 u 80 y haber salido de la sala de cine con inmensas ganas de poder volar con polvos mágicos a la tierra de Nunca Jamás, al igual que John o Michael, los personajes más entrañables de la película para mi gusto. Se han hecho varias adaptaciones cinematográficas sobre el libro. En 2002 se estrenó una secuela de la animación de 1953, con el nombre “Regreso a Nunca Jamás”, pero sin demasiado éxito, muy lejos de la intensidad de la primera parte.
Arthur Llewelyn Davies falleció en 1907 y tres años más tarde lo hizo su esposa Sylvia. La familia Davies quedó a la deriva por lo que Barrie decidió convertirse en el tutor de los niños huérfanos. Por eso es inevitable pensar que la inspiración para los personajes literarios salió de los hermanos Davies. Expertos en la biografía de Barrie señalan que para crear el personaje de Wendy el escritor se habría inspirado en Margaret, la hija del poeta Ernest Henley.
Barrie murió de neumonía en 1937. Antes había fallecido Michael, su favorito dentro de la familia Davies, ahogado en el río Támesis. A pesar de su éxito literario, el autor escocés siempre vivió rodeado por hechos trágicos, inmerso en una tremenda soledad que lo hizo aislarse del mundo adulto.
En diciembre de 2019 se publicó un manuscrito original del autor de Peter Pan, en una edición de mil ejemplares por la editorial francesa SP Books, donde se demuestra que el niño volador era más perverso que en la versión de la novela que todos conocemos. Peter siempre temió crecer y bajo el concepto “Todos los sueños se hacen realidad”, Barrie se escudó en la invención de un mundo de fantasía para enfrentar la dolorosa existencia de adulto que siempre le costó asumir.