Este 18 de junio se cumplen 558 años de su natalicio en 1466 en Fossombrone, una pequeña ciudad del noreste italiano que cobijó a destacados artistas, donde trascendió en la historia por la innovación y visión que revolucionaron la producción y difusión de la música impresa a través del uso de tipos móviles de tres fases. En sus 72 años de existencia -falleciendo el 7 de mayo de 1539-, su legado perdura hasta nuestros días y es posible apreciarlo en decenas de ediciones que se conservan en distintas bibliotecas y que se han replicado en series facsimilares. Una obra marcado por su incansable búsqueda de la excelencia y un profundo compromiso con el avance de las artes. Un aporte clave también para acelerar la difusión de la técnica y las creaciones del laúd renacentista en Europa, consolidando este instrumento como uno de los más populares en su época.
Una vida de pasión y devoción musical
Ottaviano Petrucci nació en un período de intenso florecimiento cultural y artístico, en tiempos del papado de Paulo II (Pietro Barbo). Años del arte pictórico del Quattrocento, con figuras como Antonio de Pollaiuolo, Filippo Lippi, Andrea Mantegna y Sandro Boticcelli, entro otros, marcando la innovación estética que marca la transición del Gótico al Renacimiento, y que dio paso a Leonardo Da Vinci.
La Italia del siglo XV estaba conformada por cinco regiones clave en una intensa y compleja realidad política y de enfrentamientos: a) El Ducado de Milán, bajo el dominio de la familia Sforza. Francesco Sforza había establecido su dominio como Duque tras casarse con Bianca Maria Visconti, la heredera de la dinastía Visconti. b) La República de Venecia, regida por un Consejo de nobles o Dux. Algunas de las figuras relevantes en consolidar su poderío geopolítico fueron Cristoforo Moro y Nicolò Marcelllo. c) La República Florentina, gobernada por un Consejo de ciudadanos prominentes, con la familia Medici ejerciendo una enorme influencia. Lorenzo de Medici, también conocido como Lorenzo el Magnífico, era uno de los principales líderes de la República Florentina. d) El Reino de Nápoles, bajo el dominio de la Casa de Trastámara, con Fernando I y su hijo Alfonso II encabezando la defensa de la región en una época de intensas guerras. e) Los Estados Pontificios o territorios gobernados directamente por el Papa en nombre de la Iglesia Católica universal.
En medio de esos conflictos, Europa asistió a la creación de un objeto que cambió la difusión cultural, el acceso a textos escritos y la circulación de información general, hasta entonces consolidada solo en manuscritos copiados principalmente en abadías.
La imprenta, basada en la tecnología de tipos móviles metálicos, inventada por el herrero y editor alemán Johannes Gutenberg cerca de 1440, le permitirá una década después, terminar su primera Biblia impresa, libro con el que debutó esta tecnología revolucionaria. No obstante, seis siglos antes se produjeron en China y Corea las obras impresas más antiguas que se conocen con imprentas de planchas fijas, hechas primero en madera y luego en bronce. El «Sutra del diamante«, un texto filosófico budista cuyas copias existentes datan del año 868 de la era cristiana, fue descubierto en 1907 por el arqueólogo británico Sir Marc Aurel Stein, siendo el impreso más antiguo que se tiene registro.
Precursor en la música impresa
El mayor logro de Ottaviano Petrucci fue su innovación en la tecnología de impresión musical en tres capas. En una era en la que la música carecía de un único sistema de notación y se transmitía principalmente mediante la circulación y réplica de manuscritos copiados a mano, él vio el potencial de la imprenta para revolucionar la difusión de la música.
En 1501, publicó en Venecia el primer libro de música impresa en Occidente, titulado Harmonice Musices Odhecaton, hito que marcó el comienzo de una nueva era en la que la música podía ser producida en serie y distribuida de manera comercial a una escala sin precedentes. Se trata de una colección de 96 canciones polifónicas profanas, en su mayoría de compositores franco-flamencos como Alexander Agricola, Antoine Busnois, Antoine Brumel, Josquin des Prés, Jacob Obrecht y Johannes Ockeghem. La tecnología que empleó fue el procedimiento de impresión triple, imprimiendo primero los pentagramas, después los textos y en última fase las notas. Luego vinieron los volúmenes de Lamentationum Jeremie Prophete, entre otras.
Su relevancia y legado histórico y cultural
La contribución de Petrucci a la música y las artes va más allá de la mera impresión de partituras en las primeras décadas del siglo XVI. Su innovación permitió la preservación y difusión de obras maestras en el formato de tablaturas, asegurando su supervivencia para las generaciones futuras. Además, su trabajo contribuyó al desarrollo de la notación musical estándar y estableció un modelo para la publicación de música que perdura hasta el día de hoy.
Su trabajo sentó las bases para la democratización de la música -hasta entonces, hegemonizada en las cortes y familias nobles-, permitiendo que una mayor audiencia tuviera acceso a obras musicales de alta calidad. Además, su influencia se extendió más allá de las fronteras de Italia, impactando en toda Europa y allanando el camino para futuros avances en la impresión y difusión de la música, hasta que al culminarla década de 1520 salieron al camino otros notables impresores de música y creadores, como el francés Pierre de Attaingnant.
Otro aporte invaluable de Ottaviano vino del trabajo conjunto con el laudista y compositor Francesco Spinacino, nacido también en Fossombrone al promediar la segunda mitad del siglo XV, de quien se conocen muy pocos datos biográficos. Juntos editaron dos libros de piezas para laúd que fueron publicados en 1507: Intabolatura de lauto libro primo e Intabolatura de lauto libro secondo. Estos libros contienen numerosas obras vocales e instrumentales como danzas, canciones populares y algunas originales de Spinacino, como la nomenclatura de los Recercare -obras musicales cuyo nombre en italiano refiere a explorar o buscar, y de formas libres, flexibles e improvisatorias que se prolongaron hasta el período barroco- y otras de compositores franco-flamencos.
Las primeras décadas del siglo XVI marcarán la difusión de música de otros importantes laudistas como Joan Ambrosio Dalza, Giovanni Maria da Crema, Marco Dall’Aquila, Marchetto Cara, Bartolomeo Tromboncino, Vincenzo Capirola -de quien se conserva un magnífico libro manuscrito que mezcla las tablaturas con dibujos de diversos animales, que compila sus obras para laúd y está fechado en 1517, y más reconocidos de todos por su virtuosismo y legado musical, Pietro Paulo Borrono y Francesco Canova da Milano. Es este último quien marcará los mayores aportes estéticos, contrapuntísticos y técnicos en la composición y ejecución del laúd italiano. Solo será superado al finalizar esa centuria y comenzar el siglo XVII por el músico y virtuoso instrumentista inglés, John Dowland.
El desarrollo de la notación musical del laúd anterior a Petrucci tuvo sus primeros intentos al finalizar el siglo XV en Alemania, dando forma a lo que se conoce hasta hoy como tablatura alemana. Un complejo entramado de reglas de uso de letras mayúsculas y minúsculas combinadas con números de acuerdo a la casilla o traste y cuerda que se traten. Esto sumado a una serie de símbolos de duración de tiempo superpuestos.
Luego se popularizaron formas alternativas de notación de laúd que se llevaron a imprenta, como la italiana, la francesa -la más popular y extendida entonces-, y la española que intenta mezclar aportes de ambas. Todas ellas simplificando la notación alemana y que hasta hoy se mantienen en uso en ediciones facsimilares de Petrucci y sus sucesores.
Si bien no existen muchas referencias históricas sobre la vida de este editor, fue un visionario cuyo trabajo revolucionó la forma en que la música era producida, preservada y distribuida en el Renacimiento. Su legado perdura como testimonio de su pasión y dedicación a las artes, y su impacto continúa resonando en la música occidental hasta nuestros días a través del Proyecto Biblioteca Internacional de Partituras Musicales y Biblioteca Musical Petrucci, que dan cuenta de un creador que no solo imprimió música, sino dejó su marca indeleble en la historia de la cultura occidental y del Renacimiento italiano.