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En un bello día de primavera
perdí una oreja que ya no escuchaba
con interés los secretos de alcoba.
También un par de dientes
que ya no mordían con vigor
la sabrosa carne humana.
En una tarde de otoño
me corté una mano que ya no acariciaba
con sutileza una piel dorada.
También se me desprendió un ojo
que ya no vislumbraba
con claridad los matices de una sonrisa.
En una noche de invierno
me mordí la lengua que ya no besaba
con profunda pasión.
También se me paralizó el corazón
que ya no distinguía
entre el placer y el dolor.
1 comment
Fragmentación, pérdida de los sentidos. Buen poema