Qué tristeza…
Ahora,
soy yo, el que está cansado.
¡Ahora!
Yo,
como un perro que olfatea sin esperanza,
una mascarilla negra,
sucia
aplastado, sobre un adoquín.
Inútil
todo lo que pude ser.
Lo que soy,
hedor intenso,
burbujas de tristeza,
ya podrido.
En las sombras de una muralla sin sombras,
descascarado
(im) paciente, bajo.
Bajo el sol, jadeante.
Jadeos.
¿Puedo acaso ser el hombre más triste del mundo?
Ese es de Vallejo
¿O escribir los versos más tristes de la tarde?
Ese es, casi, de Neruda.
Sólo son,
setenta años.
De no-ser,
Siendo, de ser n-siendo
el sonido rechinando,
de un neumático viejo, sin huellas
sobre un estacionamiento cerrado.
Soledad inútil, inútil.
Ahora y siempre
inútil.
Amén.
Qué tristeza… Me voy
(para)
Allá. Y más allá.
No es la lluvia, lo que quita las ganas de vivir.
(sólo a los poetas)
Es el sol, áspero lleno.
Lleno de la vida, y
Vino,
encharcado y em-posado
equilibrio, metaestable.
Amor de (sol), al- lado
torna soleado.