“El cambio climático se debe a la actividad humana”.
Svante August Arrhenius
(Científico sueco, 1859-1927)
Alarma mundial por el informe de la ONU sobre el “Calentamiento Global”. El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres puso el acento en su interpelación a los gobiernos, instalando «Una alerta roja para la humanidad».
Con todo, el documento no es para sorprenderse. Hace mucho tiempo, desde el siglo antepasado, científicos de todo el mundo estaban llamando la atención acerca de cómo el ser humano maltrataba a su habitat natural, compartido con otros seres vivos, que también sufren las consecuencias.
Mas de 14 mil artículos científicos dan cuenta de las continuas emisones de gases efecto invernadero y que están a punto, en un tiempo no muy lejano, de quebrar un límite clave de la temperatura global. En diez años más la tierra se puede trnaformar en un infierno.
El Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, proyectó cómo el calentamiento global cambiará el mundo en las próximas décadas tras examinar más de 14.000 artículos científicos.
Muchas islas y bordes costeros pueden desaparecer en los cinco continentes debido al alza del nivel del mar que podría llegar a los dos metros de aquí a cien años. Para más de alguien puede ser algo lento en el tiempo, pero seguro que será sostenido, si es que no se adoptan medidas con urgencia, al menos para mitigar la gravedad del problema ambiental.
Hace algunas semanas hemos sido testigo mediante imágenes, cómo ha habido inundaciones en el hemisferio norte, en pleno verano, con intensas lluvias que ha provocado inundaciones en las ciudades y han arrasado con viviendas y cultivos sin miramiento alguno.
Según BBCMUNDO decir que una tormenta azotó la ciudad china de Zhengzhou el 19 de julio es quedarse corto. En el transcurso de un solo día cayeron 624 mm de lluvia, el equivalente a casi un año entero, provocando la evacuación de 200.000 personas y 33 muertes.
Una semana antes, las catastróficas inundaciones en el oeste de Alemania dejaron un rastro de destrucción, con 177 muertos y al menos un centenar de personas desaparecidas.
Mientras, las inundaciones en la vecina Bélgica dejaron 37 muertos.
Un informe de la televisión alemana nos dice que los glaciares del mundo se están derritiendo a un ritmo récord por el calentamiento global, ya que han perdido una media de 267.000 millones de toneladas de hielo al año desde el 2000, (Informe de la revista Nature, 28.04.2021).
Esta es la principal conclusión del trabajo realizado por un grupo internacional dirigido por investigadores del Laboratorio de Estudios de Geofísica Espacial y Oceanografía, del Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNRS) francés.
Los investigadores comprobaron que la reducción de los glaciares se ha precipitado en los últimos años, pasando de 227.000 millones de toneladas de hielo perdidas anualmente entre 2000 y 2004 a 298.000 entre 2015 y 2019.
Estos resultados son fruto de la primera cartografía completa y precisa de la evolución del espesor, y por tanto de la masa, de todos los glaciares del mundo, explicó un comunicado del CNRS.
Los glaciares que más rápido se derriten desde el año 2000 se encuentran en los Alpes, Polo Norte,Islandia y Alaska. En cambio, los científicos hallaron que las tasas de deshielo se redujeron en la costa oriental de Groenlandia y la región escandinava en el período 2010-2019.
¿Y cómo andamos por casa?
La Fundación AQUAE nos dice que “El derretimiento de los glaciares es una de las consecuencias más graves del calentamiento global producto del cambio climático”. De cara al COP25 (se trasladó a Madrid) se realizó un inventario de glaciares en Chile, a cargo de la Comisión de Minería y Energía del Senado. El objetivo es aumentar los datos del anterior, de 2014, a través de imágenes satelitales desde 2002. Y los primeros datos apuntan a la desaparición de casi 200 glaciares en Chile.
La desaparición de los glaciares: un problema de primera magnitud
Ello alude a un vector para calibrar las consecuencias del calentamiento global ocasionado por el cambio climático. El estudio preliminar al informe sobre glaciares en Chile apunta a que se han perdido alrededor de 2.000 km2 de masa glaciar.
Según las cifras iniciales, durante el año 2014 se registraron 24.114 glaciares con una superficie de 23.641 km2. Las cifras actuales, a partir del 95% de los datos recogidos, registran 25.725 glaciares, con una superficie total de 21.747 km2. Eso equivale a la superficie, una vez y media de la Región Metropolitana.
Los datos pueden ser confusos en cuanto a que aparecen más glaciares, pero, en cambio, se aprecia una reducción de 1.894 km2 de superficie glaciar. Esto se explica en el que el aumento de glaciares se debe a que se separaron de un cuerpo mayor. Con ello se conformó de esta manera uno individual, pero no son nuevo glaciares.
Esa es parte de la realidad que nos involucra como experiencia actual y que se proyecta a las futuras generaciones con un cuadro crítico ahora con déficit de lluvias de Atacama hasta la región de la Araucanía, que alcanza al 80% , según el Ministerio de Obras Públicas. En circunstancias que no se aprecian posibilidades de recuperar los embalses que alimentan el consumo hídrico tanto humano como de la agricultura y la ganadería. La explotación de la madera también está expuesta con la escasez hídrica.
Ya hemos consignado en análisis anteriores que la energía eléctrica originada en carbón y petróleo supera el 72% y podría aumentar, con el consabido incremento de la contaminación por CO2.
Chile está entre los veinte países con mayor riesgo hídrico del mundo. Eso significa que nuestra demanda de agua es superior a las reservas naturales. Bajo el concepto de “Agua 4.0”, CIPERCHILE propone que la discusión pública sobre este recurso escaso se centre en el uso que le estamos dando: cómo y por qué se distribuye de la manera actual y cuál es la forma más justa y sustentable de hacerlo. Este cambio está asociado necesariamente con la generación y democratización de datos sobre el agua, que permitan pasar del enfoque individual de hoy a uno colaborativo.
Sin embargo, se prolonga la discusión en el Congreso Nacional acerca del Código de Aguas que podría racionalizar este recurso cada vez más escaso.
Es cuestión de observar el mapa setelital de la cordillera, que publicó hace unos días lun.cl. Es escalofriante la vista comparativa entre junio y julio de este año. La nieve se redujo a menos de la mitad de un mes a otro.
Cuando se plantea la posibilidad de imitar lo que han hecho algunas mineras en el norte grande, desalando las aguas del Océano Pacífico para abastecer al país, se argumenta en sordina, que es muy caro y no hay cómo financiar proyectos de esa dimensión. Sin embargo, una puesta en escena de la desalinización podría salvar millones de vidas en el mundo, del que Chile no está al margen.
El Calentamiento Global, como podemos ver, ya es una realidad y los científicos nos dicen que a lo más se puede mitigar.
Una vez más resurge el problema de la inequidad económica cuando los países más pobres sufren el rigor de la sequía. Al interior del nuestro, el fenómeno ya es evidente con miles de personas que se abastecen de agua mediante camiones algibes, con el riesgo sanitario que ello conlleva.
Como la pequeña y mediana agricultura, al igual que los crianceros, experimentan una tragedia, esperando que el Gobierno les brinde alguna ayuda para seguir subsistiendo. La experiencia reciente, según los testimonios recogidos por los medios de comunicación, marca un destino incierto para muchas comunidades.
Al mismo tiempo como la producción de alimentos se verá disminuída, subirán los precios, como ya ocurre en hortalizas, frutas y otros productos del campo. La consecuencia será inflación, con más impacto entre los sectores sociales empobrecidos que viven al día.
Demás está decir que esta catástrofe climática, ha sido provocada por los países ricos y las grandes transnacionales.
Ciertamente se sabía que esto ocurriría
Veamos algo de la historia
Se considera al erudito francés Jean Baptiste Joseph Fourier (1768-1830) el primero en hablar del “efecto invernadero”. En un ensayo de 1824 explicaba que veía la atmósfera como un cristal que dejaba pasar la luz solar manteniendo el calor debajo. Ahora bien, quien utilizó la analogía como tal por primera vez fue el físico inglés John Henry Poynting (1852-1914). En un artículo de 1907 repetía la referencia del “efecto invernadero” para explicar el fenómeno de retención del calor de nuestra atmósfera.
1856: “El aumento del CO2 provocará un calentamiento global”
La ciencia debe a las mujeres mucho más de lo que se cree o sabe. El primer científico que descubrió que el dióxido de carbono (CO2), el metano o el vapor de agua que actúan en la atmósfera como lo que hoy denominamos gases de efecto invernadero (GEI) fue una mujer. En 1856, los experimentos de la estadounidense Eunice Newton Foote (1819-1888) demostraban que “una atmósfera de CO2 le daría a nuestra Tierra una temperatura alta”. Sin embargo, la historia oficial recuerda al físico irlandés John Tindall (1820-1893), que en 1859 llegaba a la misma conclusión, y olvida a Foote, una mujer apasionante: además de científica, fue una de las fundadoras de la Seneca Falls Convention, la primera asamblea en la que se debatieron, en 1848, los derechos de la mujer.
La organización sin fines de lucro, ECOVIDRIO nos agrega:
1985: “La petrolera Exxon ya conocía lo que pasaría en 2019 y nos engañó”
Los científicos de la petrolera estadounidense Exxon elaboraron en 1985 un informe para sus jefes donde señalaban el origen y las consecuencias del cambio climático. En vez de bajar su producción de combustibles fósiles para reducir las emisiones de CO2, Exxon lo ocultó y “participó en una campaña durante décadas para engañar a consumidores e inversores”. Así lo señalaba recientemente la Fiscalía de Massachusetts y la de Nueva York, que empezaron a investigar a la petrolera tras unas informaciones periodísticas de 2015. Algunas de sus estimaciones fueron muy certeras. Por ejemplo, señalaban que en 2019 la presencia de CO2 alcanzaría las 415 ppm (partes por millón) y que el aumento de la temperatura media global rondaría el grado centígrado, tal y como ha sucedido.
En eso estamos, después que tantos apostaron interesadamente a que la Tierra era inexpugnable y se podía explotar al máximo con un manejo indiscriminado de los recurosos naturales. O bien siempre supieron de los riesgos letales, pero no les importó. Más les valía acumular riqueza que cuidar la vida del planeta, del hábitat y de los seres humanos.
El ecosistema ya está gravemente dañado.