Mayoritaria insatisfacción con la calidad de su oferta, molestia creciente con sus contenidos, baja credibilidad respecto de otros medios -como las redes sociales y las radios-, dan cuenta de un complejo y sostenido deterioro de la televisión abierta o generalista en Chile, de acuerdo a los resultados de la X Encuesta Nacional de Televisión elaborada por el Consejo Nacional de Televisión (CNTV).
Un sondeo robusto
El sondeo se aplicó a más de cinco mil quinientas personas de 16 años o más, residentes en las zonas urbanas de las principales ciudades del país, representando a más de 13 millones de individuos de todas las regiones que componen el territorio. Es el más exhaustivo que realiza el ente público regulador de la TV chilena, con una periodicidad de cada tres años (la penúltima versión databa del 2017 y había quedado pendiente el 2020 producto de la pandemia).
Entre mayo y septiembre de este año se efectuó el trabajo de campo de la encuesta –cara a cara-, con el apoyo de la Dirección de Estudios Sociales de la Pontificia Universidad Católica, DESUC. Su nivel de error fluctúa entre +/- 1,3%.
Señales del desastre
Tres de cada cuatro personas residentes en zonas urbanas en Chile se declaran insatisfechas con la calidad de la oferta de la televisión abierta (72% versus 24%), mientras que una de cada dos reconoce haber visto contenidos molestos a través de esa pantalla. Si se desglosa esta apreciación por grupos socioeconómicos, la insatisfacción sube a un 78% en los sectores socioeconómicos altos y a un 76% en los grupos de 40 a 59 años. Como argumentos de esta mala evaluación se esgrime una mala programación (44%) y poca variedad de programas (35%).
Estos factores que se correlacionan también con una evolución negativa en la tenencia de aparatos de televisión por hogares: si hace una década la cifra promedio era de 2,9 televisores, hoy llega a solo 2,3. Principalmente esto se ve influido por los segmentos de las nuevas generaciones –los adolescentes y adultos jóvenes-, que están dejando de ocuparlo o lo sustituyen por los móviles, notebooks o tablets.
Descrédito en aumento
Si se miran los datos de la encuesta del CNTV con cierto falso optimismo, podría destacarse que el 71% de los encuestados estima que la TV abierta es el principal medio que los chilenos ocupan para informarse, frente a un 70% respecto de las redes sociales y un 46% en el caso de las radios (entre otros). No obstante, en encuestas anteriores las cifras muestran umbrales más distanciados: la TV abierta alcanzaba un 91% el 2011 y 85% el 2017, frente a un 20% y 26% de las redes sociales, y un 20% y 26% en el caso de las radios.
A lo anterior se debe incluir el derrumbe de la confianza en los noticieros televisivos, que solo alcanza a un 23% de los encuestados. Si se compara con el 69% que exhiben las radios y el 40% para las redes sociales, el contexto de descrédito se profundiza, llegando a tal grado que incluso los matinales de TV tienen un mayor nivel de confianza, llegando al 35%. Este factor está marcado por la alta percepción de influencia de los dueños de los canales de tv y de los avisadores en los contenidos que se tratan y las noticias que se cubren.
Llama a la alerta también la imagen instalada en la población respecto de los sesgos que exhiben los informativos de la TV abierta, por sobre otros medios. Un 89% de los encuestados a nivel nacional estima que los noticieros ocultan información o ciertas noticias deliberadamente no se dan a conocer (el año 2008 este umbral llegaba al 62%). También, el 83% cree que se aprovechan del dolor humano y el 80% plantea que se cargan solo hacia un “lado” o tendencia de la política.
Específicamente, al preguntar si los noticiarios de TV abierta dan información confiable sobre cosas que afectan nuestras vidas, un 42% está en desacuerdo y un 40% de acuerdo, mientras que el año 2008 esta cifra se invierte en un 18% y un 60% respectivamente. Además, un 71% establece que los noticieros presentan información superficial, mientras que esta percepción era de solo 44% el año 2008 y 52% el 2017.
Públicos, no públicos y futuro
La X Encuesta Nacional de TV muestra que los patrones de consumo, percepciones y opiniones de las personas están claramente segmentados por edades y niveles socioeconómicos.
Mientras internet se levanta como el espacio preferente de visionado audiovisual para los grupos altos y las nuevas generaciones (contratación de servicios de streaming y por internet), las personas de mayor edad y de grupos más pobres tienen tendencias de consumo más fuertes para la TV abierta. Algo que se correlaciona también con los niveles de crítica manifiesta a la oferta programática de la industria generalista y sus canales tradicionales, que se agudiza en los estratos altos y las audiencias adultas jóvenes y adolescentes.
Gran paradoja: mientras más audiovisual se vuelve el consumo mediático, y más sube el visionado de TV fruto de cuarentenas y pandemia, menos se aprovecha esto como una oportunidad en la pantalla abierta para ofrecer contenidos renovados y de mayor calidad. Todo bajo la premura de ajustar sus planillas a las bajas expectativas de ingreso publicitario, como si en vez de administrar contenidos simbólicos, reforzar lazos implícitos con las audiencias y fomentar talentos, solo bastara con cuadrar un Excel que registra el balance de costos e ingresos de una panadería, zapatería o una funeraria…