La reciente elección de segunda vuelta para elegir gobernadores, con una abstención que en promedio ronda el 80%, deja varios flancos abiertos para el análisis político de los meses que vienen. Será un tiempo intenso en definiciones políticas e instalación de agendas para visibilizar y potenciar o destruir candidaturas.
¿Un escenario abierto a qué?
Una de las disyuntivas claves del Chile contemporáneo post estallido social y pandemia es la incertidumbre. La apertura de un espacio incontrolable para establecer racionalmente los límites lo que se puede esperar, de lo posible, que se separó de lo probable y de lo deseable en los parámetros de los viejos mecanismo de control de las esperanzas y expectativas democráticas, incubadas en los procesos electorales para la renovación de los gobiernos.
Es decir, los sueños ofertados en las campañas anteriores respecto de una democracia como la nuestra -que pueda avanzar en calidad de vida para todos los ciudadanos que voten a tal o cual candidato-, se derrumbó en sus propios cimientos de veracidad. O bien se sinceró violentamente en una a sintonía y asimetría creciente entre las realidades de las élites y del resto de la población.
Es en este marco que la elección de Constituyentes dio la espalda a los partidos tradicionales y relegó a la derecha a su mínimo histórico desde mediados del siglo XX. Así también, que articuló nuevos grupos ciudadanos generalmente no estimulados a participar de los procesos electorales, como la Lista del Pueblo, no representada por las colectividades de izquierda. Y que abrió un canal de inclusión fuerte de independientes integrándose a este proceso que sentará las bases de la nueva institucionalidad.
Nuevas dialécticas o mapas de realidad
Con la crisis social y política que devino desde octubre 2019, la sociedad sinceró su malestar frente situaciones de abuso, bajos sueldos, precarización laboral, pensiones miserables y altos precios o colusión de remedios y alimentos. Una promesa de ascenso meritocrático mucho más lento de lo esperado y con nulo acceso a los espacios sociales de las élites (brecha de desigualdad creciente).
El mercado -en su libre juego de oferta y demanda- no fue suficiente para responder a las urgencias y deseos de cada individuo en relación con sus expectativas, mérito o esfuerzo, reconociéndose con otros en su misma condición, esta vez en el espacio público y gracias a la rápida mediatización de estos episodios (redes sociales, medios online, tv abierta, radios, prensa escrita, en donde el tratamiento inicial fue extenso e ininterrumpido).
La paulatina desideologización del electorado chileno postdictadura configura un campo electoral polarizado –sin gran base ideológica en términos conceptuales-, y mucho más fluido e incierto para resolver quién ganará la Presidencia de la República a fin de año, así como qué tipos de correlación de poder se establecerán en el Congreso. La lógica es de sentirse mayormente ganador o perdedor en el contexto del relato del desarrollo del país en las últimas tres décadas.
Entonces, solo para las militancias y sus periferias inmediatas es válido el anticomunismo y el comunismo con cierta base argumental de conocimiento. Así como para las generaciones sobre 50 años y, especialmente la tercera y cuarta edad.
Llevado esto a un hipotético escenario de segunda vuelta presidencial entre Daniel Jadue y Joaquín Lavín, para un 20% del electorado será la competencia de dos cosmovisiones absolutamente contrapuestas. Para el resto, lo más probable es que sean solo dos alcaldes de comunas diferentes que han hecho cosas y que difieren de manera poco clara en torno a sus simpatías generales por el Estado y el mercado, lo público y lo privado, lo valórico y lo religioso.
Si se quiere reinstalar en sectores medios y populares el anticomunismo “a secas” o el peligro de la izquierda dura en el gobierno, será necesario un amplio despliegue mediático de construcción de Jadue -o Gabriel Boric, si le gana la primaria- como el nuevo demonio, a través de intensas campañas de desprestigio. Por eso, todo lo que haga y no haga Jadue ahora está siendo usado en su contra. La agenda política electoral gira en torno a él, incluso para responsabilizarlo de la derrota de Oliva (independiente de las debilidades de la candidata).
El Facebok live de Jadue durante mucho tiempo fue solo un programa marginal sin amplificación, alcance o atención de otros medios para reproducir sus dichos. Hoy sí lo es, y no son sus partidarios los que se alarmaron por lo que expresa, sino quienes lo están auscultando permanentemente para abrir flancos en su contra. Para su mínimo público natural (probablemente solo de la periferia PC), lo que dijo no tiene ninguna novedad.
Con… pero sin
Las elecciones del fin de semana pasado y las de mediados de mayo obligan hoy abrirse a entender los fenómenos políticos en contextos cada vez más fluidos, de alta abstención con voto voluntario, de barbarización discursiva, de un electorado crecientemente voluble e imprevisible (contradictorio o inconsistente a ojos de la ortodoxia).
Las últimas palizas de gobernadores de oposición frente a la derecha se dieron con la participación clave del electorado más politizado. Pero con el desinterés manifiesto de ocho de cada diez electores.
Un ejemplo claro de lo que se viene en los próximos comicios presidenciales, como parte del juego democrático que se desprende de la victoria de Claudio Orrego en la Gobernación Metropolitana, es que la derecha se moviliza por miedo pese a que no le ofrezcan nada por su voto.
La derecha y la centro derecha están muy golpeadas por las acciones fallidas del actual Gobierno. Sienten que se durmieron confiada al votar por Piñera y el estallido social les removió sus estructuras. Esto es un fenómeno histórico que ya se dio en la contienda entre Eduardo Frei Montalva, Salvador Allende y Julio Durán en 1964.
Ahora sus posibilidades de subsistencia se dirigirán a conservar escaños en el Congreso y no en gastar recursos para ganar la presidencial. Se irán por el mal menor en noviembre/diciembre.
Visto así el contexto de competencia en los sectores de centro izquierda afines a la ex Concertación, la gran oportunidad puede recaer en la figura de la Presidenta del Senado, Yasna Provoste (PDC). Una candidata que podría pasar a segunda vuelta incluso con un candidato de izquierda, dejando fuera a las opciones oficialistas, concentrando el voto de esos sectores para evitar el triunfo de un candidato del pacto Frente Amplio / PC (un sector cuyo mayor riesgo radica en el infantilismo como su propio enemigo histórico).
El cuadro está interesante y no obstante la crisis de la derecha, las primarias de ese sector tienen la opción de ser más masivas y atractivas –pese a que la derecha dura de José Antonio Kast no participará de ellas-, que la confrontación Jadue-Boric, centrada solo en sus militancias y periferia cercana.
¿Empatía fácil y sentido común?
La política como ejercicio deliberativo se desarrolla en espacios formales de participación y visibilización, así como también contiene dimensiones no explícitas de las relaciones sociales.
Entender esto es asumir que la transparencia frente a los medios de comunicación tiene límites muy difíciles y complejos de traspasar. Y que quien quiera plantearse ante el resto dispuesto a modificar estas prácticas, o es ingenuo, o sencillamente un mentiroso.
Por eso el vocablo de moda para referirse a las malas prácticas políticas es la imagen de “la cocina”. Un vocablo que quiere acercarse a y empatizar con los públicos, acogiendo la crítica a las formas como se han tomado las decisiones políticas, como una gran “caja negra” de negociaciones/transacciones de espaldas a los ciudadanos.
Sincero o no, este empeño queda a medio camino o es insuficiente, porque al referirse así a la política chilena, esta incluiría entonces proveedores de insumos de cocina, repartidores o despachadores, chef o cocineros, reposteros, catadores o sommeliers, comensales vip y otros menos frecuentes… Y si vamos más atrás, funcionarios del Estado encargados de la licitación de los insumos, arriendo de locales y tipos de menú.
Criticar hoy desde el mundo político la cocina cuando por décadas engordaron hasta la obesidad, con diabetes y arterioesclerosis mediante, y un plan exclusivo de salud, al menos parece doble discurso u oportunismo hipócrita.
El estallido social y la pandemia revelaron que buena parte de la sociedad chilena lo que tiene es precarización y deudas, por lo que el cuco anticomunista se vuelve frágil y el Chilezuela del 2017 se derrumbó.
Los clivajes se orientan hoy en diferencias más simples: ganadores / perdedores. Una tensión que alienta también la irrupción de discursos demagógicos, pero con un electorado cuya confianza hoy no se gana fácilmente.
Por eso, el miedo no operará con la persuasión de antaño, porque si la sensación del ambiente es que la mayoría de las personas nunca pudo progresar sobre bases sólidas –sino endebles mediante el consumo por deuda y la precarización laboral-, sumada la crisis económica por la pandemia que la precarizó aún más, ya tiene muy poco que defender o arriesgar. Solo se trata de sentido común…
1 comment
El análisis tiene debilidades en el sentido de la poca eficacia de una campaña del terror. Las mayorías han perdido confianza por la clase política y han perdido trabajo ingresos ahorros y salud. La izquierda no tiene una alternativa de producción de trabajo y riquezs. Sólo de redistribución cosa que pone a largo plazo las esperanzas. Carece de épica. Las mayorías están endeudadas y no quierrn perder sus bienes materiales que son propiedsdes de los bancos. El sentido común dice que una campaña del terrot estatista que abarara las medicinas y la educación pública pero no crea trabajo y las deudas se acumulan para mantenet casa y auto puede resultarle a la derecha. El final soñado de Lavín enfrentando a un comunists es la posibilidad de la resurrección de la derecha. Tienen la plata y el monopolio de los medios. Todo es incierto pero hay señales con raices profundas que tienen que ver con el miedo