La pregunta formulada por Yasna Provoste a Paula Narváez en el último foro televisivo de postulantes de la Unidad Constituyente es plenamente pertinente. ¿Los socialistas la apoyarán en caso de que gane la primaria?
La respuesta afirmativa expresó las convicciones democráticas de la aspirante socialista. Nadie puede ponerlo en duda. Sin embargo, la interrogante más compleja es lo que harán las bases del ámbito socialista y su entorno en la eventualidad que Yasna Provoste gane la consulta.
El hipotético desafío de disciplinar a ese electorado no será fácil. La alianza entre el centro y la izquierda se ha debilitado a partir de distancias relevantes desde que Ignacio Walker, por ese entonces presidente de la DC, un fuerte crítico de la gestión presidencial de Michelle Bachelet, sostuvo que su entorno no había leído con detención el programa de gobierno (en cuya elaboración habían participado numerosos técnicos de la falange, como afirmara Yasna Provoste). Aquellas distancias se profundizaron con la opción por el camino propio, compitiendo en primera vuelta tras la opción de Carolina Goic en las pasadas elecciones, dando por concluida la Nueva Mayoría (un pacto político y programático con fecha de término, como la definiera la DC), para luego asumir un cierto rol de bisagra entre oficialismo y oposición los primeros años de este gobierno.
Durante este periodo la DC ha experimentado continuos desapegos desde sus entrañas. Renuncias de figuras tan emblemáticas como Mariana Aylwin, Soledad Alvear, Eduardo Aninat o Gutenberg Martínez, que hoy aparecen apoyando al candidato de la derecha. Y es más que evidente que, como los otros partidos de la ex Nueva Mayoría, ha transitados por severos conflictos y contradicciones internas.
Un grueso muy significativo de su activo militante se reconoce en la centro izquierda o progresismo, en contrapunto con sectores más bien conservadores, vinculados a los antiguos “colorines” (cuyo líder histórico salió de la DC y apoyó a Piñera en la pasada elección presidencial), los llamados “guatones” (muchos de los cuales abandonaron el partido), mientras han surgido tensiones por el liderazgo futuro, como lo demuestran la cancelación de la aspiración presidencial de la senadora Ximena Rincón y el complejo escenario de su presidenta Carmen Frei para conducir el PDC con evidente ruido interno.
Ciertamente, Yasna Provoste, que claramente se identifica con las corrientes más progresistas de su partido, ha debido cargar en la actual coyuntura con la mochila de las profundas contradicciones que cruzan la DC, como ha quedado de manifiesto, por ejemplo, en el debate sobre el aborto libre.
Con todo, la Democracia Cristiana continúa siendo el partido mayoritario de la centroizquierda, como quedara en evidencia en las pasadas elecciones de gobernadores regionales, alcaldes y concejales (no así en la de convencionales constituyentes, en donde eligió sólo un representante).
Ciertamente su resistencia a concurrir a unas primarias amplias y sin exclusiones de la oposición, como proponía el eje socialista, agudizó tensiones, que sólo el polémico veto a la participación del PPD y Nuevo Trato en las primarias legales, permitió reanimar en curso al actual escenario de acuerdos partidarios. Qué duda cabe que en el complejo mapa de la centroizquierda hoy día, las responsabilidades son más que compartidas por sus zigzagueantes y debilitadas conducciones partidarias.
Boric y el ámbito socialista
Gabriel Boric necesita del apoyo del amplio arco progresista para ganar la elección presidencial, Que duda cabe. Ya lo ha conseguido, algo más que temporalmente, desde una amplia franja de independientes de centro izquierda para imponerse a Daniel Jadue en las primarias legales. Y hoy sigue atento al desenlace de la consulta ciudadana, esperanzado en recibir al apoyo de sectores socialistas, especialmente si Yasna Provoste es quien se impone en la contienda del sábado 21 de agosto.
Es más que evidente que existen afinidades entre socialistas y grupos del Frente Amplio. Principalmente con aquellos sectores que vienen de vuelta de las tesis de Chantal Mouffe, que proclama la democracia radical y la revolución democrática, identificándose con un pensamiento socialista y democrático. Y que no aspiran a desplazar a los partidos tradicionales que se identifican con esa corriente de pensamiento sino, eventualmente, converger en una gran alianza política.
No es todo el Frente Amplio. Aún hay sectores muy significativos que se identifican con la experiencia de Podemos de España, o más próximos al PC que al PS . No pocos vienen de los llamados partidos tradicionales(PC, PS, PPD). Y fueron partidarios del ya mencionado veto para primarias amplias de toda la izquierda(definición que, por cierto, rechazan, marcando fronteras con los “aliados del neoliberalismo”)
Es otra realidad innegable que una amplia franja de independientes, que tradicionalmente han votado por la centroizquierda, decidieron participar en las primarias legales para impedir el triunfo de Daniel Jadue. Y no son pocos los adherentes socialistas resueltos a votar por Gabriel Boric en primera vuelta presidencial.
Es evidente que no da lo mismo quien gane la consulta del próximo 21 de agosto. De ganar Yasna Provoste, la tarea de cohesionar a la Unidad Constituyente tras su postulación será un duro desafío para los partidos alineados con Narváez, aunque deban competir con el pacto de la izquierda a nivel parlamentario
En la alternativa de ganar Paula Narváez la consulta, parecería menos complejo que la militancia demócrata cristiana pueda ordenarse tras su postulación. Mal que mal, la mayoría de los demócratas cristianos más conservadores ya dio su apoyo a Sichel. El desafío mayor para la postulante socialista sería cohesionar a la centroizquierda y establecer las bases de un pacto de gobernabilidad con los sectores de la izquierda que sustentan hoy la opción de Gabriel Boric.
No es poco lo que se juega en la consulta ciudadana del 21 de agosto. Mucho se especula acerca de una menguada participación ciudadana. Ciertamente estará lejos de los convocados a las primarias legales. El desafío mínimo es superar el piso de los militantes de los partidos que la convocan, sumando a una franja significativa de independientes. En definitiva, el horizonte está en sumar fuerzas para derrotar el nuevo rostro del continuismo que, con gran apoyo económico y mediático, representa Sebastián Sichel.
El próximo martes 24 de agosto, a las 12 de la noche, vence el plazo de inscripción de los candidatos y candidatas que competirán en primera vuelta. A los ya mencionados se agrega la opción de J. A. Kast y una suma de “independientes” que juntan afanosamente las firmas requeridas para postular. O que están pendientes de resoluciones judiciales que habiliten su postulación. Se especula con más de dos decenas de candidatos. Broma algo tradicional en estos períodos electorales.
La interrogante esencial y relevante tiene que ver con la futura gobernabilidad del país. Algo hoy en franco deterioro tras la desastrosa gestión de Sebastián Piñera y sus “tiempos mejores”, que incluso obligan a su zarandeada coalición a un pronto cambio de nombre.
También parlamentarios
Junto con la inscripción de postulantes a La Moneda, se vencerá el plazo para presentación de las listas parlamentarias, que bien pudiera reflejar una dispersión incluso mayor que a nivel presidencial.
La derecha enfrentará esta elección dividida en dos listas y con severo riesgo para su actual representación en el parlamento.
Cual más, cual menos, todos los partidos con representación parlamentaria están amenazados con reducirla por la proliferación de listas y candidaturas independientes, lo cual implicará una mayor fragmentación.
Varios de los candidatos a la Convención Constituyente y a gobernadores regionales que no fueron electos, pero obtuvieron buenas votaciones, postularán al parlamento. No son pocos los impedidos a repostular, lo cual asegura una mayor renovación del elenco parlamentario. El desafío es la nominación de postulantes verdaderamente competitivos, incluyendo los criterios de paridad de género (60 a 40, como establece la ley) y nuevos rostros.
Para eso están las campañas. Nada simple en tiempos de pandemia. Más aún si viene una nueva ola de contagios como predicen algunos expertos.
Período de interrogantes e incertidumbres. ¿Cómo no?