Joe Biden y Vladimir Putin estrenaron este martes el enlace de video entre las dos presidencias para discutir lo que luce como casi inminente conflicto militar en Ucrania. Rusia sigue concentrando tropas en la frontera al oeste de la cual se extiende la región de Donbass, y Estados Unidos avisa que la aventura puede resultarle cara a Putin.
Señales ominosas
El lunes de noche la subsecretaria de Asuntos Políticos en el Departamento de Estado, Victoria Nuland, informó a miembros del Senado de Estados Unidos que el Pentágono tenía planes de contingencia para evacuar de Ucrania a los ciudadanos estadounidenses.
“Todavía no es claro si el presidente ruso Vladimir Putin ha tomado la decisión de invadir”, añadió la funcionaria. “Pero ya ha concentrado cerca de la frontera de Ucrania fuerzas, equipo y suministros suficientes como para atacar en cualquier momento”.
Rusia tiene actualmente unos 90.000 soldados emplazados cerca de la frontera ucraniana pero esta fuerza carece de las unidades de apoyo necesarias para una invasión. Un funcionario estadounidense indicó la semana pasada a la cadena CBS News, que una invasión involucraría a unos 175.000 soldados y el despliegue de 100 grupos tácticos de batallones que incluyen vehículos blindados, artillería y equipos.
Las opciones que tiene Estados Unidos para impedir una invasión, que sus servicios de inteligencia creen posible para enero, son “muy limitadas”, reconoció Nuland.
Casi a la misma hora, un funcionario de la Casa Blanca dijo a los periodistas que los gobiernos de Estados Unidos, el Reino Unido, Francia, Alemania e Italia han formado una estrategia conjunta para “imponer daño significativo y grave en la economía rusa” si Rusia invade Ucrania.
Por su parte Rusia sostiene que todo lo que busca es el compromiso de que el gobierno de Ucrania no intentará restituir su autoridad en las regiones controladas desde 2014 por los separatistas armados y financiados por Moscú.
En su versión del encuentro presidencial, el Kremlin dijo que Putin enfatizó que no se debe responsabilizar a Rusia por las tensiones ya que la OTAN “continúa los intentos peligrosos de controlar territorio ucraniano y sigue aumentando el potencial militar (de Ucrania) sobre las fronteras rusas”.
“Por lo tanto Rusia está seriamente interesada en obtener garantías confiables, estipuladas en la ley, que descarten la expansión de la OTAN hacia el este y la ubicación de sistemas de armamentos ofensivos en países vecinos de Rusia”.
Rusia tiene razones históricas para la profilaxis geográfica: tres veces en los últimos dos siglos los invasores del Oeste devastaron el país con ambiciones que costaron millones de vidas.
Dos horas
Durante dos horas Biden, desde la Casa Blanca, y Putin, desde Sochi, donde Josef Stalin tenía su residencia de verano, conversaron en un cara a cara virtual.
Con lenguaje prolijo, un funcionario describió la posición de Washington de la manera siguiente: “No quisiera usar una llamada pública con la prensa para hablar de los retos particularmente delicados que el presidente Biden presentará al presidente Putin, pero sí quisiera decir que Estados Unidos no busca terminar en una circunstancia en la cual el foco de nuestras contramedidas sea el uso directo de la fuerza militar estadounidense al contrario de una combinación de apoyo para la fuerza armada ucraniana, contramedidas económicas enérgicas, y un incremento sustancial en apoyo y capacidades para nuestros aliados de la OTAN a fin de garantizar que serán seguros”.
Después de la reunión, la versión resumida de la Casa Blanca indicó que “el presidente Biden expresó las preocupaciones profundas de estados Unidos y de nuestros aliados europeos acerca de la escalada de fuerzas que rodea a Ucrania, y dejó en claro que EE.UU. y nuestros aliados responderán con fuertes medidas económicas y de otro tipo en el caso de una escalada militar. El presidente Biden reiteró su apoyo a la soberanía y la integridad territorial de Ucrania, y exhortó a una des-escalada (de las tensiones) y el retorno a la diplomacia”.
En versión menos entreverada: Estados Unidos no irá a la guerra por Ucrania, pero sí apoyará a las fuerzas armadas de Ucrania, añadiendo sanciones económicas contra Rusia y un respaldo militar acentuado para la OTAN.
Estados Unidos acaba de salir a las apuradas de una guerra que duró dos décadas. Su fuerza militar está en convalecencia y su opinión pública –atormentada por la pandemia y la discordia política- difícilmente apoyaría el envío de soldados a un país del este de Europa.
En general, nadie lanza una campaña militar cuando todavía se aproxima el invierno, y Moscú tiene la experiencia de su revolcón en Finlandia en 1939, de modo que es razonable la expectativa de que Putin no ordenará una invasión de Ucrania en estas semanas.
Pero si lo hace ahora o más adelante, Rusia, para delicia de sus adversarios y apenas tres décadas después de su derrota en Afganistán, se meterá en otra guerra interminable enfrentada a una fuerza militar ucraniana que ha crecido desde el manotazo de Crimea, y que contará con el apoyo anunciado de la OTAN.