Un comité del Congreso que investiga la asonada del 6 de enero de 2020 empieza a divulgar lo averiguado, pero cuanto más la responsabilidad se aproxima al expresidente Donald Trump, menos interesada parece la mayoría de los estadounidenses.
Historia antigua
Hace poco más de dos mil años, el historiador, soldado y senador Veleyo Patérculo, en una obra que cubre el comienzo del fin de la República Romana, anotó una observación acerca de ocasiones en las cuales la ambición y el descaro inspiraron acciones sin precedentes que, una vez aceptados se tornaron en argumento para otras peores.
“Los precedentes no se detienen donde comienzan pero, por muy estrecho que sea el sendero al cual entran crean para sí mismos una vía ancha por la cual pueden moverse a su antojo con la mayor libertad”, escribió Veleyo. “Ya nadie piensa que algo sea una bajeza para sí mismo si se ha probado que es de provecho para otros”.
El Comité Selecto de la Cámara de Representantes que investiga el asalto al Congreso con el cual el entonces presidente Donald Trump quiso desbaratar el resultado de la elección que perdió en noviembre de 2020, se encuentra ante la tarea, difícil, de hacer que el precedente no se torne en aceptable.
El Comité, que integran siete legisladores demócratas y dos republicanos, ha entrevistado a unos 300 testigos de lo ocurrido cuando una multitud, incitada por Trump, irrumpió en el Capitolio donde el Congreso se preparaba para la ceremonia oficial de certificación del resultado de los comicios en los cuales ganó el candidato demócrata Joe Biden.
La investigación de los legisladores, que ha colectado decenas de miles de documentos y ha entrevistado a funcionarios electorales en todo el país, está separada, aunque transcurre simultáneamente, de las causas judiciales iniciadas contra al menos 727 individuos involucrados en la violencia que dejó cinco personas muertas y decenas de heridos.
También transcurre mientras otros tribunales investigan a Trump, a su familia, a sus empresas y a sus asociados bajo la sospecha de fraudes y evasión de impuestos.
Mientras que los tribunales lidian con las personas directamente relacionadas con los incidentes, los legisladores se han enfocado en las responsabilidades políticas de quienes convocaron a la multitud y quienes, como el presidente mismo, por acción u omisión permitieron un ataque sin precedentes en dos siglos de historia de la república, contra el Congreso y contra el proceso electoral.
Un año después
Este jueves 6 el Secretario de Justicia, Merrick Garland, pronunciará un discurso acerca de los esfuerzos para investigar y procesar a los culpables y, según funcionarios de ese ministerio, “reafirmará el compromiso indeclinable de defender a los estadounidenses y a la democracia estadounidense contra la violencia y las amenazas de violencia”.
Y, para la misma hora en que se llevará a cabo una oración solemne en el Congreso en honor de los muertos en el asalto, Trump había anunciado una conferencia de prensa en su residencia de Mar-a-Lago en Florida en la cual reiteraría que le robaron la elección.
El martes a la noche el derrotado canceló el show, culpó por ello al Comité Selecto, y dijo que seguirá hablando de la elección durante un mitin el 15 de enero en Arizona donde, aseguró concurrirá “una gran multitud”.
El Comité Selecto ha encontrado evidencias de que Trump y sus cómplices empezaron a calificar de fraudulento el resultado de la elección de noviembre pasado antes siquiera de que se conociera el resultado. Ha encontrado testimonios sobre las gestiones de Trump y sus cómplices para presionar a funcionarios electorales en todo el país a fin de que cuestionaran los escrutinios, invalidaran votos o designaran representantes no elegidos para el Colegio Electoral.
El Comité tiene testimonios acerca del comportamiento de Trump durante unas tres horas, mientras el país entero podía observar por televisión la asonada y el presidente se abstuvo de intervenir ya sea para aplacar a sus seguidores o para ordenar el uso de la fuerza para dispersarlos. Hay, incluso, evidencias de que la misma hija del presidente, Ivanka, fue al despacho en la Oficina Oval para rogar a Trump que interviniese poniendo fin al ataque.
Impacto
Se espera que el Comité Selecto publique su informe preliminar durante el verano (hemisferio norte), y hasta entonces puede esperarse que irán “filtrándose” detalles sobre la responsabilidad directa de Trump, y la trama de funcionarios y acólitos que agitaron la turba en enero, y siguen desde entonces repitiendo la Gran Mentira del fraude electoral.
En pocas semanas se pondrán en marcha las campañas partidistas para las elecciones legislativas de noviembre y el impacto de las revelaciones se verá amenguado por la distracción política y los problemas cotidianos.
Unos 30 millones de personas, y más del 77 % de los republicanos, probablemente nunca aceptarán las conclusiones del Comité Selecto, y el expresidente tiene 100 millones de dólares en fondos aportados por sus simpatizantes y por grandes corporaciones que habían suspendido las donaciones tras la asonada y ahora vuelven a respaldar al caudillo.
Dentro del Partido Republicano continúa el proceso de decantación por el cual los republicanos tradicionalistas encaran el desafío de los trumpistas, y estos a su vez amplían su base con propuestas más extremas. El precedente de cuestionar, aunque sea sin pruebas pero con violencia, la legitimidad del proceso electoral, abre senda ancha para otras bajezas. Las resistencias y dilaciones de Trump y sus aliados, y el repudio de las citaciones para declarar ante el Congreso prueban que hay provecho.
Un diálogo reciente en Twitter es ejemplo de la disonancia ante el precedente que sentó Trump con su intento inconstitucional y que reafirmó su alianza de seguidores hace un año en las calles.
“Fue un día terrible”, escribió en su cuenta Rubén Gallego, un ex infante de Marina y ahora representante demócrata de Arizona. “Yo no busco que lo ocurrido el 6 de enero ayude a los demócratas. Quiero salvar la Democracia. Quiero que esto sea un toque de alarma que despierte a todo el espectro político ante el hecho de que hay un movimiento totalitario y estamos en peligro”.
A lo cual un tal Erick Erison respondió: “No creo que lo ocurrido el 6 de enero ayude a los demócratas como, al parecer, creen los medios. Pero hay una obsesión genuina en la prensa acerca del incidente. Fue un mal día, pero para los votantes no pesa más que el crimen, la inflación, COVID, los cierres de escuela, etc.”
El precedente va en camino de tornarse en aceptable con la ayuda del paso del tiempo y la memoria corta.