En los libros de texto todavía vigentes del comercio exterior figura que el libre comercio es la mejor opción para los países y que la globalización es la integración de todas las naciones a los mercados mundiales.
Atrás había quedado, en el olvido de los siglos, Alexander Hamilton (1789) padre de la política comercial y la industrialización en los EEUU y Friedrich List (1841) padre del proteccionismo alemán y también, en el baúl de los recuerdos, desde los años setenta del siglo XX, Prebisch y el Pensamiento de la CEPAL los padrastros de la industrialización basada en la sustitución de importaciones. Sin embargo, los economistas globalizados del norte y de sus sucursales en el Sur cuando el proteccionismo renació en el norte con Trump, con su guerra comercial, primero lo tomaron a broma y después se asustaron pero, recientemente con Biden, con su Estrategia de Seguridad Nacional (https://www.whitehouse.gov/wp-content/uploads/2022/10/Biden-Harris-Administrations-National-Security-Strategy-10.2022.pdf), parecen haber entrado en un silencio cómplice o de tácito apoyo.
En su Estrategia, Biden postula “Nuestro objetivo es claro: queremos un orden internacional libre, abierto, próspero y seguro”. Para lograr este objetivo se deberá: 1) invertir en las fuentes subyacentes y herramientas del poder y la influencia estadounidense; 2) construir la coalición de naciones más fuerte posible para dar forma al entorno estratégico global y para resolver desafíos; y 3) modernizar y fortalecer las fuerzas armadas.
De esta forma concluye “Utilizaremos estas capacidades para superar a nuestros competidores estratégicos, galvanizaremos acciones colectivas sobre los desafíos mundiales y configuraremos las normas de conducta para la tecnología, la ciberseguridad, el comercio y la economía”.
La estrategia es clara: reconfigurar (reset) el orden económico mundial a su imagen y semejanza en función de su objetivo de la seguridad nacional.
Resulta que ahora, economistas muy críticos de la hiperglobalización en el pasado, como Dani Rodrik, alertan y se preocupan porque “la geopolítica está matando la economía mundial” https://www.project-syndicate.org/onpoint/thucydides-s-trade-trap. Advierte que esto es un grave error puesto que, con sus nuevas reglas, la administración Biden está «apuntando a nada menos que evitar el ascenso de China como una potencia de alta tecnología», “en lugar de acomodar las realidades de un mundo post-unipolar«. Así, China verá las nuevas restricciones de Estados Unidos como «una escalada agresiva«, y «encontrará formas de tomar represalias, aumentando las tensiones y aumentando aún más los temores mutuos«.
El tema de la doctrina de la seguridad nacional es del siglo pasado y fue aplicada por EEUU y por los gobiernos militares autocráticos. Pinelopi Koujianou https://www.project-syndicate.org/onpoint/thucydides-s-trade-trap demuestra que el argumento de seguridad nacional utilizado para justificar las nuevas restricciones simplemente no cuadra: «La tecnología desarrollada para uso comercial a menudo se usa con fines militares«, señala. Entonces, «si la seguridad nacional es realmente la preocupación, Estados Unidos debería detener todo el comercio con países hostiles, no solo el comercio de productos tecnológicamente avanzados«.
El problema de fondo, que es la trampa de Tucídides, consistente en la inexorable tensión causada por el rápido cambio en el balance del poder entre dos potencias rivales, como son EEUU vs China, se enmascara bajo un objetivo noble e idealizado de democracia. Así, la estrategia de seguridad nacional plantea que: “La naturaleza de la competencia es entre democracias y autocracias”.
Según la Real Academia autocracia se define como: Forma de gobierno en la cual la voluntad de una sola persona es la suprema ley. El problema es quién certifica si es un Gobierno autocrático. ¿Los EEUU? ¿Naciones Unidas? ¿La Corte de la Haya? ¿La FIFA?
O tal vez Freedon House https://freedomhouse.org/countries/freedom-world/scores, que hace un ranking de los 195 países y encuentra que la tendencia mundial en los últimos 15 años hay un deterioro de la libertad global siendo y si bien el 42% de los países son libres solo representan un 20% de la población mundial, mientras que 30% de los países son parcialmente libres con 42% de la población y 28% países son no libres pero representan el 38% de la población mundial.
La gran pregunta es cómo administrará EEUU su estrategia de seguridad nacional. Si lo hace en la misma forma completamente discrecional con que administra sus sanciones económicas el resultado será desastroso.
Así según Anne Krugger: Para 2020, Estados Unidos había impuesto sanciones a más de 10.000 entidades, diez veces más que en 2000, muchas de ellas conectadas a Corea del Norte, Cuba e Irán. Estas medidas han adoptado en gran medida la forma de prohibiciones (o limitaciones) del comercio con el país destinatario. Ahora, si lo hace mediante reglas tendrá varios problemas puesto que en los regímenes autoritarios va a tener que incluir a sus grandes socios petroleros como Omán, Qatar, Arabia Saudita y Emiratos Árabes que, según Freedon House, están entre los países menos libres y democráticos.
En suma, no solo está la amenaza de desglobalización que ya está ocurriendo sino lo peor, de una desconfiguración del orden mundial para dejar en manos de una potencia mundial, como EEUU, la nueva configuración de “las normas de conducta para la tecnología, la ciberseguridad, el comercio y la economía”. ¿Y la región de América Latina y el Caribe esperará con los brazos cruzados?
Por Gabriel Loza T.
Ex Presidente Banco Central de Bolivia