Es muy curioso que en el ambiente político chileno haya reaparecido con gran fuerza la idea del centro. Con gran pasión diversos voceros y también periodistas de distintos medios, interrogan con ansiedad a personeros de gobierno, si hay disposición de correrse hacia el centro. Se incluyen conminaciones y exigencias al presidente Boric para que se desplace hacia el centro porque de lo contrario el país se hunde.
Este curioso salvavidas vale la pena examinarlo.
Podría considerarse una movida positiva de la vociferante y violenta oposición de las diversas derechas existentes al gobierno pues parece no les ha resultado el camino de la negación de todo.
El sofisma es el siguiente: si te corres al centro nos calmamos.
Dentro de su ignorancia y ceguera la derecha no se logra dar cuenta que el “centro” es una murga diversa de grupetes, en que cada uno de ellos proclama que van a reconstruir aquel espacio que ha desaparecido del espectro político chileno. Por el momento se catastran 7 de ellos.
Es decir, lo que se denomina cotidianamente como centro es una entelequia. Por tanto ¿con quién entenderse?
Para su información le contamos a la ignorante derecha chilena, que sí hubo momentos de nuestra historia en que el centro jugó un rol muy relevante. En el plano de las ideas Arcos y Bilbao desconcertaron a la derecha feudal. Que Balmaceda representó un proyecto país que no dependiera de los poderes fácticos de esa época. Que Arturo Alessandri supo conectar como “centro” con las masas populares que la derecha desconocía. Que el proyecto de Aguirre Cerda estaba inspirado en un equilibrio social que la derecha no entendía. Que la Falange y Frei Montalva salían al rescate de los sectores populares urbanos y del campo que la derecha oprimía.
De esos procesos históricos de lo que podría llamarse “centro” ninguno de los anunciantes del rescate parece entender y desde luego, representar.
Lo que se destaca hoy en aquellos medios de comunicación como centro, son grupos con ideologías confusas o simplemente sin ideología que reivindican ni siquiera derechos sino simplemente granjerías y prebendas típicas de los populismos.
Lo que hay es un centro mentiroso al que el gobierno debiera darle la mínima esfera.